Irracionalidad de los seres racionales

Elio Delgado Legón

HAVANA TIMES — Desde que tengo uso de razón he escuchado decir que los humanos somos los únicos seres racionales sobre la tierra; sin embargo, cada día me convenzo más que esa racionalidad de los seres humanos es muy relativa, pues no conozco ninguna especie de los llamados irracionales que se dediquen a destruir su hábitat; todo lo contrario, el instinto de conservación de cada especie hace todo lo posible por conservar sus condiciones de vida, reproducirse y cuidar a sus semejantes.

Desde que surgió el capitalismo como modo de producción más adelantado que el feudalismo, el hombre sólo se preocupa de obtener ganancias a costa de lo que sea, incluso de acabar con las condiciones de vida de la especie.

La capa de ozono que cubre la tierra y la protege de los efectos nocivos de los rayos ultravioletas, está siendo atacada constantemente por los gases agotadores del ozono, y aun cuando muchas personas de buena voluntad se preocupan por ello, sobre todo los científicos, los grandes capitalistas no tienen la voluntad necesaria para revertir la situación, pues cambiar la tecnología que utiliza gases agotadores del ozono implica gastos adicionales que reducirían sus ganancias, y la naturaleza egoísta del capitalismo les impide valorar qué puede pasar en el futuro. Sólo les interesa obtener grandes ganancias en el presente sin importarles el riesgo que correrá la humanidad.

Otro tanto ocurre con los gases de efecto invernadero, que están haciendo que la atmósfera se caliente más de lo normal y ocurran fenómenos climáticos y meteorológicos cada día más intensos; sin embargo los capitalistas se niegan a hacer inversiones para disminuir la emisión de esos gases a la atmósfera.

El cambio climático está afectándonos hace varios años y según los científicos, muchos estados insulares desaparecerán tragados por el mar y el resto del mundo tendrá que hacerse cargo de los habitantes de esos países. Sin embargo, los capitalistas de hoy no toman medidas para evitar la catástrofe porque ello implica muchos gastos. No les importa lo que ocurra mañana con el planeta.

Otro tanto sucede con las guerras, siempre innecesarias y cuyo único fin es dominar el mundo para disponer de los recursos naturales que hoy están en manos de otros países. No importa si el uranio empobrecido produce cáncer a millones de personas, incluso a los soldados que lo utilizan en sus armas, las ganancias de hoy del complejo militar industrial lo justifica todo.

Muchas personas de buena voluntad están preocupadas por lo que podría ocurrir si se desata una guerra nuclear, pues sólo una pequeña parte de las armas nucleares que hoy están listas para usarse, podría acabar con la vida en la tierra. El belicismo de la OTAN y de Estados Unidos, tratando de cercar a Rusia y a China podría llevar al mundo a un punto de no retorno.

Cuba, un país pequeño, pobre y subdesarrollado y además bloqueado por el estado más poderoso del mundo, ha dado pasos importantes para la sustitución de los equipos que utilizan gases agotadores del ozono. En primer lugar sustituyó todos los equipos domésticos de refrigeración por otros más modernos que utilizan otro tipo de gas y además se trabaja para cambiar los equipos de refrigeración y climatización, no domésticos, con el mismo objetivo.

En Cuba se dan pasos, en la medida de las posibilidades económicas, para cambiar la matriz energética hacia producciones limpias exentas de gases de efecto invernadero para producir electricidad, como los parques eólicos, los fotovoltaicos y pequeñas hidroeléctricas donde quiera que ello sea posible. Además, se instalan grandes calderas y turbogeneradores en los centrales azucareros para producir electricidad con la biomasa cañera.

Todos estos pasos, unidos a la construcción de biodigestores en todos los lugares donde existan condiciones, para producir biogás y ahorrar electricidad e incluso producirla, tienen como consecuencia que se dejan de emitir a la atmósfera millones de toneladas de gases de efecto invernadero y sustancias agotadoras del ozono. Así debieran actuar todos los seres racionales si queremos salvar nuestro planeta, aunque sus cuentas bancarias estén menos abultadas.