El negocio de la contrarrevolución

Elio Delgado Legón

HAVANA TIMES — ¡Vivir de esto, chico, vivir de esto! Con esta frase expresada por Ricardo Boffil, un connotado “disidente”, cuando era interrogado en el Departamento de Seguridad del Estado, en La Habana, quedó expresada la verdadera esencia de la actividad contrarrevolucionaria en Cuba: un negocio para vivir bien sin trabajar, a costa del dinero de los contribuyentes estadounidenses.

Para nadie es ya un secreto, pues está expresado en documentos desclasificados, que la organización de los cubanos que se exiliaron en Estados Unidos por ser partícipes o cómplices de la sangrienta tiranía de Batista, estuvo dirigida por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de ese país para tratar de destruir la Revolución Cubana.

En fecha tan temprana como el 17 de marzo de 1960, en una reunión para “definir el futuro de Cuba”, el presidente Eisenhower planteó que cada uno de los allí reunidos debía estar preparado para jurar que no escuchó nada de lo dicho en esa reunión y que la mano de Estados Unidos no debía aparecer en nada de lo que se hiciera. Es decir, la idea era utilizar a los cubanos exiliados para atentar contra la Revolución, dirigidos por la CIA, y para ello el gobierno de Estados Unidos estaba dispuesto a gastar grandes sumas de dinero.

Desde entonces, muchos cubanos emprendedores descubrieron la forma de hacerse ricos en Estados Unidos, sin trabajar: sólo con el negocio de la contrarrevolución.

Uno de los informes desclasificados es del General Kickpatrick y plantea textualmente la “formación de una organización de exiliados” y la “creación de una oposición dentro de Cuba”. ¿De qué forma se podían lograr ambos objetivos? Repartiendo mucho dinero, pues ni la organización de exiliados, ni la oposición dentro de Cuba existían hasta que la CIA comenzó su “trabajo”.

Cada año, el presupuesto del gobierno de Estados Unidos contempla sumas millonarias destinadas a la subversión en Cuba. Sólo en pagar a periodistas de otros países para mantener una propaganda anticubana, que contribuya a crear un estado de opinión adverso a Cuba, se gastaron en los últimos seis años casi 700 mil dólares; es decir, más de cien mil por año, sólo por ese ”trabajito”.

Dentro de Cuba, se ha demostrado más de una vez, cómo los pequeños grupos de disidentes reciben sus salarios en dólares para mantener una oposición ficticia al gobierno.

Recientemente, han sido develados los verdaderos “ideales” de la famosa bloguera “disidente” Yoani Sánchez, cuando el periodista, escritor y traductor italiano Gordiano Lupi, quien traducía el blog de Yoani para el periódico La Stampa, con el cual tenía un contrato, le escribió una carta abierta, de la cual sólo mostraré unos fragmentos para no extenderme demasiado.

“Yoani Sánchez ha rescindido su contrato con La Stampa y me ha convertido en un hombre libre que hasta ayer no podía decir lo que pensaba, ya que la traducía (…). Tengo la culpa de haber creído en la lucha de Yoani Sánchez (…), He tenido que enterarme – a golpes de amargas decepciones – que la oposición de Yoani Sánchez era letra muerta (…), me he dado cuenta de que he tratado con una persona que le da la máxima prioridad a intereses para nada idealistas”, expresa Lupi en su carta, y agrega:

“He creído en una lucha ideal que no existía. En realidad el objetivo de Yoani Sánchez siempre ha sido el de hacerse rica y famosa. Ahora lo ha conseguido.

“Ella solo necesita que alguien la financie, que se lea en Miami, mucho en España, que la comunidad cubana siga ilusionándose con una paladina inexistente.”

Así piensa Gordiano Lupi de Yoani Sánchez y debe tener razón, porque la ha conocido bien. El resto de los que se autodenominan disidentes no difieren mucho de Yoani. Todos, lo que quieren es: ¡vivir de esto, chico, vivir de esto!