Y no es la crisis de los 40

Dariela Aquique

HAVANA TIMES — Hoy es mi cumpleaños, este en un día en que mayormente nos llenamos de alegría y estamos dispuestos a celebrar un aniversario más. Pero les confieso que sentimientos encontrados entre el contento y la tristeza, calzados de una insuperable nostalgia son los que me invaden.

Y no es la crisis de los 40, y el temor a la cada vez más cercana vejez. Es el inevitable balance de vida que hacemos (a veces hasta inconscientemente). ¿Qué hemos hecho?, ¿Qué nos queda por hacer?

Me olvido de las frases hechas,…que la vida se completa, si hemos sembrado un árbol,  tenido un hijo y escrito un libro…Estoy siendo más pragmática, e imagino a muchos de mis contemporáneos les pasará lo mismo.

Nací en el 70, el año de la zafra de los diez millones, y esa pretensión incumplida ha sido una suerte de sino para los que nacimos a solo 11 años de triunfada la Revolución, en plena agitación y con muchos partidarios aún.

Así que fui una pionera revolucionaria, una joven revolucionaria, que leyó los libros de Marx y Engels, que, estudió ruso, que vio partir las tropas para Angola, que recuerda las imágenes en el noticiero de la Embajada del Perú, el éxodo del Mariel y del juicio de Ochoa.

Que desde aquí supo que se derribó un muro en Berlín y que la Unión Soviética, pasaba algo que se llama glasnost y perestroika. Que fue testigo de fervorosos y extensos discursos del Comandante y después también fue testigo de sus balbuceos inconexos y su triste apariencia de hombre de senil.

Les confieso amigos míos, que no sé sí que me estoy poniendo vieja y esto me vuelve más aprensiva. Pero junto a mis años cumplidos he visto a mi país deteriorarse como un libro viejo.

Echaré aun lado mis frustraciones de ser una profesional con una carrera trunca, de poder hacer catarsis solo escribiendo para un sitio no oficial, de no conocer la nieve, de… Me sobrepondré al gorrión y brindaré con mi pareja, dos vecinos, mi padre enfermo y algún que otro amigo que pase por casa.

No estará mi madre que murió con 54 años, después de haber alfabetizado en las montañas, ser joven rebelde, cederista, federada y haber terminado presa de la decepción. No estará mi hermano que se fue como balsero, ni mi única sobrina, que emigró con su madre, ni un montón de amigos que viven en diferentes latitudes del planeta.

No obstante alzaré mi copa y soplaré velitas, daré gracias a la vida como Violeta Parra, y pediré con fuerzas que la providencia, permita que en mis futuros cumpleaños no estén tan lejos tantos seres queridos. Y mi Cuba me resulte menos triste.

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

15 años de prisión a la joven que transmitió las protestas

Se intenta suicidar en prisión Fray Pascual Claro Valladares al conocer su sentencia, de 10…

  • Cuba
  • Opinión
  • Segmentos

“Distorsiones” de moda en Cuba

Nada nuevo, pero resulta que la palabra se ha puesto de moda, y esta semana…

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

San Antonio de los Baños, donde el humor dio paso al dolor

Sin electricidad y sin acceso a la red de redes, así pasan los habitantes de…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.