Liberar las fuerzas productivas (II)

Dmitri Prieto

No discrepo y no puedo discrepar que la liberación de las fuerzas productivas en Cuba es algo necesario, por no decir imprescindible. Soy partidario de la libertad del ser humano.  Ser creador y productivo forma parte de esa libertad.

Ahora bien, ¿cuáles son las opciones que tienen ante sí una empresa o entidad presupuestada que ahora está ante la penosa obligación de reducir plantilla?  ¿Cuán legítima puede ser esa reducción a los ojos de los propios trabajadores si tales opciones no han sido valoradas adecuadamente?

Me explico: en Cuba, las entidades están muy constreñidas en sus propias posibilidades de producir.  Por ejemplo, muchas veces para satisfacer sus necesidades aun teniendo dinero tienen que comprar un determinado tipo de producto, y no otro (por ejemplo, un determinado tipo de sillas, o de mesas, o de computadoras).  El objeto social (conjunto de actividades que la entidad está autorizada a hacer) se decide exclusivamente a nivel central, por comisiones ministeriales.  Hay actividades que las entidades por su capacidad pueden hacer y por alguna razón burocrática no se les permiten.

Imaginemos un centro investigativo que tiene una excelente colección de piezas de patrimonio histórico, dispuesta en salas de exhibición.  Lo lógico sería que pudiera dar acceso al público para que se disfrute de ese patrimonio, y cobrar digamos 5 pesos MN a los cubanos y 5 CUC a los extranjeros.  Con el ingreso generado se podrían pagar salarios y resolver otros problemas del colectivo.  Pero no es el colectivo el que decide.

O por ejemplo darle tutorías a estudiantes y postgraduados extranjeros que hacen tesis sobre Cuba.  Ellos pagan, y el colectivo utiliza los fondos generados.  Pero no es el colectivo el que decide.

Una Casa de Cultura podría impartir a turistas clases se salsa o de rumba, y un Taller Comunitario, dar cursos sobre religiones afrocubanas a los estudiantes extranjeros.  Pero no son sus colectivos los que deciden.

Ayer fui a comprar viandas al mercado. Estuve entre los primeros de la cola. Pero hubo que esperar cerca de una hora, porque el vendedor fue a dar el “parte.”  El “parte” a la burocracia, que sólo “hace su trabajo.”  Mientras la burocracia controlaba la realización del servicio –cumpliendo importantes órdenes de arriba-, ese servicio no se estaba prestando. Porque la burocracia sólo genera ordenes, reglamentos, inspecciona y exige partes, pero no es el colectivo del puesto de viandas el que decide.

¿No sería lógico, por tanto, antes de “liberar” de sus contratos a la fuerza de trabajo darle primero la libertad de decidir colectivamente qué más y cómo se puede producir en el mismo lugar?  Control obrero, le llaman.

Cornelius Castoriadis habla de la “quiebra fraudulenta” del “socialismo realmente existente” europeo.  No solo quiebra, sino también fraudulenta.  Porque la burocracia misma decidió irse a la quiebra y “liberar las fuerzas productivas.”  Liberar, en el sentido capitalista. ¿Y quiénes entonces se convirtieron en capitalistas? ¡Jeje!

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