Tributo al dramaturgo cubano Carlos Felipe
Dariela Aquique
HAVANA TIMES — Hoy se cumplen cien años del nacimiento de Carlos Felipe Fernández, quien junto a Virgilio Piñera y Rolando Ferrer, integró la tríada de los llamados dramaturgos de transición, que representan la mejor literatura dramática de la isla entre los años 40 y 60 de la pasada centuria.
De humilde procedencia, nació en un barrio habanero en 1914. Se educó de manera autodidacta. Estudió gramática, literatura, inglés, francés, música y armonía.
A los once años escribió su primera pieza sin haber ido nunca al teatro. A los diecisiete comenzó a trabajar en un café y, más tarde, en la Aduana capitalina. Experiencia de vida está que le aportó elementos cardinales para su prolífera creación dramatúrgica.
Desde lo conceptual sus obras se caracterizaron por constantes acercamientos al mundo de la marginalidad y desde el punto de vista sicológico por la búsqueda interior de sus personajes, bien a modo de reafirmación o de negación.
Siempre desde la perspectiva de la experimentación escénica, lo que hoy se ha dado en llamar intertextualidad, podría decirse que tuvo en Carlos Felipe a un precursor. Adaptó a la escena cubana las tendencias más renovadoras del teatro europeo.
Nos dejó títulos como Esta noche en el bosque (1939), Tambores (1943), Capricho en rojo (1948), El travieso Jimmy (1949), Ladrillos de plata (1957), El alfabeto o La bata de encaje (1962), De película (1963), Los compadres (1964), Ibrahim (1968).
Notables también La bruja en el obenque y El Chino, obra que marca su etapa de madurez, considerada entre las diecisiete piezas cubanas más importantes del siglo XX. Ha sido comparada con Esta noche se improvisa la comedia, de Luigi Pirandello.
Pero su máxima consagración, sin duda alguna fue Réquiem por Yarini (1960) estrenada cinco años después. Esta tragedia fue inspirada en un personaje real Alberto Yarini Ponce de León, un singular y temerario varón, dotado de gran carisma personal, don de liderazgo y gusto por el vicio. Que también logró alcanzar grandes triunfos sociales y que de no haberle detenido la muerte, pudo haber llegado hasta el Palacio Presidencial de la República de Cuba.
La tragedia musical La vida en rosa (1999) por Teatro Buendía y las películas Papeles secundarios (1989) y Los dioses rotos (2008), han sido versiones y adaptaciones al cine y al propio teatro.
Carlos Felipe tuvo una columna en La Gaceta del Pueblo y fue crítico teatral y cinematográfico. En 1961 trabajó como asesor literario del Conjunto Dramático Nacional y en el Departamento de Teatro y Danza del Consejo Nacional de Cultura.
Sin embargo, no sé por qué razón fue poco valorado entre sus contemporáneos y en sentido general la crítica y los especialistas no le han hecho del todo justicia. Tres de sus obras se publicaron por primera vez en una edición universitaria en los Estados Unidos, trece años después de su muerte. Felipe falleció en 1975.
Yo con este post le rindo un modesto tributo a uno de los más importantes teatristas cubanos.