Democracia en tiempos del declive energético

Erasmo Calzadilla

Granos de maiz. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Para este post voy a partir de dos presupuestos:

1)     En Cuba no existe democracia. No hay manera de que los individuos, independientes u organizados, puedan incidir o modificar de manera alguna las decisiones de quienes manejan las riendas de la nación. Tampoco se trata de una dictadura típica, sanguinaria, sino de una peculiar basada en la aniquilación de la sociedad civil.

2)     Con los recursos agotados y el medio ambiente dañado la civilización industrial va cuesta abajo. El desarrollo progresivo a que nos acostumbró la segunda mitad del siglo pasado es hoy una utopía.

Lo interesante es que no son fenómenos aislados; la democracia y la crisis civilizatoria se condicionan mutuamente. En este post intentaré averiguar qué sucederá con la primera a medida que se afinque la segunda.

La democracia es una de las cumbres del proyecto humano; sin ella seríamos bichos crueles sedientos de poder. La poca democracia de que han gozado algunos pueblos en determinados instantes de la historia ha sido propiciada por la confluencia de ciertos factores que intentaré resumir: necesidades elementales garantizadas, relativa autonomía en lo micro y lo local con respecto a lo macro, flexibilidad de los dogmas religiosos y sobre todo predominio de una cultura que sanciona la justicia, la fraternidad, la virtud y la dignidad de las personas.

En la segunda mitad del siglo pasado la democracia llegó más lejos que nunca. Sin embargo, a medida que occidente se enriquecía gracias (entre otras cosas) al tesoro que manaba del subsuelo, la naturaleza y los presupuestos de la democracia cambiaron radicalmente.

La virtud, por ejemplo, dejó de ser condición indispensable. Hoy por hoy una nación puede estar integrada por una mayoría de idiotas (en el sentido ancestral de la palabra), alienados y consumistas que pasan de la cosa pública y pese a ello ser considerada “libre y democrática”; basta que sea próspera, bien artillada y conectada a la cultura hegemónica. Que nadie se engañe, es la degeneración del proyecto.

En Cuba

En sintonía con lo anterior, muchos de los que añoran y trabajan por la “restauración” de la democracia en la Perla del Caribe consideran que el camino pasa por el desarrollo económico y la apertura al mundo. Cuando los individuos puedan viajar libremente, conectarse a la web sin restricciones y gozar de las ventajas y comodidades de la vida moderna ya no soportarán que un tiranillo provinciano los vapulee a su antojo.

Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis de Victor Vasnetsov

El confort ablandará a los tercos que aún creen en las bondades del régimen; empleo y salarios dignos contendrán el pernicioso barrioterismo que asola la cultura y enajena a los jóvenes; Internet barrerá los fundamentos de la dictadura de manera más contundente y radical que todas las agresiones del imperialismo y sus secuaces.

El único problemita es que todo lo anterior se consigue haciendo crecer el PIB pero tal cosa no es posible en tiempos de declive energético.

La realidad

Demasiado tarde. La crisis arrecia y la oportunidad de derrocar al régimen vía Facebook o mostrándole a la gente la buena vida que se está perdiendo decrece minuto a minuto. Pero calma, no desesperemos, porque el fin del petróleo barato sí podría significar una oportunidad para la democracia.

La dictadura que comenzó en el 59 ha sobrevivido gracias al monopolio sobre los servicios de salud, sobre la educación, los medios de comunicación y los de producción. Tan vasto control solo es posible contando con abundante aceite de roca; el día que el oleoducto escupa fango, hasta ahí llegó la fiesta. No hay que ser profeta para darse cuenta, ya lo vivimos durante el Período Especial.

El crash civilizatorio vendrá acompañado de los jinetes del apocalipsis; la buena noticia es que esos mismos demonios romperán las cadenas que atan a los individuos y comunidades al Estado totalitario y paternalista.

Con el debilitamiento del Centro será favorecido lo local, lo comunitario, las relaciones horizontales y todo un grupo de virtudes concomitantes sin las cuáles es imposible gestar una verdadera democracia. El problema es que junto a las virtudes también vendrán los vicios.

Conclusión

Puede que en un futuro marcado por el declive energético la democracia vuelva a estar al alcance de la mano, el único “inconveniente” es que habrá que pelear por ella a la antigua: en la manigua machete en mano, desde el exilio o la cárcel con pluma y tintero, alzados en las montañas o clandestinos en la ciudad ¿Estaremos a la altura?

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