La estrategia del comején para exterminar el totalitarismo

Erasmo Calzadilla

Comejen. Foto by Tim-Gage, wikimedia.commons.org

Voy a dar por ciertas dos premisas para este post:
1. En Cuba existe un régimen político totalitario.
2. Es preferible no vivir en un régimen político totalitario.

Partiendo de eso me pregunto ¿Qué podríamos hacer para desterrar el totalitarismo sin que ello conlleve a la instauración de otro sistema más terrible? Habría primero que comprenderlo.

No sé en Corea del Norte pero aquí, en el trópico caribeño, la cadena de mando que desciende desde el Gran Hermano hacia los hermanitos, primitos, pichoncitos etc. no es lineal; tiene más bien dimensión fractal.

Fractal viene de fractura, de fracción. La cadena de mando en Cuba parece quebrada y hasta abierta en muchos lugares. Mientras más lejos del centro te encuentres, los jefes locales se comportan más a su aire; acatan pero no cumplen. Es una actitud tan extendida que uno llega a preguntarse cómo logra la nave mantenerse a flote; porque se tambalea y se tambalea, pero no se hunde.

La respuesta se halla también en el maravilloso mundo de los fractales. Una característica típica de los sistemas fractales es que el patrón básico (del totalitarismo en este caso) se reproduce espontáneamente a nivel micro.

Descendiendo desde los organismos centrales hacia los núcleos del partido, los CDR, los centros de trabajo, las empresas etc. encontrarás siempre el mismo paradigma de relación humana, conformado por un mandamás autoritario que se legitima en un dogma con implicaciones morales y apenas se retroalimenta de sus subordinados.

En el otro extremo de la relación unos subordinados atrapados en las redes del dogma pero deseosos que el gato no esté en casa pa’ hacer de las suyas. Lo curioso es que ello no ocurre solo en las dependencias estatales, sucede también en las iglesias, los negocios privados y en casi todas las familias, incluso en las disidentes anticastristas.

Es más, donde quiera que haya relaciones asimétricas, de dominación, entre las personas unas con otras, entre las personas y los entes espirituales (dioses, ideologías, conceptos), entre las personas y los animales, incluso entre los entes espirituales unos con otros, esa relación sintoniza, se nutre de y tributa indirectamente al sistema totalitario.

Visto así la fractalidad no es un problema sino la condición sine qua non del funcionamiento del aparato.

¿Cómo se combate un sistema de este tipo?

En unas condiciones como las descritas arriba no sirve de nada derribar la figura central (a cualquier nivel) porque esta se volvería a reproducir aún con más fuerzas.

Si queremos un cambio verdaderamente profundo creo que no hay otra vía que ir royendo poco a poco desde adentro el palo, como el comején, estableciendo con nuestros semejantes y no tan semejantes relaciones horizontales, de armonía y mutuo provecho.

Las relaciones de poder simétricas, entre seres libres, son más agradables, generan felicidad, tranquilidad, eficiencia en el trabajo y fortaleza frente a las adversidades.

Hay que ponerlas en práctica, y si salen bien, si se hacen notar los buenos resultados, estaremos promoviéndolas entre aquellos que nos miran. Creo que solo así andaremos en pos de exterminar el totalitarismo sin provocar nada peor.

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