¿Qué está sucediendo con la energía en Latinoamérica?

Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES — Hace unos meses un grupo de seguidores del tema tratamos de responder dicha pregunta aprovechando el informe anual Statistical Review, de British Petroleum. Nuestras ideas fueron recogidas en un artículo publicado aquí y en otras revistas digitales.

En la edición de este año volvimos a la carga, curiosos por saber si nuestras predicciones se habían cumplido. El trabajo que a continuación resumo -y amplío con algunos detalles- apareció en el blog The Oil Crash.

Como habíamos previsto hace un año, el panorama energético en Latinoamérica y el Caribe se va complicando.

De todas las fuentes de energía el petróleo es la más crítica; por la altísima dependencia, porque su producción cae de manera estable desde hace casi una década, y porque es insustituible a corto plazo en actividades económicas cruciales. Un pequeño descenso en su consumo podría incendiar el continente.

 

El año pasado predijimos que el consumo de oro negro declinaría antes del 2020. En el mejor de los casos crecería hasta cruzarse con la producción y ahí comenzaría su marcha descendente. El siguiente gráfico mostraba nuestros augurios.

Advertimos, además, que el pico de consumo energético (suma de todas las fuentes) tampoco debía estar lejos. Ha sido escalofriante constatar cuán certeros fuimos.

 

La causa inmediata de estas caídas un poco “prematuras” es la recesión económica instalada en Latinoamérica desde hace dos años. La recesión afecta la inversión en el sector energético y el círculo vicioso nos va arrastrando hacia un punto de no retorno. Pero la causa global es el agotamiento del modelo expansivo capitalista, que ya no puede seguir degradando y consumiendo de manera exponencial los recursos de un planeta finito. Habrá momentos peores y mejores pero el mal es de fondo y el pronóstico de la civilización industrial, fatal.

Otro aspecto a atender es la refinería. Cada vez somos más dependientes de los derivados de nuestro propio crudo manufacturados en lejanas tierras, casi siempre al norte.

 

A pesar de ser industrias muy contaminantes, los EE.UU. han preferido mantener las refinerías que procesan el petróleo -propio y ajeno- en su propio territorio. No por gusto, el refinado es un poderoso mecanismo de control que jugará un papel determinante en el ocaso de los combustibles fósiles. El 31% del oro negro que se extrae en la región es destilado fuera.

 

Las perspectivas no son, pues, halagüeñas para el sector energético en América Latina y el Caribe. Sin embargo, el FMI y el BM pronostican un 2017 de crecimiento en esta área del mundo. Morimos de curiosidad por ver cómo se conseguirá.

Y no les adelanto más para que le entren con ganas al artículo de Anibal Hernández y Demián Morassi, prolijo en explicaciones y detalles.

 

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