El peso del azúcar en Cuba

By Dariela Aquique

Cortador de caña. Foto: Bill Hackwell

Era un spot diario, aparecían en la televisión, imágenes de moliendas y cortes de caña y la voz grave de aquel locutor, que decía: ¡Azúcar para crecer…!

El azúcar, las zafras, todo era como algo muy ligado a nuestras vidas, de hecho el año en que nací (1970), se llamó  El año de los diez millones, porque era la meta de producción de toneladas de azúcar a cumplir, y aquello implicaba el esfuerzo de todo el pueblo.

Todos comprometidos, con aquella actitud de absoluta pertenencia que caracterizó a la gran mayoría de los cubanos los primeros 30 años de la Revolución.

Hoy, entre tantos errores cometidos que han lastrado nuestra base económica, el haber descuidado la industria azucarera que era el reglón principal productivo en el país ha sido el más garrafal.

Según estadísticas tomadas de una de las conferencias magistrales del economista Juan Triana, especialista del Centro de Estudio de Economía Cubana y profesor titular de la Universidad de La Habana:

…En estos momentos la taza de crecimiento promedio de dicha industria es negativa.  En los últimos tres años y medios, la industria decreció más de un 50 percent lo que resulta absolutamente ilógico, pues es justamente uno de  los sectores más estratégicos para el país y uno de los de mayores potencialidades, dadas estas por su capacidad y versatilidad…

Siendo el sector del que se tiene mayor conocimiento acumulado no se explota.  Siendo el sector en el que la cifra de fuerza de trabajo es de alrededor de 200 mil empleados, de 4 millones que es la fuerza de trabajo total del país, se desaprovechada su capacidad de productividad.

Esta industria puede producir todo el año: alimentos, energía, alcohol, productos para disimiles usos.  Un central puede generar electricidad a costos menores que en una termoeléctrica, siendo además energía renovable.

Empero dejamos de invertir en la tecnología necesaria para desarrollar esta industria, puede decirse que es un sector casi quebrado, evidenciado con el cierre de centrales.  (En el año 59 contábamos con cientos de centrales azucareros y hoy quedan en activo un aproximado de 60)

Incurrimos en errores estratégicos de priorizar otros sectores, que han dado a largo plazo ciertos ingresos en divisas, pero nunca en la magnitud que podía hacerlo el azúcar.  Y es que el azúcar es ahora mismo la mercancía del mercado mundial más estable y sus precios han llegado a cifras de 500 dólares la tonelada y paradójicamente no tenemos azúcar para exportar.

Decían nuestro abuelos: “sin azúcar no hay país” e insólitamente hemos sobrevivido, claro que en condiciones económicas paupérrimas.  Dependíamos en un 85 percent de los financiamientos del azúcar que se le vendía a la Unión Soviética, desde los años 60 hasta la caída del campo socialista.

El azúcar es parte de la historia de Cuba.  Ahora enfrascados en la labor de recuperar la industria azucarera, una de las prioridades de la nueva política económica de la actual dirección del gobierno.  Nos hace replantearnos tácticas fallidas.  Se necesita azúcar…azúcar para crecer.

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