A la escuela tenemos que llegar puntual

María Matienzo Puerto

HAVANA TIMES — Hace una semana que las aulas están llenas. Por suerte cada vez que empieza el curso escolar todos los niños cubanos tienen un puesto. Eso no es una consigna. Realmente es así.

Si tienen las condiciones (libros, libretas, zapatos y mochilas) o no. Esa es otra historia. Como es otra historia si la maestra o el maestro no está suficientemente preparado.

Esos tiempos en que los maestros eran semi dioses que lo sabían todo, creo que ya pasaron. Yo todavía recuerdo a mi maestra de cuarto grado, Alicia Caridad García Osuna. Sus clases iban más allá del aula, de la biblioteca, del área de la escuela.

¡Vaya nostalgia!

Ahora suele pasar que el niño o la niña llega a la casa repitiendo disparates. Lo triste es que con lagunas de conocimiento o no, los maestros siguen siendo una autoridad.

Mi prima en su séptimo grado llegó hablando de un tal asalto al cuartel ¿Bayazo? Y mi tía, licenciada en Historia, se tuvo que preocupar más de la cuenta. El maestro se refería al asalto al cuartel Bayamo en 1953.

Tengo otros cuentos más ensordecedores.

Al Tati en su primer día de pre escolar le dijeron que la estrella solitaria en la bandera cubana era porque había habido una sola revolución. Teurbe Tolón (diseñador de la insignia) en ese mismo momento debía estar revolviéndose en su pedestal patriótico.

¿La respuesta correcta? Es una sola estrella porque somos una única república libre e independiente (1869).

Eso es solo con respecto a Cuba, porque el resto del mundo es un instrumento creado para destruirnos a los cubanos.

De las faltas ortográficas. Mejor ni hablamos.

La culpa no cae al río, por supuesto, y la tienen todos los que deciden quién tiene acceso a la información y quiénes no; la tienen los censuradores de sueños y los miserables de espíritu, que se prestan para el juego.

No es una cuestión de patalear. Eso solo echar a ver otra de las consecuencias que tiene que no podamos acceder al resto del mundo. Si mis accesos son mínimos, los de otros no existen y tristemente, entre “esos” están los maestros.