La parada de Oriol

Jorge Milanes Despaigne

Uno de los buses Yutong.

Caibarién es un pueblo ubicado al norte de la provincia Villa Clara con mucha bonanza económica en la primera mitad del siglo pasado y que, como otras zonas del país, ha visto su deterioro en las viejas construcciones por la falta de recursos, principalmente ostensible después de la llegada del Período Especial.

Aunque hoy se ve transitar por las calles principales los ómnibus que llamamos Yutong, lo cierto es que el transporte urbano desapareció y son los coches de caballo el medio fundamental para moverse por los calles del pueblo.

Pero desde hace unos años, muchos de los pobladores de este lugar y de otros, han comenzado a trabajar en los cayos, notoria fuente de ingreso en divisas para el Estado por el creciente turismo.

Precisamente los Yutong trasladan a esos trabajadores a la cayería y si estos van o vienen de Santa Clara, la capital de la provincia, también más de un pueblerino puede viajar a su destino.

“Desde luego, todavía quedan recuerdos del transporte por guaguas dentro de Caibarién, como la parada que debe su nombre a un personaje que casi todos los días le era infiel a su mujer cuando esta última se marchaba al trabajo”, me dice mi tía.

Resulta que el susodicho tenía por amante a su vecina. En una ocasión, la esposa regresó a su casa al saber que no tenía trabajo; tal vez pensó adelantar algunas labores domésticas pendientes y con ese pensamiento volvería a su hogar, donde encontró en pleno desarrollo de infidelidad al marido.

Y ocurrió algo más penoso: el hombre se descubrió en estado de priapismo. Hubo que moverlo con urgencia hacia el hospital cubierto con una sábana y el suceso devino la comidilla del pueblo.

Poco tiempo después ubicaron frente a aquella casa una parada de guaguas y la gente comenzó a llamarle “la parada de Oriol”.

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