Represión en tiempos de paz y transición

Jimmy Roque Martínez

Mitín de repudio. Foto: www.eltonodelavoz.com

HAVANA TIMES – Donde primero pude ver imágenes de actos de repudio fue en la película Memorias del Desarrollo. Las imágenes mostraban a un grupo de personas golpeando a un individuo. Eran imágenes de los años ochenta durante el Mariel.

Ver eso fue doloroso para mí, una mezcla de dolor, vergüenza, rabia e incluso soledad. Es curioso que yo nunca haya conocido a nadie que confesara (ya sea con vergüenza u orgullo) haber participado en esos actos. No creo que todos se hayan ido del país.

Hace poco llegó a mis manos un material sobre los actos de repudio en la actualidad, el documental “Gusano”, del proyecto Estado de SATS.  En él se registran algunos de los actos claramente organizados por el gobierno cubano contra opositores.

En Cuba el pueblo no se organiza autónomamente ni para marchar frente al consulado norteamericano reclamando la eliminación del bloqueo, algo que en teoría no debería traer problemas entre el gobierno cubano y los participantes; pero la autonomía es inadmisible.

Es inconcebible que un gobierno enfrente a sus propios ciudadanos entre sí. Los militares cubanos envían a civiles a agredir verbal y físicamente a otros civiles pacíficos, y muchas veces sin decirles si quiera la verdadera razón, y sin conocer a quienes deben agredir.

Muchos de estos agresores son oportunistas que están cuidando sus privilegiados puestos de trabajo o sus negocios ilegales, y estos actos de repudio son avales para su protección personal.

También se da el caso de alguien que sienta alguna animadversión por la persona a la que hay que hacerle el acto repudio, y tiene aquí la oportunidad, con el respaldo gubernamental, para agredir a su enemigo personal.

Se destinan recursos del pueblo para atacar al pueblo, vecino contra vecino.

Hay dos puntos que considero peligrosos, la presencia en estos actos de militares vestidos de civil y con vehículos con chapa civil. Tal procedimiento debería ser ilegal, pues se camuflan de este modo militares con preparación de defensa personal, pagados para agredir, dando la imagen de pueblo.

El otro punto es la subordinación del Ministerio de Educación al Ministerio del Interior, al involucrar a estudiantes menores de edad en actos violentos, probablemente sin autorización de sus padres.

Los hacen faltar a clases, les enseñan la violencia como método para defender sus criterios, además de exponerlos al riesgo de poder ser lastimados al desatarse la violencia.

El Ministerio de Educación debería responder pública y legalmente por esto. ¿Está en su misión social enseñar el método de lucha violenta?, ¿enseñar como método de comunicación la imposición de criterios y no el diálogo? ¿Se subordina Educación a una institución militar?

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