Glifosato, en Cuba sato

Erasmo Calzadilla

El linfoma no-Hodgkin entra en esta categoría.

HAVANA TIMES — Desde hace varias décadas el cáncer avanza aceleradamente en Cuba. En 2012 se instaló como primera causa de muerte y no precisamente por el retroceso de las otras maneras de morir.

Las autoridades sanitarias achacan la acometida del cangrejo al envejecimiento poblacional, pero es demostrable que más de un 20 por ciento de los nuevos casos no pueden ser asociados a tal fenómeno. ¿A qué entonces?

Todo parece indicar que un grupo de agentes cancerígenos está aumentado su concentración en nuestro entorno. Ya hemos mencionado al humo-diésel que expelen los carros, al asbesto, a los metales pesados… hoy quiero hablar de otro veneno que se ha colado en nuestras entrañas: el glifosato.

El glifosato es un herbicida de amplio espectro, mundialmente empleado en cultivos transgénicos. Desde marzo de este año la OMS y la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) lo “ascendieron” al grupo 2A*.

Dicha categoría incluye a las sustancias que pueden causar lesiones malignas en seres humanos pero las pruebas no son concluyentes.

Foto del tanque de aceite con la bolsa de yogur de soya

Se sabe que trazas de este elemento químico y otros coadyuvantes tóxicos pasan a los productos agrícolas que luego ingerimos. Linfoma no-Hodgkin es la variante de cáncer más directamente vinculada con el glifosato.

¿Y qué tiene que ver Cuba con esa sustancia?

Desde hace al menos dos décadas el Estado importa alimentos transgénicos para el consumo de la población, sobre todo de los niños. Privados del acceso a los lácteos, los cubanos recurrimos de manera masiva al yogur de soya (que supondremos transgénica mientras no se declare su procedencia).

Otro producto de alto consumo que debe tener al 99 por ciento de los cubanos sudando glifosato es el aceite de soya, uno de los pocos aceites culinarios asequible a los humildes.

En otros países la sociedad civil lucha por sus derechos contra las corporaciones agroindustriales. En Cuba no tenemos esos conflictos porque los intereses del Estado coinciden plenamente con los del pueblo.

Pero volvamos al glifosato. Las mayores cantidades de este peligroso tóxico no entran al país de manera furtiva, infiltradas en los alimentos; toneladas del mismo son rociadas sobre los cañaverales en cada zafra.

¿Azúcar cancerígena?

Lo supe por un artículo laudatorio publicado en Granma unos meses atrás. A continuación un resumen.

Desde hace varios años a la dulce caña cultivada en los campos de Cuba le ha dado por tornarse amarga; o dicho con palabras técnicas, sus niveles de sacarosa han descendido progresivamente. La zafra 2013-2014 dejó de fabricar 100.000 toneladas de azúcar por la “amargura de la caña”.

Granma con la fumigación de los cañaverales

La culpa ha caído sobre el Cambio Climático, que no puede defenderse, pero muchos saben que malas prácticas destinadas a aumentar la producción -entre ellas el abuso de agrotóxicos- han erosionado los que antaño fueron suelos fértiles. [Ver comentarios en el artículo mencionado]

¿Y cómo pretenden resolver esta situación las autoridades del azúcar en Cuba? Los especialistas del ramo decidieron afrontar el dilema aplicando… sí, más agrotóxicos.

En la zafra 2014-2015 las avionetas fumigaron 1400 kilómetros cuadrados de cañaverales (1,2% del territorio nacional) con un kid de productos químicos conocidos como “maduradores”; entre ellos destaca el protagonista de este post, el glifosato.

Pero oigamos la postura precavida, reflexiva y sensata que la población espera de sus científicos, funcionarios y periodistas. Las negritas van por mí.

Tomado del artículo de Granma

Periodista Arianna Ceballos: “La aplicación de maduradores constituye entonces, a juicio de diferentes expertos, una práctica eficiente para lograr mayor rendimiento industrial en los inicios de la zafra”.

