Orgasmos, orgasmos…

Irina Pino

HAVANA TIMES — Tener un orgasmo con amor es la mezcla perfecta, una poderosa alianza que une a la pareja, además de otros intereses, como la amistad, los hijos (si los tienen), y las afinidades de todo tipo.

Por otro lado, no se puede negar disfrutar del orgasmo con alguien encontrado al azar, en cualquier lado, aunque lo hayamos visto solo una vez, en una noche de copas (dos o tres, porque se inhibe el efecto) o por el resultado de un flirt, que se transforma y se vuelve una bomba de tiempo.

Las mujeres lo sienten de diferentes maneras, unas dicen que en el clítoris, otras, que en la vagina o combinado: clítoris-vagina. Algunas de mis amigas me han confesado haberlos tenido cuando les estimulan el ano, los senos. Por lo general se descubre durante la adolescencia en el acto de la masturbación.

De igual modo, la diversidad de los escenarios forma parte del éxito de estos, unas necesitan un ámbito romántico, cómodo, donde haya vino y música.También eso ayuda, por supuesto, aunque resulte singular las que solo lo logran en los lugares menos frecuentes, es decir, en escaleras, azoteas, pasillos, lugares ocultos a la vista, donde el peligro de ser sorprendidos por alguien puede aumentar la excitación.

Lo escondido seduce; yo, por ejemplo, tenía una relación estable con un muchacho y lo quería, pero había conocido a otro, al que veía una vez por semana, solo para tener sexo. Siempre lo hacíamos en su casa, un sitio apartado, marginal, lleno de calles desmembradas y solares.

El viaje era largo desde donde yo residía, pero eso no constituía un impedimento, lo esencial era  la absoluta exaltación que él me proporcionaba, alguien, que poco o casi nada tenía que ver conmigo, no obstante, estaba dispuesta a incluirlo entre mis prioridades del momento.

Para él, la parte cerebral, provocadora, era muy importante, desde la noche anterior me llamaba por teléfono, para hablarme de sus más ardientes fantasías.

El día de la cita, desde que montaba en el taxi iba conformando las imágenes de lo que ocurriría entre aquellas paredes, en un hogar humilde en extremo, situado en el sótano de un edificio.

Aunque en diversas ocasiones, reparé, cuando salía de allí, tener una rara sensación, como si me arrepintiera secretamente de sentir tanto placer y no amarlo. Sin embargo, a la semana siguiente volvía, sin la más leve pizca de culpabilidad.

Eso me hace recordar el cuento de Jenny Diski, Ama de casa, donde una mujer de cuarenta años mantiene una buena vida de pareja con su esposo, pero sostiene, al mismo tiempo, una relación con un joven, basada en sus fogosos  encuentros. Ellos suelen escribirse cartas con fantasías sexuales, y eso los estimula antes de verse.

Ella ama a su esposo y tiene orgasmos con él, pero con su amante disfruta más lo carnal y lo cerebral, y sus orgasmos son estremecedores.