Dmitri Prieto
La Libreta de Racionamiento resiste a desaparecer. Y es que no se han elaborado aún alternativas para proteger a los más desfavorecidos…
En las bodegas estatales, siguen vendiendo una canasta mínima de productos, y las familias cubanas mandan a sus emisarios para comprarlos con la Libreta, a precios más bien simbólicos.
Algunos (de hecho, la mayoría) de estos productos se adquieren también “por la libre” (sin racionamiento) a proveedores particulares o en mercados estatales en “moneda nacional” o en CUC (“shoppings”).
Y no hay garantías que en un determinado mes un determinado producto que viene por la libreta sea idéntico al que llegó el mes anterior.
El caso más clásico y patético, hace como un año, fue el de la sal.
Cada provisión de sal era de un país diferente (fundamentalmente, de Suramérica, pero en una ocasión vendieron sal española).
El folclorismo del caso de la sal se acentúa por el hecho obvio de que Cuba es una isla rodeada de agua salada – y estuvo importando sal.
Hace unos días me sorprendió otro fenómeno:
Vendieron por la libreta (a precio simbólico) un paquete de espagueti por persona del núcleo familiar. El paquete era prácticamente idéntico a algunos de los que venden en la “shopping”. Producto cubano.
Pero había una interesante diferencia: el peso de los espaguetis se ofrecía con un sesgo de +/- 10 g.
O sea, el “impuesto” en especie (sustracción espontánea) que la cadena agro-alimentaria cobra a los compradores para sostener a cada uno de sus componentes ya se volvía legal: tal fue la interpretación que muchos sacaron de la nueva “garantía” de los “derechos del consumidor”.
Y Uds., ¿qué creen?
“No nos pagaron el salario completo ni nos dieron pasaporte [ruso]. Estamos ilegales. Nos estafaron,…
Presentamos las noticias internacionales en breve recopilada por Democracy Now el lunes 6 de mayo de 2024.
“¿Alguien sabe cuántas personas realmente producen valor en Cuba, y a cuánto vago por cabeza…
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