La libreta de Historia

Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES — Cada mes de julio, al comienzo de las vacaciones, los nichos de basura de la ciudad se llenan de libretas tiradas por los estudiantes que pasaron de grado. Consideran, no sin razón, que sus notas de clase y porquería la misma cosa son.

Como normalmente la basura desborda los tanques y como, además, padezco una extraña atracción por la basura, de vez en cuando me acerco disimuladamente a hurgar.

Entre los desperdicios he encontrado cosas interesantísimas; uno de los trofeos de este verano es una libreta de Historia Universal Contemporánea.

Perteneció a un muchacho consciente y meticuloso que cursaba el décimo grado. Es un primor de libreta y además está muy bien conservada; la recogí para satisfacer una vieja curiosidad: ¿con qué especie de mentiras tupirán hoy a los muchachos? ¿Las mismas con que intentaron taponarme el cerebro a mí?”

La Historia en la libreta

El curso comienza con la Primera Guerra Mundial y desde el principio es perceptible el tufo ideológico y el método “didáctico” que empleó el profesor.

En Argentina das una patada a una piedra y sale un psicoanalista; en Cuba cada piedra esconde a uno o más doctores en Ciencias Pedagógicas. ¿Cómo explicar entonces que a la altura del siglo XXI y luego de que el padre Félix Varela perdiera la voz advirtiendo que aprender de memoria es el peor de los absurdos, la enseñanza aquí siga siendo eminentemente memorística?

La libreta de Historia que recogí de la basura consiste, desde la primera letra hasta la última, en notas tomadas al dictado; ideas que el alumno tendrá que reproducir cual papagayo si quiere pasar de grado.

¿Por qué ese enclochamiento en la memoria? Es un círculo vicioso que hunde sus raíces en la decadencia del sistema. Consecuencia directa del estado miserable en que cae el pensamiento en las dictaduras (tan deteriorado yace el pobrecito que ya ni perseguirlo hace falta), con la vocación doctrinaria del curso, que no da gusto a nadie ni chance a crear y con la celosa vigilancia de los comisarios políticos.

Lo peor es que todos los actores: padres, maestros, pedagogos, mass medias y hasta los estudiantes colaboran para que la maquinaria siga funcionando de manera morbosa; es sistémico.

Pero vayamos al contenido.

El curso comienza con la Primera Guerra mundial, enfocado hacia la Gran Revolución Socialista de Octubre y con especial énfasis en Lenin y el Partido Bolchevique.

La libreta describe a la Rusia de principios del XX como un país semifeudal donde casi toda la población era pobre y analfabeta. Para más desgracia le echan encima el peso de una guerra imperialista, situación que aprovechan los capitalistas y clases medias para alentar una revolución a la burguesa. Pero entones apareció el gran líder y con su teoría marxista supo orientar a las masas hacia el triunfo del socialismo. Ni los Mencheviques, ni siquiera los Soviets, la salvia de la revolución, son mencionados en esta simplona y aburrida fábula.

Dos clases más allá muere Lenin y no se intenta el más elemental análisis de su figura;   parece que el gran genio no se equivocó nunca. Muerto Vladimir I. comienza la lucha entre las facciones del Partido por llenar el vacío. Entre los líderes en pugna se destacan Lev Troski y Joseph Stalin.

Aparte de estos tres personajes y de la “necesidad histórica” el curso no menciona a ningún otro actor o protagonista de la revolución. El pueblo y los trabajadores sirven de telón de fondo, son el relleno, la masa que sufre o aplaude. Esta manera de contar las revoluciones me suena lejanamente conocida.

Entre las guerras

De lo ocurrido en la URSS entre las dos guerras mundiales la libreta solo menciona logros: meteórica industrialización de un país arrasado, mejora en las condiciones de vida… Nada se dice del férreo control ejercido sobre las “repúblicas”; nada sobre la colectivización forzada en el campo que condujo a la muerte a millones de personas; nada sobre las purgas políticas que llevaron al cadalso a más de 700 mil seres humanos, ni una palabra sobre los campos de concentración donde llevaban a morir de frío y hambre a “la escoria”; nada de la criminal y malintencionada intervención de Stalin y sus secuaces en la guerra civil española; nada, en definitiva, sobre la distopía insufrible en que los líderes del PCUS, con su afán de poder total, convirtieron un proyecto que era la esperanza del proletariado del mundo.

Cuando tocaba enfocarse en la traición del Partido a la Revolución el curso se gira hacia los nazis.

El libro de texto

Para comprobar en qué medida el contenido de la libreta se ajusta al libro de texto oficial pedí uno prestado.

El libro se detiene más en los errores de Stalin pero no deja de ser falaz. Sobre el papel de los trabajadores durante la Revolución, por ejemplo, admite que se organizaron y tomaron las fábricas hasta constituir una fuerza importante. Lo que no dice es que una vez triunfada la Revolución Lenin y su partido aplastaron con ensañamiento y alevosía (acudiendo incluso al genocidio) todo lo que los soviets habían avanzado en el establecimiento de una sociedad no jerárquica, horizontal, única compatible con el socialismo. Stalin fue una derivación diabólica pero lógica de una estructura que ya había consolidado Lenin.

Sobre la colectivización forzada en el campo advierte que se violó el principio leninista de voluntariedad y se ejerció violencia (arrestos y deportaciones). Ahí se agota su afán de sinceridad.

Sobre las purgas en el ejército y en el seno del Partido se explaya un poco más: “Se generó un clima de intolerancia, hostilidad y sospecha, se cometieron crímenes y abusos de poder, se instruyeron procesos judiciales de dudosa honestidad donde fueron condenadas figuras prestigiosas”. Pero falla al explicar cómo tanto desatino deriva lógicamente de la concentración del poder en las manos de la clase política, luego de habérselo arrebatado a la clase trabajadora.

Todos los cursos de historia, concluyamos, simplifican y obvian ciertos detalles de acuerdo a sus prioridades etc. Este, sin embargo, va más allá, este es una burda e intencional manipulación de la Historia. El libro de texto problematiza un poquito más sin llegar a salirse del guión, pero la libreta puede darnos un indicio de lo que está ocurriendo en la realidad concreta del aula y sobre las indicaciones del Programa de Estudio de la asignatura.

Para cerrar los dejo con una “valoración” de un estudiante de décimo grado, muchacho aplicado y consciente:

Maestro: “Valore la importancia de la derrota del fascismo”.

Estudiante: “Le doy suma importancia a la derrota del fascismo ya que abrió el camino a una nueva etapa donde se acabaron los crímenes y los asesinatos, comenzó un nuevo comienzo para muchas personas, se acabó el horror de los campos de concentración, demostró la superioridad del socialismo sobre el fascismo”.

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