Por su parecido a…

Jorge Milanés Despaigne

HAVANA TIMES — Toda mi familia está preocupada por los recientes atentados terroristas en Francia.

Desde hace 20 años mi hermana se casó con un ciudadano de origen galo y vive allá con mis tres sobrinos: las gemelas Yeica y Yennifer, y el menor, Julián, con quien estuvo aquí, en nuestra casa, en 2014.

Julián tiene ahora 11 años de edad y, aunque ya me había percatado, esta vez lo confirmé: por el color de la piel y su físico, lo hacen parecerse mucho a los árabes.

Una de las ocasiones en que salí con él por La Habana, le pregunté si en su escuela habían extranjeros, y me contestó que sí. Al preguntarle por la nacionalidad de los niños, me dijo que había de casi todo el mundo y muchos árabes. “¿Y hay cubanos?” -le pregunté. “Sí, uno solo, soy yo”, me contestó con su gracia infantil y acento francés.

Al ocurrir el atentado al semanario satírico de París “Charlie Hebdo”, mi hermana llamó por teléfono y, entre otros temas, hablamos del niño. Le pregunté que cómo estaba y, me contestó que muy bien pero, que ella, sus abuelos y hermanas estaban muy preocupados por el parecido del pequeño con los árabes; “de modo que, para evitar equivocaciones no le perdemos ni pie ni pisada”, agregó.

Me contó, que su padre decidió ser él quien lo llevara todos los días a la escuela, dejarlo en manos de la maestra. Cuando termina lo recoge él personalmente y cuando tiene preparación de fútbol lo hace igual.

“Sebastián, considera que no debo recoger al niño, argumenta, porque, como soy cubana, estos terroristas pueden tomar represalias y el problema se puede complicar. Así que todo lo que tiene que ver con la calle su papá lo acompaña.

“Es difícil para mí y para él, porque siempre he sido yo quien lo ha llevado a la escuela y, ahora explicarle… Él entiende y no entiende este cambio, aunque tú conoces bien el tamaño de su inteligencia”, concluye mi hermana.

Mi sobrino es un muchacho que ha estudiado, desde los primeros grados, con niños de otras nacionalidades, son amigos, sin importar color, religión o modo de pensar; de manera que les resulta difícil a sus padres explicarle lo que sucede y el motivo de los cambios en su vida, particularmente en esta situación de peligro.

Ya yo tendré tiempo para preguntarle a él mismo, cuando vuelva a visitarnos, cómo le va.