Erasmo Calzadilla
HAVANA TIMES — En enero del año 2010 nació The Oil Crash un interesante blog que analiza y divulga información relacionada con la crisis energética que se nos viene encima. Hace poco lo descubrí y quedé prendado y asustado.
Prendado, por la manera tan noble, inteligente y bonita de presentar los temas. Asustado porque, antes de escucharlo, pensaba que el crash todavía demoraba un par de décadas; ahora no estoy tan seguro.
Su creador es Antonio María Turiel, un hombre de ciencias (licenciado en Matemáticas, doctor en Física Teórica, Científico Titular) que razona con prudencia (ni especula ni filosofa, en el peor sentido de esa palabras) y extrae sus datos de fuentes oficiales.
La fe en la ciencia y la tecnología es otra manera de ser analfabeto funcional. Entre los tecno-optimistas existe un grupo de ilustrados que acepta la cercanía del pico energético pero cree que las renovables podrán llenar el vacío.
Para demostrar lo absurdo de esa idea publicó Turiel “Los límites de las renovables: El Capital”. No importa que España sea un país del primer mundo y vanguardia en el uso de energía “limpia”, por mucho que se esfuerce no podrá suplir con ella la demanda energética actual.
Mi intención en este post es analizar si Cuba, que cuenta con condiciones mucho más favorables (bajo consumo energético, abundante sol durante todo el año y magnífico clima), está en condiciones de acometer la hazaña.
Línea de razonamiento que seguiré
El autor de The Oil Crash comienza haciendo un estimado de toda la energía consumida en España. A continuación calcula la potencia de aerogeneradores que debería instalarse para satisfacer esa demanda. Luego estima el costo de dicha instalación, que es enorme, y analiza hasta qué punto pueden los ibéricos darse “el lujo”.
En Cuba
Nuestro consumo de combustibles fósiles como portadores energéticos equivale a unas 7 millones de toneladas de petróleo.
Conociendo que el 58% de esta cantidad se emplea para producir los 17.000 Gwh que Cuba consume al año, una regla de tres nos permite calcular a cuánta electricidad equivalen las 7 millones de toneladas. O sea, si destinásemos todo ese combustible a la generación de energía eléctrica obtendríamos, con la tecnología actual, 29.300 Gwh anuales.
Calculemos ahora la potencia que debe ser instalada para generar toda esa energía. Dividiendo los 29.300 Gwh entre las 8.766 horas de un año obtenemos el valor: 3,3 Gw.
El resultado no es disparatado si lo comparamos con los 200 Gw que obtiene Turiel para España; país cuya población cuadriplica la nuestra y cuyo PIB es unas 26 veces mayor que el de islita caribeña.
Ahora bien, producto de la inconstancia del viento, los aerogeneradores poseen un factor de carga de 20%. Eso significa que para mantener un flujo constante de corriente debe haber una capacidad instalada cinco veces superior a la estimada teóricamente. En nuestro caso particular obtenemos que la capacidad instalada debe ser de (3,3 x 5) 16,5 Gw.
Si cada vatio instalado se cotiza a 4 dólares (Turiel estimó $4,12), podemos calcular el monto total: (16,5 x 4) $66 mil millones; cifra muy parecida a nuestro PIB, que es de unos $60 mil millones.
Analicemos ahora hasta qué punto es viable en Cuba la faraónica empresa.
Cruzada Energética
Imaginemos que, por un milagro de la santísima virgen, la alta dirección del país percibe lo delicado de la situación y decide impulsar el cambio. O mejor, supongamos que repentinamente la gente cobra conciencia y emprendemos juntos y unidos una verdadera Revolución Energética.
Si nos apretásemos el cinturón en plan economía de guerra y destinásemos el 10% de nuestro PIB ($6.000 millones anuales) a la compra e instalación de los equipos, demoraríamos 11 años (tres veces menos que España) en generar con renovables toda la energía que producimos hoy. Once años es demasiado tiempo, pero focalicemos una meta más modesta: generar con renovables toda la electricidad que produce actualmente Cuba. Al mismo ritmo de trabajo tardaríamos menos de un quinquenio en conseguir la proeza. ¿Imposible?
Conclusión
Teniendo en cuenta que:
– La transición energética es demasiado cara, aquí solo se tuvo en cuenta el coste de los generadores y de la instalación sin tener en cuenta la formación y los salarios del personal calificado, los costes de oportunidad que acarrea semejante despliegue de recursos y el de retroceder en otras áreas de la economía. Tampoco incluimos el enorme costo que implica el recambio de todos los motores y calderas que funcionan con combustible, admitiendo que fuese esto posible.
– El petróleo barato, imprescindible para impulsar el desarrollo de la energía “limpia”, ha rebasado su cenit y decaerá precipitadamente.
– Los líderes de la nación lucen muy optimistas con la disponibilidad de combustibles fósiles. De las renovables se habla mucho pero se hace muy poco.
– La conciencia popular sobre estos temas y la economía familiar de los cubanos están, ambos, a nivel del suelo. Resulta extremadamente difícil que, por decisión propia, la gente se someta a los rigores del cambio.
– Cada minuto perdido multiplica la probabilidad del fracaso.
En base a lo anterior concluyo que suplir con fuentes de energía renovable toda la energía producida a partir de combustibles fósiles no será posible; ya es demasiado tarde. La meta de producir con renovables la demanda eléctrica actual no luce tan descabellada pero haría falta una proeza. ¿Cuál es la alternativa? Decrecer.
Notas:
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