Carlos Fraguela
Al Salado se llega por la carretera que conduce al Mariel. Fui en un taxi, pues los ómnibus que antes llegaban allí, ya no lo hacen.
Pude penetrar con facilidad, porque la marea estaba alta y encontré mucha salud en las colonias que vi, este lugar está protegido solo porque tiene menos posibilidades de acceso por la lejanía. Es visitado, sobre todo, los fines de semana por la población de Caimito.
No me dolió tanto el deterioro de las construcciones o las aceras del lugar, como darme cuenta de que el daño que se le hace hoy al mar, por ignorancia, es imperdonable. En la orilla encontré a un hombre que había colectado con su martillo muchos fragmentos de roca coralina que machacaba para sacar los gusanos, que se utilizan como carnada.
En El Salado encontré una colonia del llamado Acropora en forma de plato de más de dos metros de diámetro fracturado en la base por efecto del oleaje. No obstante, todavía quedan lugares donde el coral se ve saludable, especialmente los de difícil acceso.
Tristemente son pocos los lugares donde la actividad humana directa no afecta de modo muy perjudicial. Existen personas que solo tienen como medio de subsistencia la venta de las capturas que hacen en el mar.
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