Otra forma de mirar La Habana Vieja

Graham Sowa

HAVANA TIMES – ​​Caminar por los alrededores de La Habana Vieja, sólo para ver los colapsados edificios, es algo que no necesita necesariamente un guía. Sin embargo, para interpretar la importante decadencia colonial de la menos importante, la Oficina del Historiador de la Ciudad ha sido anfitriona de una serie de paseos de verano anuales llamados “Rutas y Andares”.

Asistí a una de estas actividades que se centraron en proyectos de restauración recién concluidos y en algunos futuros en La Habana Vieja.

Mi objetivo era aprender más de cómo el barrio más antiguo de la ciudad está cambiando gracias a la inversión privada y del gobierno.

Llegué a la esquina de Compostela y Teniente Rey a las 10:00 AM. Realmente no podía decir si las personas que encontré allí esperaban  por Rutas y Andares o si estaban de pie en la cola de la panadería León de Oro que se encuentra al otro lado de la calle.

Pronto, una mujer joven se dio a conocer como una de las guías principales.

Después de separar a los turistas asistentes (principalmente edad media y mujeres cubanas mayores) de los que esperaban por el pan, salimos en estampida hacia una habitación en la Farmacia Sarrá para ver una presentación hecha en powerpoint.

Nos informaron que en realidad el recorrido no iba a tener todo esa caminata.

La atención se centró estrictamente en una calle de la ciudad conocida como Manzana 148, en el centro de La Habana Vieja (City Block 148). Esta calle está rodeada por las calles Teniente Rey, Compostela, La Habana y Muralla.

La Oficina del Historiador de la Ciudad, que ha convertido a la mayoría de la Habana Vieja en su feudo, tiene grandes planes para Manzana 148.

Este año abrieron un Centro de Actividad del Paciente con Alzheimer y una casa de retiro. Ambos recibieron financiamiento internacional del Gobierno español y del Gobierno Vasco, respectivamente.

El próximo año (o tal vez uno después) se completarán un Centro Comunitario para Jóvenes y una residencia para estudiantes.

Quizás estos sean financiados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Gobierno colombiano, apenas se seque la tinta de ese acuerdo de paz.

Otras construcciones están más centradas en los ingresos del sector privado, en lugar de pedir a los gobiernos extranjeros o grupos de resistencia para dar dinero. Esto incluye residencias privadas y espacios comerciales de alquiler.

En general, el desarrollo fue descrito como “de uso mixto residencial/comercial/social” que podría contar con la aportación y participación comunitaria a través de todo el proceso.

Después de la presentación (sentí como si hubiera participado en un seminario de inversionistas de propiedad) salimos a la calle.

Los bici-taxis, carros ligeros, camiones, carros llenos de vegetales, equipos de construcción y pedazos de balcones caídos competían por las calles y aceras mientras tres grupos separados de participantes de Rutas y Andares daban la vuelta a la manzana y miraban los nuevos espacios que se están desarrollando.

Hasta nos dejaron entrar en el interior de la cuadra, una zona de construcción pesada, donde se destruyen dos edificios para dar paso al centro juvenil y a una plaza.

Algunos vecinos del proyecto no esperarán a ver su finalización.

Había algunas señales de “se permuta” a lo largo de la ruta, personas publicitando casas que desean intercambiar para salir de La Habana Vieja.

Tal vez ellos no ven el futuro de los turistas y la gente rica visitando la Manzana 148 como un golpe de suerte.

O tal vez quieren permutar antes que la Oficina del Historiador decida renovar su edificio y enviarlos a Alamar o algún otro barrio de las periferias de La Habana.

Todavía tengo dudas de que se hiciera una inversión tan enorme para modernizar un espacio reducido, mientras existen grandes necesidades para lograr que otras partes de la ciudad sean habitables.

Es improbable que un núcleo de desarrollo se extienda a otras calles cercanas a la escala necesaria. Y las familias cubanas del lugar, y dueños de pequeños negocios, simplemente no tienen los recursos propios para invertir en mejoras de capital.

Por lo tanto, el aburguesamiento de La Habana Vieja con rostro humano seguirá dominado por la inversión pública.

Sin embargo, no fue muy difícil vislumbrar el futuro durante nuestro breve paseo.

Espacios reconstruidos, ahora, son alquilados a empresas privadas en lugar de ser administrados por el gobierno.

Espero que podamos ver más tiendas que vendan algo más que helados Nestle, ron y cigarrillos.

Probablemente no pasará mucho tiempo para que se permita que estas mismas empresas privadas reconstruyan edificios y firmen contratos de arrendamiento de bienes que una vez fueron administrados exclusivamente por el gobierno.

Cuando esto suceda los cambios en la Habana Vieja, buenos o malos, serán rápidos.

Los futuros participantes de Rutas y Andares tendrán que planear hacer caminatas un poco más largas.
—–
Also see this photo feature: Rutas y Andares

 

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