Las prácticas miserables

Estillas de jabón

Por Irina Pino

HAVANA TIMES – Como todo producto está difícil de conseguir, tal parece que estamos dentro de la novela Los Miserables, de Víctor Hugo.

Por ejemplo, si compramos frijoles, al quitarle las piedras, cuidamos de que no caiga al piso, o se vaya a la basura, ni un solo grano. Cuando se termina el contenido de los pomos de champú o gel de baño, le echamos agua al fondo para sacar el resto.

También extraemos los poquitos que quedan de las botellas de aceite, casi exprimiéndolas.

Conozco de personas que fríen viandas con el mismo aceite, varias veces, para ahorrar, costumbre que atenta contra la salud. Y estas mismas, derriten el pellejo del pollo y lo utilizan para cocinar.

En el barrio de Niurka, una conocida que reside en La Habana Vieja, hay problemas con el agua, entra poca y no todos los días, por lo que vive administrándola.

Tiene un raro método: el agua que usa para bañarse, la guarda para descargar el baño. Se asea en una palangana grande y después la echa en varios cubos. El agua enjabonada forma marcas en su sanitario, y entonces debe comprar desincrustante. Es como un ciclo infernal.

Por la falta de medicamentos se ha vuelto a recurrir a los tratamientos herbolarios como paliativos. Al final de la calle Obispo, en la farmacia Taquechel, se venden yerbas para diferentes dolencias.

Igualmente, en la tiendecita Marco Polo, en la calle Mercaderes, ya no se ofertan las maravillosas especias que venían en barco desde España. Ahora solo hay plantas para hacer infusiones.

Claro que, la medicina verde tiene su historia, pero no se pueden obviar los medicamentos de base química.

Gozar de buena salud es lo más importante, aunque la mayoría de los cubanos están mal alimentados, por la tradición de tener siempre en su mesa la proteína animal.

Se ven cosas inusuales, gente comprando cajas de cereales, para consumir o vender. Estas mismas cajas, antes de la pandemia, cuando todavía existía el CUC, abarrotaban los estantes y casi nadie les hacía caso.

Llegan los extremos cuando arrecian las carencias, me cuenta una vecina que cuando le queda poco detergente, para ahorrarlo, le lava los cuellos de las camisas, los bajos y los bolsillos de los pantalones con jabón y cepillo; mide dos cucharadas soperas, y los echa en la lavadora. Esto se llama: hacer la palomita.

Yo misma, cuando me falta el detergente líquido, que dan en la bodega cada tres meses, y que solo venden en las tiendas de MLC, derrito estillas de jabón para fregar.

Conectarse a internet para buscar información, forma parte de nuestra vida, investigar cómo hacer nuestros propios productos. Una vez quise fabricar crema dental, pero apenas pude, porque me faltaron ingredientes.

Algo bueno es que ya no se encuentran latas ni pomos plásticos en las calles, porque se recogen para reciclarlos.

Los periódicos son muy efectivos para limpiar espejos. Algunos los emplean para sustituir al papel sanitario.

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