Erasmo Calzadilla
HAVANA TIMES — Cuando Fidel Castro decidió participar en el conflicto angolano de finales del siglo pasado, cualquier cubanito con la edad y el físico adecuado podía verse transmutado, de la noche a la mañana, en soldado internacionalista. Miles perdieron la vida y no pocos regresaron de la guerra con traumas incurables.
El objetivo era, en apariencia, repeler a los invasores sudafricanos, pero no es un secreto que “nuestras” fuerzas favorecieron, de entre las facciones angolanas en querella, al bando rojo.
Ironías de la vida, a casi dos décadas de concluida la contienda, esa nación africana marcha por un rumbo diametralmente opuesto al socialista. Y al vagón de su prosperidad estilo capitalismo del tercer mundo muchos compatriotas se apresuran a trepar.
Pero no es tan sencillo. Cuando a Angola se iba a danzar con la muerte, los gobernantes de la mayor de las antillas organizaron el reclutamiento de manera que hasta el más humilde guajirito de las montañas podía “sacarse la lotería”.
Sin embargo hoy, que Angola ofrece trabajo bien remunerado y la posibilidad de salir de la miseria, la burocracia maneja el asunto a sotto voce. Tengo un montón de amigos y conocidos que quisieran apuntarse pero no saben quién tiene la lista, qué puerta deben tocar, en qué oficina se reparte el pastel.
¿No deberían los medios oficiales brindar una información transparente sobre este regreso a una Angola de oportunidades? ¿O es que la elite prefiere mantener en secreto a la gallinita de los huevos de oro?
Si algún lector conoce detalles sobre el asunto, por favor publíquelos en un comentario para que todos nos enteremos.
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