José Martí: confusión y cansancio

Daisy Valera

HAVANA TIMES — Fue 28 de enero otra vez, ahora con TELESUR trasmitiendo a los presidentes de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) hablando de Martí como centro de la unidad latinoamericana y caribeña, “en vivo” para los cubanos.

160 años de su nacimiento,  yo indiferente.

Imágenes de una nueva marcha de las antorchas, fuego y banderitas  de papel  que son excusas para la diversión antes que homenaje.

De niña aprendí los Versos Sencillos,  “Yugo y estrella”, “Abdala”; poemas de valentía y sacrificio que me enfrentaron al concepto de patria.

También recité emocionadísima  “La bailarina española” y me intrigó profundamente “La niña de Guatemala”. Amor, desengaño, suicidio. ¿Cómo se sentían los besos de Martí?

Los concursos, los Cuadernos Martianos, sus frases estampadas en cada mural de cada aula.

El Movimiento Juvenil Martiano, un premio “Joven Patria” para aquellos que se destaquen: en el estudio y divulgación de su pensamiento  y  destierren el egoísmo individual.

Desfiles, la Fragua y los Rincones Martianos que inevitablemente me recuerdan el Rincón y el peregrinaje por San Lázaro.

El Héroe Nacional en paredes y vallas, incapaz de equivocaciones y diluyéndose con cada mención en cada nuevo discurso.

Convertida su cabeza en bustos enclavados sin escatimar,  lo mismo en círculos infantiles que en parques.

Martí perdiendo su dimensión humana y convirtiéndose en mito, en objeto de adoración religiosa que demanda rosas blancas.

Una estatua imperturbable lo mismo en la Plaza Cívica de Batista que en la de la Revolución de Fidel Castro.

Otra que con su dedo señala algo que no entendemos, que tiene el seño fruncido. Martí en mármol, en bronce, inmóvil.

Sus palabras repetidas en tantos contextos, sus frases desfilando ante nuestros ojos y  poniéndonos casi al borde de la histeria: Independentista, republicano.

Su idea del Partido Revolucionario Cubano (PRC) como justificación del actual sistema de partido único.

Martí metido a empujones en una constitución proclamada también marxista-leninista.

Finalmente: un fantasma difuso a fuerza de 50 años de contradicciones.