Erasmo Calzadilla
HAVANA TIMES — A comienzos de este año Cuba dio otro paso importante hacia la “normalidad”. Ya los residentes pueden ir a una agencia estatal y comprarse un carro sin otra mediación que el fajo de billetes; el problema ahora son los prohibitivos precios.
La gente se molestó muchísimo, algunos porque se hacían ilusión y otros por simpatía de clase.
Yo esperaba que las personas identificadas con el capitalismo o la derecha protestaran; lo que me sorprendió fue la reacción de la izquierda.
Mi honrado padre, un militar retirado, fiel a la Revolución y a sus líderes; mi queridísima abuela, una ex-guajira que no sale del barrio; mi madre, una trabajadora integrada al proceso: indignados todos. Ellos creen que algún HP tomó la decisión para generar malestar.
Pero no solo gente de pueblo; también vi picados a intelectuales de la izquierda opositora.
Los automóviles están ocasionando un tremendo daño: lluvias ácidas acelerando la desertificación, toneladas de chatarras que no hay dónde meter, metales pesados dañinos para la vida, sustancias que rasgan la capa de ozono, carnaval de gases de efecto invernadero, partículas cancerígenas exhaladas por millones de tubos de escape, contaminación de las tierras y los acuíferos con aceites, agotamiento de materias primas no renovables, consumo de enormes cantidades de oxígeno y agua, ruido…
Además, los automóviles devoran las ciudades [1][2]. En su indetenible avance, el asfalto va cubriendo áreas verdes, aceras y parterres. Crecen las distancias a recorrer; embotellamientos frecuentes; el aire irrespirable; se multiplican los accidentes y languidece o muere la vida cultural de los barrios.
Pero aterricemos en La Habana
Desde el arribo de petróleo procedente de Venezuela el uso de automóviles se ha multiplicado. No hace falta que otro lote entre a circulación; ya para mí es bastante desagradable.
Las principales calles por las que antes me gustaba pasear, como la mítica 23, huelen todo el tiempo a combustible quemado; Neptuno, con tantas tiendas, un asco intransitable; Infanta, un desastre…
Un estudio sobre la calidad del aire en la capital ha confirmado lo que las narices ya sabían: los niveles de contaminación atmosférica son altísimos, llegando a valores EXTREMOS en los barrios más céntricos.
En consonancia con ello el PH de la lluvia ha ido disminuyendo paulatinamente y hay sitios donde valores por debajo de 5 son la norma [3].
Los accidentes de tránsito constituyen la quinta causa de muerte este país [4]; el año pasado medio millar de personas perdió la vida en las carreteras. Como es obvio, ese “número” se incrementará a medida que más vehículos entren en circulación.
Pero los automóviles pueden ser mortíferos por vías menos evidentes. El cáncer lleva la delantera enviando cubanos al reparto Bocarriba. Año tras año la cifra de fallecidos por esta causa crece progresivamente [5]. ¿Tendrá algo que ver con el auge del automóvil a raíz de las buenas relaciones con Venezuela?
No conozco ninguna investigación que correlacione estos eventos. Lo que sí está probado es que ese humo irrespirable que abunda en cualquiera de las avenidas habaneras, además de dañino para los pulmones, contiene sustancias con probado carácter cancerígeno [1].
Pero sigamos la pista del cangrejo asesino. Una investigación reciente realizada en organopónicos urbanos del centro del país descubrió que los vegetales contenían elevadas concentraciones de metales pesados, por encima o muy cerca del límite recomendado por la OMS.
Todos los metales pesados son tóxicos y algunos altamente cancerígenos. Su abundancia en los suelos y el agua está estrechamente relacionada con el transporte automotor [6]. Es de esperar que los organopónicos de la capital estén mucho peor.
Si la invasión automovilística finalmente ocurre, si todos los que salen de misión, los deportistas que participan en eventos internacionales, los negociantes tocados por la fortuna… si todo el que reúne unos cuantos miles se compra un carro, entonces nos ajustará perfectamente el dicho: éramos pobres y parió catana.
Más smog, más lluvias ácidas, menos áreas verdes, más enfermedades relacionadas, más accidentes, lomas de baterías vertiendo plomo y ácido en cualquier esquina, el vertedero Calle 100 convertido en pico prominente a base de chatarras y neumáticos. (Suponiendo que no estén, como ahora, esparcidos por los solares yermos).
La ciudad tendría que invertir buena parte de los recursos que no tiene tratando de paliar los gravísimos problemas generados por una minoría [2].
Por todo lo anterior felicito sinceramente al inteligente y osado que puso precios prohibitivos a los automóviles; solo espero que él mismo no tenga uno.
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Referencias:
http://habitat.aq.upm.es/boletin/n28/ajsan.html
http://www.letraslibres.com/revista/convivio/la-ideologia-social-del-automovil
http://www.medioambiente.cu/Sitio%20web20GEO/files/Capitulo%20II.pdf
http://cafefuerte.com/cuba/7154-cuba-1-5-muertes-diarias-por-accidentes-de-transito-en-el-verano/
http://cafefuerte.com/cuba/csociedad/2908-el-cancer-es-la-mayor-causa-de-muerte-en-cuba/
http://www.cmp.vcl.cu/uploads/documentos/c3ad4972e5a80177b32baef17372423621dd35d6.pdf
Por alguna razón misteriosa esta importante investigación o no se ha realizado en organopónicos de otras provincias, o se ha realizado y sus resultados no se han publicado.
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