Cuba: Entre el postotalitarismo de izquierda y la dictadura de derecha

Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES — A menudo digo de este régimen es una dictadura totalitaria, y al decirlo descongestiono de golpe el malgenio que me genera. Lástima que en español no exista un término tan expresivo y contundente como totalherrschaft.

Pero en honor a la verdad no estoy muy seguro de que a este sistema le sirva el sayón. Me explico.

El totalitarismo está definido por un conjunto de características, algunas de ellas se cumplen aquí; otras no. Las que dependen del Estado-Partido tienen una “tasa de sobrevivencia” más alta. Enumero:

  • Autoridad ejercida jerárquicamente.
  • Control total de los medios de difusión y comunicación y uso de los mismos con fines propagandísticos.
  • Solapamiento de funciones entre el Estado y el Partido Único.
  • Existencia de una policía secreta cuyos límites de acción no parecen acotados por la ley.
  • Adoctrinamiento intensivo y explícito de niños y jóvenes.
  • Control ideológico de aspectos claves de la sociedad como la cultura y la economía.
  • Persecución y demonización del Otro; la disidencia en nuestro caso.
  • Liquidación de la democracia representativa. El líder se comunica con la gente de manera directa.

Ahora bien, el totalitarismo no es un mero autoritarismo; para conseguir el control TOTAL precisa de la complicidad y el entusiasmo de las masas. Podemos decir que un pueblo transita por una fase totalitaria si:

  • El miedo a quienes amenazan al estado-nación (aristócratas, burgueses, capitalistas, comunistas, anarquistas, potencias extranjeras) se ha convertido en histeria colectiva.
  • Ha perdido la confianza en las instituciones políticas y apela a una unidad cargada de trascendencia y mística.
  • Añora la llegada de un caudillo carismático que encarne el espíritu de la comunidad y emprenda la batalla contra los demonios.
  • Posee fe ciega e irracional en el triunfo final del proyecto.

¿Clasificamos?

Durante los primeros años de la Revolución sí; luego ya no tanto. Algunos viejos estalinistas ubicados en altos cargos se empeñan en restablecer la pureza ideológica y la euforia cederista pero el espíritu de los tiempos sopla en otra dirección; hasta el general presidente parece soplar en otra dirección.

La gente está harta de caudillos grandilocuentes y paradas militares. Los países amigos y vecinos tienen acceso fácil a Internet, vida política activa, ciudades modernas, clases medias, altos niveles de consumo… “¿Por qué nosotros no?”. El sentimiento de pertenencia a una identidad (nacional, cultural, ideológica o espiritual) es de tendencia light, no son tiempos de fundamentalismos. Percibo una corriente de opinión no despreciable en favor de la libre empresa. Si a todo lo anterior le sumamos el espíritu guarachero e indisciplinable que “nos” caracteriza resulta extremadamente difícil encajar esto en el molde de un totalitarismo. ¿Dónde pues?

El pos-totalitarismo sería algo así como el remanente que deja un sistema totalitario (no lo bastante grande para estallar, como la URSS) cuando consume las “energías” sociales que le dieron vida. El gobierno, ya sin respaldo popular masivo, se torna cada vez más autoritario; pero se trata de un autoritarismo cansino, sostenido más por la inercia que por las armas y la violencia. El pueblo, sin embargo, permanece varado en una especie de totalitarismo light; lo digo pensando en Cuba.

La liquidación de las instituciones, de la vida civil y comunitaria de la nación y el atentado al trabajo y a las organizaciones laborales, entre otros terremotos acontecidos en el marco de la Revolución, han engendrado aquí una especie de empoderamiento populachero no carente de rasgos totalitarios. Por bromear diría que se trata de un totalitarismo emergente, comunitario, horizontal, autogestionado, profundo.

Aquí no hay vida para los mareao’

El totalitarismo de la plebe no es político, fanático, obstinado ni cruel, como su predecesor, pero a base de micro agresiones va devastando la resistencia de quien no comparta sus principios y valores. Los sufren especialmente aquellos que insisten en considerarse Personas, portadores de una individualidad inalienable, irreducibles a hombre-masa.

Los emprendedores, los creativos, los inteligentes, los talentosos, los madrugadores, los sacrificados, los estudiosos, los trabajadores, los que cultivan con paciencia algún valor que demora en dar frutos, los no violentos, los que detestan el ambiente, el trapicheo y la ilegalidad se frustran en un entorno tal. Algunos se trancan en su casa y otros se van del país complicando aún más la situación.

Perspectivas

Si el potaje descrito arriba lo ubicamos en el entorno del declive civilizatorio global la mezcla se vuelve explosiva. Distingo tres escenarios posibles; dos probables y uno milagroso.

  1. El país se torna ingobernable, con caos, inseguridad y pobreza creciente. Termina siendo controlado por mafias y hermandades patriarcales.
  2. Como reacción a lo anterior el Estado se pone las pilas e intenta restaurar el orden a metralla limpia sin descartar alianzas con algunos grupos mafiosos. Llamaría a esto una mexicanización de la sociedad.
  3. Entre la espada y la pared, golpeado por unos y por otros, el pueblo se crece, madura, se arma, se organiza y decide luchar por sus intereses. Algo que también ha comenzado a ocurrir en México.

Termino el post con una pregunta. Si lo anterior sucediera y le es posible escoger ¿en qué bando combatiría usted?

 

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