Cómo prepararnos para un huracán más poderoso que Sandy

Erasmo Calzadilla

Cafetería. Foto: Juan Suarez

HAVANA TIMES — Si damos crédito a la ciencia y a nuestros sensores biológicos de temperatura, en menos de dos décadas la civilización industrial y el mundo en que vivimos estarán boqueando. La escasez de materias primas, el desastre ambiental y el trauma de la caída desde tanta altura pondrán esto patas arriba.

En los países económicamente pobres e importadores de energía el guateque empezará un poco antes; aquí en Cuba, en cuanto la república bolivariana de Venezuela dé el patinazo.

Con tales nubarrones ya casi encima nuestro ¿no deberíamos estar clavando tablas en las ventanas? Los dirigentes del Estado cubano ¿valoran esta hipótesis al menos como posibilidad? ¿Están orientando correctamente a la gente con vistas a un porvenir que pinta mal?

Prudente sería desconfiar. Ya los Castro nos embarcaron una vez haciéndonos creer que el campo socialista nunca desaparecería. La historia amenaza con repetirse.

¿Qué opinión le merece el panorama óleo-climático al general presidente y su team de asesores?

Siguiendo la ruta de las inversiones estatales podemos vislumbrar por dónde vaga el imaginario de los que llevan las riendas. No me lucen preocupados, más bien dan la impresión de estarse preparando para una temporada de vacas gordas, con hoteles y campos de golf a plena capacidad, comercio internacional en apogeo y marinas repletas de yates.

La decisión de invertir nuestros magros recursos en maquillaje para el gran baile de los dólares y los yuanes me parece arriesgadísima. ¿Construiría usted palacetes (incluyo aquí hasta sofisticados campos de paneles solares) en las narices de un huracán?

Otra fuente para comprender la visión de futuro de Raúl y los suyos es la prensa oficial. Granma (el órgano del PCC), Orbe (de Prensa Latina), Telesur (el canal del ALBA) y el resto aplauden cada pasito hacia el desarrollo (el que se mide a partir del PIB) dado por los gobiernos progresistas del sur de la mano de Rusia y China, y cantan alabanzas por cada nuevo pozo de petróleo puesto en explotación.

Todo lo anterior indica, queridos amiguitos, que estos mandarines nuestros no tienen encendida la luz larga y es muy probable que nos embarquen otra vez.

Incluso, si pese a sus predicciones optimistas la tormenta se desata, lo más probable es que lo encaren arreciando el control policial y ciudadano. No porque sean especialmente malos o brutos, es la lógica del poder. Ellos velan por lo suyo; nosotros deberíamos actuar en consecuencia.

¿Qué hacer entonces?

En el próximo post sigo con el tema.

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