¿Otra cara de Dallas?

Fotorreportaje por Erasmo Calzadilla

 

HAVANA TIMES — El fin de semana hice un viaje en bicicleta desde mi barrio en la periferia hasta el Down Town. Pensé que iba a lidiar con un tráfico peligroso y molesto, pero en su lugar encontré una red de arboladas ciclo-vías, una de cuyas ramas conduce hasta bastante cerca del mero centro.

Todavía no logro conectar espiritualmente con esta ciudad. Todo me parece tan gris y extraño que me recuerda una canción de los Doors (People are strange). Pero esta vez fue diferente.

Entré a la ciudad por un barrio peculiar llamado Deep Ellum. Construcciones antiguas decoradas con graffitis a pleno color, gente joven pasando el rato, cero estrés, tatuajes y peinados llamativos, alegría, buena onda… Un pequeño lunar en medio de “lo otro”. Sin embargo, algo inauténtico había en el aire, el velo de falsedad que cubre a todos los sitios maquillados para el arribo de turistas, supongo.

Otro detalle que me llamó la atención es el sentido de los graffitis. Casi todos los que pude ver tienen una finalidad meramente estética; ni el leve eco de una lucha social pude percibir en ellos. Como si la grisura del capitalismo solo tuviera de contrapeso la imaginería extraviada de los Ciberpunks o el colorido de hippies y gays. Nada que aspirara siquiera a un Bansky, mucho menos a los graffitis políticos del barrio Logan en San Diego.

 

 

Y el culto infame al deporte que cunde entre la masa humana del globo terrestre también tiene su espacio en Deep Ellum, como un preámbulo a lo que te encontrarás en el Down Town y el resto de la ciudad.

 

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