Ojalá me equivoque

Erasmo Calzadilla

Ilustración por Onel

HAVANA TIMES — Una crisis energética se avecina y Cuba no está a salvo. Escasearán los productos básicos y el alimento, como en el Período Especial, pero también será una crisis política, climática, sanitaria, ética, una crisis de nuestros patrones psíquicos de comportamiento y, en resumen, un regreso al pasado preindustrial y preglobal, a los tiempos del cólera y los piratas.

Nadie sabe a ciencia cierta cuándo volverán los mega-apagones ¿Dentro de un lustro? ¿En una década? Algunos estudiosos afirman que hacia el 2030 el mundo estará hecho un lío, pero los países pobres e importadores de petróleo (como el nuestro) quebrarán mucho antes.

De los 176.000 barriles de petróleo que Cuba consume a diario, un poco más de la mitad es importada (Estimado a partir de las importaciones declaradas por Indexmundi 109.500 barriles diarios)

Ese dato permite hacernos una vaga idea de la magnitud que alcanzará la crisis una vez interrumpidos los suministros; pero en verdad será mucho peor porque el petróleo extraído de suelo cubano posee bajo rendimiento energético.

Parece que nuestra “salvación” serán el sol y la cultura.

El Sol

La naturaleza dotó a Cuba de un sol intenso la mayor parte del año; gracias a él no necesitamos calefacción ni demasiados artefactos para soportar el invierno. Además el sol y el clima favorecen el crecimiento y la fructificación ininterrumpida de plantas que suministran alimento, materias primas y combustible.

La dificultad radica en que una agricultura tipo tradicional, no intensiva, sin herbicidas ni abonos sintéticos, y en las condiciones de nuestros erosionados suelos, difícilmente podrá sostener a tantos millones como habitamos hoy sobre el caimanudo archipiélago.

Cada metro cuadrado de la lagartija verde recibe a diario una dosis de radiación solar equivalente a medio kilogramo de petróleo (5 kW-hora), sin embargo los dispositivos que generan energía eléctrica a partir del astro rey son, hasta la fecha, demasiado exóticos.

Resuelven casos puntuales pero por alguna razón que desconozco no se han generalizado.

Tampoco es común el uso de aparatos más rústicos que aprovechan el calor del Sol para uso doméstico e industrial. Las cocinas solares, tan útiles y sencillas de construir, apenas se conocen.

Si seguimos por este camino vamos a tener que olvidarnos de tecno-sol e ir a morir con nuestro ardiente y sofocante camarada de siempre.    

Cultura

Es una verdadera suerte que el proyecto modernista de los dirigentes políticos cubanos no haya llegado tan, tan lejos como era su primigenia intención. Gracias a que se frustró hoy sobreviven una cultura del cacharreo, una red social comunitaria bien urdida y una resistente tradición campesina.

Gracias a que se frustró hoy no tenemos mega-ciudades ni plantas nucleares, auténticas bombas de tiempo en el escenario de una crisis energética.

Se frustró, pero avanzó bastante. En un país donde hace solo medio siglo la mayoría de la población era campesina y donde no existe desarrollo industrial o posindustrial, resulta asombroso y peligroso que sólo el 14% de la población sea agrícolamente activa.

Los verdaderos guajiros, los que viven al margen de los combustibles fósiles y construyen sus propios bohíos están en extinción, pero ellos serán focos de sabiduría práctica cuando imploten las ciudades.

Y respecto a nuestra cultura de crisis, el último buen entrenamiento lo tuvimos justo hace un par de décadas; lástima que a la llegada del petróleo venezolano hayamos lanzado a la basura casi todo lo aprendido entonces. Gran responsabilidad lo tiene…

La elite dirigente

Considero que los tecnócratas y burócratas que dirigen el país no han hecho mucho en función de prepararnos para la crisis.

La Revolución Energética (RE) iniciada en el 2005 promovió el ahorro de combustible y divisas, sin embargo dedicó gran parte de sus recursos a reanimar el oleo-dependiente Sistema Eléctrico Nacional. Es evidente que sus líderes tenían en mente un escenario prolijo en petróleo barato.

Hoy las termoeléctricas generan el 93.9% de toda la electricidad consumida en el país. O en otras palabras: estamos colgados por los huevos de la misma hebra fina de la que pende la vida de Chávez.

En el marco de la RE alguito se hizo en pos de emplear energía renovable para la producción de electricidad “verde”. Mucho bombo, platillo y fuegos artificiales, pero oigamos las cifras: solo el 3.8% de la potencia eléctrica total proviene de esa fuente.

Además la tendencia fue a importar sofisticados y caros aparatos: aerogeneradores, una planta automática para el montaje de paneles solares, un generador muy chic que se alimenta con residuos de los vertederos, una fábrica de calentadores solares de tubos de vidrio al vacío etc.

Agradezcamos al señor que no hayan encontrado manera de adquirir una central termonuclear; que ganas no les ha faltado.

Todos esos trastos son muy lindos y eficientes pero refuerzan nuestra dependencia tecnológica y nuestra (de los ciudadanos) dependencia del Estado. En cualquier caso, pero sobre todo en el entorno de una crisis, ambas dependencias son muy peligrosas.

Considero vital un cambio de política que promueva el desarrollo de técnicas y prácticas más modestas, acordes a los recursos y materias primas de cada localidad, y fáciles de implementar a nivel comunitario o familiar.

Estoy pensando en cocinas y secadores solares, miniplantas de biogás, colectores y filtros de agua, permacultura, gestión local de residuos, minihidroeléctricas, agricultura urbana y entrenamiento en todas esas cuestiones etc.

¿Será que los tecnócratas y burócratas andan luchando “el varo”, la fama y “el faster” con proyectos rimbombantes en lugar de velar por el futuro y la soberanía de la nación?

En sus discursos hablan emocionados de crecimiento y desarrollo al tiempo que involucran al país en empresas millonarias (zona franca en el puerto del Mariel).

Y la prensa oficial, por no faltar a la costumbre, ejecuta a la perfección su tradicional papel de canchanchana. Ellos consolidan la tendencia optimista y desarrollista que justifica la quema de crudo y el Desarrollo (económico) Sostenible, ese oxímoron.

Artículos aparecidos en diarios de tirada nacional han llegado a negar, en sintonía con las más recalcitrantes compañías petroleras, la inminencia del pico del petróleo.

Sería magnífico que la gente busque información por su cuenta y comience a reducir ya su óleo-dependencia (personal, familiar, comunitaria).

Como civilización y como nación estamos apenas saliendo de una curda petrolera que ha durado casi un siglo; ahora empieza la resaca pero mañana nos sentiremos mejor.

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