Hacernos sentir como unos nenes

Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES, 3 abr — Esa es mi respuesta a la pregunta ¿Qué busca la policía cubana cuando se pone a pedir documentos personales en las avenidas más transitadas de la ciudad?

El sostenimiento de un sistema como este precisa y procura el alargamiento indeterminado del estadio psicológico infantil. Muchas cosas están dispuestas en la sociedad de manera que garanticen este efecto.

Es tan orgánico que pareciera no depende de nadie, pero sospecho que detrás hay una inteligencia, orgánica también.

Qué buena la salud gratuita y generalizada ¿verdad? Pero si viene acompañada de enajenación, si la gente perdió el hilo de cómo su trabajo se convirtió en servicios de salud entonces queda como un regalo de papa Estado.

Si a ello se le agrega el tratamiento impersonal, de masa, que salvo excepciones brindan los médicos, ya todo está hecho.

No hay nada más efectivo para bloquear la dignidad y retrotraernos al estadio infantil que un extraño, un ser impersonal pagado por otro, zarandeando nuestros recovecos para “nuestro bien.”

La educación gratuita y generalizada a la cubana es otra poderosísima herramienta para convertir la nación en guardería y perpetuar ese estado en que el individuo no abomina sino exige un padre amoroso, no importa (o mejor) si de vez en cuando su mano es también un poco ruda.

Una educación en que los niños no son más que meros pacientes de un proceso de adoctrinamiento que no concluye ni en la Universidad.

El proyecto oficial conocido como Formación de Valores no es, desde mi punto de vista, lo más dañino, porque (casi) nadie se lo cree. Peor es que de forma generalizada los maestros recurran a la violencia verbal (gritos y palabras fuertes) para mantener el orden en el aula. No hay nada peor para la dignidad que los gritos.

Conozco muchos latinoamericanos que quedan encantados, y con razón, con la ausencia de chicos pedigüeños en las calles cubanas, pero algo terrible está sucediendo tras las paredes de las escuelas.

Me he alargado demasiado, quería hablar de la policía y su pedidera de carné. En las avenidas principales (que ya están llenas de cámaras vigilantes) siempre hay un grupo de estos uniformados solicitando a los caminantes (de manera respetuosa cumple el verdadero efecto) documentos de identificación, registrando bolsos etc.

Por supuesto que no están cumpliendo ninguna labor propiamente policial. Su verdadero papel es, desde mi punto de vista, psicológico: engendrar el sentido de desprotección, la sensación de que en cualquier momento te pueden “cargar” y “guardar.” “Cargar y guardar” ¿No es eso exactamente lo que se hace con los niños?

Si usted se porta bien no habrá peores consecuencias: al otro día sale del calabozo con una multa, pero quedara incrustada en su subsiguiente y el de las personas que le rodean una certeza y un sentimiento macabros: papito me levanta del piso y me regaña fuerte cuando quiere, pero en el fondo me cuida y protege.

Eso es más inteligente y “humano” que echar gases lacrimógenos y chorros de agua. ¿No creen?

 

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