Platón tenía algo de razón

Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES — Ya lo decían los antiguos: El sexo es una gran tiranía. Nos lleva y nos trae, nos pone a correr y a gastar (dinero y calorías), nos tortura mental y físicamente y nos humilla a cambio de un filo. Como era de esperar en el perfil de un tirano, el sexo mantiene en torno a sí un halo de misterio.

Comparemos un poco. La gravedad, tan poderosa, y universal, es a la vez una fuerza muy noble: podemos calcularla, modelarla y predecir comportamientos a largo plazo a partir de ella. A su lado la atracción sexual parece un demonio reacio a cualquier intento de acercamiento racional.

Si por casualidad eres de los que gusta de los encantos femeninos, en la Habana te vuelves loco. Una simple caminata callejera en plan vacilador suele reportarme más gozo espiritual que la visita al museo de bellas artes. Aún así, para disfrutarlo de veras es preciso saber lidiar con la angustia.

Hemos inventado mil subterfugios para canalizar o disimularnos a nosotros mismos la angustia sexual, desde la masturbación hasta la emasculación; una de las más productivas, entretenidas y baratas es pensar. No en balde aseguraba Platón que sin los bellos muchachos que deambulaban por las calles de la antigua Atenas jamás hubiera florecido allí la filosofía.

Canalicemos la angustia pues, pensando, y para cerrar el circuito pensemos en el sexo. ¿Cómo y por qué nos domina? ¿Habrá alguna manera de liberarnos a discreción de su furia? Arrestémonos, valientes, al meollo de estas difíciles cuestiones, que de los cobardes nada se ha escrito.

A continuación comparto con ustedes mis últimos adelantos al respecto.

Ya sospechaba yo, gracias al mismísimo Platón, que tras la belleza en sentido general (y la de los mancebos y doncellas, en particular) había mucho de matemática. Intuía que las curvas que tanto me alborotan la tripa eran susceptibles de ser representadas por medio de ecuaciones. Anhelaba profundizar en el tema pero no tuve necesidad; la respuesta confirmatoria me llegó de la nube.

A mediados del siglo pasado Pierre Bézier trabajaba para Renault en la modelación de curvas estilizadas. El resultado de su esfuerzo culminó con el descubrimiento de una herramienta matemática conocida como Curvas de Bézier, útil para diseñar líneas suaves y sensuales que cautivan la vista y provocan el deseo de manosear. Desde entonces los diseñadores de objetos para el mercado han abusado del recurso.

Muchos creen que el gusto sexual está regido por la química y las hormonas. Aún en la cuerda naturalista hay quienes lo consideran una suerte de pulsión biológica destinada a la conservación de la especie. Otros, en cambio, lo achacan al fenómeno social de la moda. Creo que las curvas de Bézier desmienten o al menos matizan estas tesis.

La posibilidad que ofrecen de simular los patrones universales de belleza (incluida la corporal) sugiere que la atracción sexual es, en buena medida, fruto de complejas operaciones cognitivas a nivel subconsciente.

En otras palabras, los vaciladores somos unos viciosos, cierto, pero de la geometría; matemáticos intuitivos subyugados por la riqueza y elegancia de ciertas relaciones numéricas.

Pero hasta la perfección de una línea estrictamente matemática termina por hartar y de rebote uno termina añorando cuotas de anarquía y corrupción.

Abajo les dejo un código que elaboré en javascript para diseñar (y contribuir a desmitificar) a la donna de mis sueños húmedos.

Las instrucciones son:

  • Copie el código, péguelo en un documento sin extensión (o de extensión html), y ábralo con un navegador que no sea Internet Explorer. Yo uso el Chrome de Google y el Chromium de Linux.
  • Clickeando con el ratón en la pantalla hará aparecer las curvas, constituidas por dos extremos (en negro), y dos manejadores intermedios (en rojo).
  • A continuación podrá modificar las curvas moviendo sus extremos o sus manejadores. Para ello:
  1. Haga un click sobre el punto que desea mover y desplace el Mouse.
  2. Para más precisión ejecute doble click sobre el punto que desea desplazar y utilice las flechitas del teclado.
  • Con la tecla [SUPRIMIR] podrá eliminar las curvas que introdujo, empezando por la última.
  • Si desea formar figuras complejas deberá unir varias curvas. Para ello sobreponga los puntos que quiere enlazar y oprima la tecla [u] (de unir).
  • Para deshacer una unión haga click sobre ella y oprima la tecla [d] (de desunir) .
  • Cuando ya existe un número considerable de curvas los controles comienzan a solaparse y se torna difícil la manipulación. Tecleando ENTER podrá dejar fijos todos los controles excepto el próximo que manipule. Para regresar al estado en que puede acceder a los controles de todas las curvas vuelva a presionar ENTER.

Mediante botones ubicados en la parte inferior del lienzo podrá cambiar el color y grosor de la línea, ocultar o mostrar los controles, y guardar la imagen.

Nota: El Código estará en un comentario que va a colocar Erasmo.

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