¿Qué nos hiciste Zenón?

Erasmo Calzadilla

Foto: Dany Tamayo

Buen lío me busqué con los estudiantes de la facultad de nucleares el día que les conté que las paradojas de la razón no estaban resueltas. -¡Pamplinas de filósofos trasnochados! – pensaron, -¡Así que Aquiles no puede alcanzar a la tortuga! -y fueron en busca de su libro de análisis donde se explicaba cómo el cálculo infinitecimal había resuelto muchos de estos problemas, especialmente las paradojas del movimiento enunciadass por Zenón*.

Por supuesto que no me creyeron, y mi reputación, que no era muy buena, nunca volvió a ser la misma. Nadie se vaya a creer que entre los científicos y proyectos de científicos no abunda el dogmatismo.

¡Sé razonable, no te vuelvas loco!

El sentido común opone la razón a la locura, y asocia la primera a la mesura en contraposición al arrebato. -Hijito, razona las cosas antes de hacerla- le diría una abuela a su impulsivo nietecito; pocos saben hoy que la razón tiene pies de barro.

Pongo un sencillo ejemplo para comprender de qué estoy hablando: ¿Cómo podríamos valorar si la razón nos está guiando por el buen camino? Tendríamos que buscar a un evaluador que estuviera más allá de la razón, ¡¿o vamos a dejar que la razón se evalúe y felicite sí misma?!

No, verdad, eso sería fraudulento, pero más allá de la razón solo queda la sinrazón. ¿Podemos guiarnos por la sinrazón para valorar el trabajo de la razón? Hasta la pregunta suena absurda.

Estas naderías tienen consecuencias científicas, humanas y civilizatorias delicadas y profundas ¿cuántas crueldades no se han cometido y justificado en nombre de la razón y su primo de sangre el progreso?

Tantear las paradojas de la razón, o sea los límites de la razón, es asomarse a un abismo (al que no le dé vértigo es porque no ha llegado todavía al borde). Ellas son capaces de minar todas nuestras certezas, de paralizarnos y angustiarnos… Habría que buscar una salida.

Una solución es comprender que el pensamiento mismo que conduce a las paradojas es paradójico, lo que cuál no resuelve gran cosa porque este pensamiento que nos permitió comprender lo paradójico de las paradojas también es paradójico, y así hasta el infinito.

Otra salida pudiera ser integrar la razón a la vida, como intentaron varios filósofos españoles del siglo pasado. No nos engañemos con las palabras, vida aquí es sinónimo de irracional; integrar la razón a la vida es lo mismo que integrar lo racional con lo irracional. Suena tan poético como irrealizable es.

Mi solución particular ha sido olvidarme del asunto y seguir echando pa’alante sin cocorearme mucho, pero cuando intento tener la verdad y la justicia por guías el problema retorna.

Si alguien sabe cómo salir de este enredo por favor no se haga de rogar.

—-

*Zenón fue un filósofo griego que enunció un grupo de paradojas que se derivarían de hacer caso a los sentidos, de creer por ejemplo que el movimiento es posible. Como el movimiento no es posible Aquiles, el de los pies ligeros, jamás alcanzaría a la tortuga, por muy ágil que corra. Para Zenón las paradojas no eran todavía de la razón, al contrario, con la guía de la razón las evitaríamos. Luego descubrimos que las paradojas son innatas a la razón misma, y todo está muy confuso.

 

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