Cándido Pérez Oramas, especialista de caña del Grupo Azucarero Azcuba: “Precisamente para contrarrestar estos factores adversos se han previsto y creado las condiciones para potenciar al máximo la aplicación de maduradores en esta zafra y así propiciar una mayor calidad de la materia prima…”.

Oramas: “la aceptación de madurantes por los productores es muy importante pues quedan aún lugares donde hay dudas y preocupaciones, sustentadas fundamentalmente por las dificultades que se presentaron en otros momentos”. [El artículo no menciona cuáles fueron estas dificultades].

Oramas señala “como punto de mayor tensión la disponibilidad de los medios de aplicación requeridos —aviones— para realizar los tratamientos según los ciclos que requiere el ritmo de la zafra”.

Directivo de la Empresa Nacional de Servicios Aéreos [los que suministran las avionetas]: “…después del control aéreo del mosquito en los polos turísticos y en las ciudades, y la aplicación de determinados productos al arroz, la aplicación de maduradores constituye una de las tareas más significativas que realiza la institución”.

Periodista AC: “El empleo de madurantes requiere de gran disciplina y rigor técnico por parte de todos los implicados en el proceso de aplicación y manejo de la caña tratada, con el objetivo de obtener los mayores beneficios posibles”.

Protesta contra Monsanto

Funcionario: “para los productores constituye una ventaja pues se les paga más por cada tonelada de caña a la que se le haya aplicado el madurador”.

Periodista AC: “Estimaciones realizadas por los funcionarios de Azcuba indican que la aplicación de los maduradores a las 140 000 hectáreas planificadas para esta zafra pueden aportar al país más de 10 millones de dólares, con la misma caña, los mismos centrales, los mismos equipos y trabajadores, con solo una inversión de unos dos millones de dólares por concepto total del tratamiento”.

Ni una sola vez el artículo abunda sobre los riesgos de aplicar maduradores. Todo se resume en los altos rendimientos, beneficios y dólares que se esperan obtener alterando los ciclos de la naturaleza.

Los grandes medios internacionales, que según los voceros del Partido Comunista están al servicio del gran Capital, reflejaron la noticia en sus páginas y abundaron sobre los peligros de consumir alimentos contaminados con glifosato.

¿Y en nuestra prensa revolucionaria?

Hasta donde sé aparecieron solo dos noticias sobre el tema.

Una foto, publicada por el diario oficial Juventud Rebelde, de una manifestación contra Monsanto. La nota al pie decía: La Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció que el glifosato, ingrediente activo del herbicida Roundup, el más utilizado de Monsanto a nivel mundial, está clasificado como probable carcinógeno para los seres humanos.

Y un artículo, publicado por Granma, sobre los riesgos de beber mate caliente si está contaminado con glifosato.

Para los que no saben mucho de Cuba, acá no solemos beber mate, pero sí consumimos mucha azúcar, “enriquecida” con glifosato. Aclarar, además, que esas notas aparecieron en la edición digital, inaccesible a la mayoría de los cubanos.

Granma sabe, porque ellos mismos lo anunciaron con entusiasmo unos meses antes, que en Cuba se usa glifosato en el cultivo de la caña. Los directivos de ese y otros órganos de prensa oficiales deben haber cavilado más o menos así:

“Al pueblo cubano, que sufre actualmente una “epidemia” de cáncer, le convendría saber que unos de los alimentos más populares y consumidos podría estar contaminado con una sustancia cancerígena.

Nosotros tenemos el deber humano y la responsabilidad periodística de informarles, sobre todo teniendo en cuenta que poseemos el monopolio de los medios de comunicación. Sin embargo, por tales razones, presiones y compromisos nos vamos a quedar con la boca cerrada”.

Luego de un semestre todavía estoy esperando el pronunciamiento de las autoridades sanitarias. Como sé que ellos velan con celo paternal por nuestra salud y están investigando a fondo el asunto, quiero enviarles una carta expresándoles mis preocupaciones. Pondré un borrador en los comentarios por si se animan a hacer aportes y sugerencias.
—–
Nota:  Categoría 2A de la IARC: Cuando existen pruebas suficientes de que un producto puede causar cáncer a los seres humanos, pero no son pruebas concluyentes.

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