La contrarrevolución adopta muchas formas

Elio Delgado Legón

HAVANA TIMES – No ha existido en el mundo ninguna revolución que no haya tenido que enfrentar la contrarrevolución. La Revolución cubana no es la excepción.

Desde los primeros años, después del triunfo del primero de enero de 1959, los primeros contrarrevolucionarios fueron militares batistianos que no pudieron abandonar el país como sus jefes y fueron estimulados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos para que lucharan desde adentro, con la promesa de que en poco tiempo todo volvería a ser como antes y ellos retomarían las prebendas perdidas.

A los militares se unieron muchos batistianos que habían sido afectados por las leyes revolucionarias y algunos aventureros que creyeron en las promesas de la CIA y se convirtieron en asesinos de campesinos, maestros y alfabetizadores. Esa es una historia bastante conocida y ya se sabe cómo el pueblo, unido al Ejército Rebelde acabó con esa etapa y esa forma violenta de la contrarrevolución.

Otra forma, no menos violenta, fueron los atentados con bombas en sedes diplomáticas de Cuba en el exterior y en hoteles cubanos, uno de las cuales le causó la muerte a un turista italiano. Y la más abominable de todas, el sabotaje a un avión cubano de pasajeros en el que perecieron a las 73 personas a bordo. También fueron asesinados diplomáticos cubanos en otros países.

Habría que agregar a toda esa etapa los más de 600 planes de atentados al líder de la Revolución Fidel Castro, que comenzaron desde que estaba luchando en la Sierra Maestra y solo terminaron cuando él tuvo que retirarse por enfermedad.

Los Estados Unidos no han renunciado a destruir la Revolución y pusieron sus esperanzas en el bloqueo económico, comercial y financiero, que dura ya más de 55 años, con el objetivo explícito de crear en la población hambre y necesidades que la llevaran al desespero y al derrocamiento del gobierno. Pero el pueblo cubano no cayó en esa trampa y ha apoyado a su Revolución incluso en los momentos más duros, cuando se desintegró el campo socialista, con el que tenía el 80 por ciento del comercio.

El ex-presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dejó bien claro que la política de bloqueo para cambiar el sistema en Cuba había fracasado y tendrían que acudir a otros métodos. Paralelamente al bloqueo han estimulado y pagado una contrarrevolución interna a la que han dado en llamar disidencia.

Parece que la palabra contrarrevolución les suena muy fuerte, pero no podemos perder de vista que en Cuba sigue existiendo una Revolución hecha por el pueblo y para el pueblo, y todo lo que se le oponga no es otra cosa que contrarrevolución, organizada y pagada por el gobierno de Estados Unidos.

No niego que puede que exista algún incauto que crea realmente que la situación económica de Cuba va a dar un salto espectacular si se regresa al sistema capitalista o a un término medio entre socialismo y capitalismo, pero los que piensan así y lo divulgan en el pueblo no hacen otra cosa que hacerle el juego al imperialismo, pues eso es precisamente lo que ellos quieren, crear una conciencia de que el sistema socialista cubano ha fracasado y no queda otra salida que abandonarlo.

Nada más lejos de la realidad. El sistema socialista cubano se perfecciona, se actualiza y avanza hacia un desarrollo próspero y sostenible. Claro que el desarrollo no es algo que pueda alcanzar plenamente ningún país subdesarrollado, con pocos recursos económicos si no tiene financiamiento. Pero Cuba avanza en el desarrollo de las bases fundamentales, como son la preparación de una fuerza de trabajo calificada y el desarrollo de la ciencia y la técnica, en lo cual ha alcanzado niveles de países desarrollados, lo que es aceptado internacionalmente, donde el país tiene un alto prestigio.

La contrarrevolución hoy no tiene el carácter violento de antes, pero trata por todos los medios de desprestigiar a nuestro proceso endilgándole calificativos tales como dictadura, régimen totalitario, stalinista, etcétera. Sin embargo, no conozco en el mundo un sistema más justo y más democrático que el cubano, y eso el pueblo lo sabe, porque tiene cultura. Y está alerta, porque sabe que la contrarrevolución adopta muchas formas, algunas disfrazadas.