Contraofensiva de la derecha latinoamericana

Elio Delgado Legón

HAVANA TIMES — Luego que las sangrientas dictaduras militares se hicieron insostenibles en América Latina, el imperialismo norteamericano optó por sustituirlas por gobiernos democráticos neoliberales que garantizaran su influencia en la región, pero ante el fracaso del neoliberalismo y el empeoramiento de las condiciones de vida de los pueblos, los partidos de izquierda, progresistas o nacionalistas han ido tomando el poder en la mayoría de los países de Latinoamérica y el Caribe.

Ante las sucesivas derrotas en las urnas, la derecha ha ensayado una nueva modalidad de golpe de estado: el llamado golpe blando o golpe parlamentario, para poner en el poder a un gobierno civil que restaure el neoliberalismo, pero los pueblos tienen cada vez más conciencia política y se hace más difícil engañarlos.

En Venezuela lograron el apoyo de un pequeño sector militar y estuvieron a punto de asesinar al Presidente Chávez, pero la mayoría del ejército y el pueblo revolucionario, que se lanzó a las calles, restituyeron a su Presidente en el poder.

En Honduras, los militares al servicio de la oligarquía local y del imperialismo norteamericano, secuestraron al presidente Manuel Zelaya y lo llevaron hasta Costa Rica y le prohibieron regresar a su país, si quería conservar su vida.

En Paraguay, el presidente Fernando Lugo fue víctima de un golpe parlamentario con falsas acusaciones de las que no se le permitió defenderse.

En Ecuador hubo un intento de golpe de Estado, tomando como pretexto un descontento manipulado en la policía, pero la actitud valiente del presidente Rafael Correa y la intervención del ejército dieron al traste con los planes golpistas.

He señalado los cuatro ejemplos más palpables de la desesperada contraofensiva de la derecha pro-imperialista, pero podría agregar el intento de dividir a Bolivia, que también fracasó, y la desestabilización de Venezuela con las llamadas guarimbas, con el objetivo de poner en crisis el gobierno de Nicolás Maduro, que resultó electo en las urnas, luego del fallecimiento del presidente Hugo Rafael Chávez Frías.

En el caso de Venezuela, al ver fracasados sus intentos desestabilizadores, la derecha ha acudido a métodos verdaderamente fascistas al asesinar al joven parlamentario Robert Serra y su compañera, e intentar hacer lo mismo con otros dirigentes del gobierno.

Pero no es de extrañar que la derecha latinoamericana acuda a métodos fascistas, si es la misma derecha que durante muchos años apoyó a las dictaduras militares que utilizaban esos mismos métodos, torturando, asesinando y desapareciendo a cientos de miles de personas. Eso será lo que le espere a los pueblos que, confundidos con la avalancha de propaganda que reciben por los medios, que son propiedad de la derecha, voten por los candidatos que les proponen esos medios.

Si aun siendo oposición, son capaces de asesinar a los contrarios políticos, ¿de qué no serán capaces si alcanzan el poder?

Los pueblos latinoamericanos han aprendido la lección: sólo con los gobiernos progresistas han tenido acceso a la redistribución de las riquezas, han visto disminuir la pobreza, han recibido atención médica y educación gratuitas y pueden ver el futuro con más esperanza.

Ante la desesperación de la derecha fascista por tomar el poder y administrar los países como fincas particulares, para hacerse más millonarios de lo que son, sólo cabe cerrar filas y unir a la izquierda junto a los movimientos sociales, para no dejarse arrebatar nunca más la posibilidad de hacer felices a nuestros pueblos. Sólo así se podrá derrotar la contraofensiva que lleva a cabo la derecha latinoamericana.