¿Habrá que regañar a Mandela?

Alfredo Fernández

Las Damas de Blanca en uno de sus marchas en La Habana. Foto: alongthemalecon.com

HAVANA TIMES — En la historia contemporánea es notable el hecho de que cuando el gobierno de Sudáfrica implantó el régimen del Apartheid, Nelson Mandela, por entonces luchador de los derechos civiles y posterior presidente sudafricano, le solicitó personalmente a los EUA arreciar el bloqueo económico contra Sudáfrica, a modo de facilitar la desaparición de un gobierno donde el 12,2 % de la población –los blancos, también conocidos como Bóers- expoliaban impunemente los derechos más elementales del resto de los ciudadanos.

En días recientes ocurrió un intenso debate alrededor del pedido, de algunas personalidades de la oposición cubana al Gobierno de los EUA, de medidas efectivas que aparten definitivamente del poder a los hermanos Castros mediante el colapso económico del país.

Lo que para los admiradores de los Castros es bloqueo, para sus detractores ha resultado no más que un simple embargo, puesto que el Gobierno cubano puede comerciar con el resto de los países, así como adquirir más de cien productos en los mismísimos EUA, esto, siempre que los pague en efectivo.

El llevado y traído tema de la eliminación o continuidad del bloqueo económico al gobierno de Cuba, ha sido quizás el punto más álgido dentro de la oposición cubana, donde dos figuras emblemáticas; la líder de las Damas de Blanco Berta Soler y la bloguera Yoani Sánchez, tienen visiones contrapuestas al respecto.

Para la primera la eliminación del bloqueo significaría una inmerecida victoria política de los Castros, que en nada frenaría los abusos contra la oposición interna.

Sánchez, en cambio, ve en la supresión de la medida la posibilidad de privar al Gobierno de los argumentos que habitualmente utiliza para justificar el estropicio y la ineficiencia que le son inherentes al sistema.

El dato que me conduce a teclear esta nota no es otro que la repercusión en los medios online sobre Cuba, de la petición de Berta Soler al Gobierno de los Estados Unidos de “mano dura con los Castros”, donde su reclamo fue tomado con un amplio espectro de críticas y aceptaciones, aunque las adjetivaciones de anexionista, carente de visión política, desleal a su pueblo y agente de la CIA, cargaron con el mayor  peso.

El argumento más sobresaliente de los utilizados en contra de Soler fue que “el pueblo cubano en general rechaza el bloqueo”, y aunque este no deja de ser un testimonio a despreciar, no se debe olvidar a favor de Soler, que el pueblo cubano, sin pensarlos dos veces, también apoyo la invasión a Checoslovaquia en el 68, protagonizó los actos de repudio en el 80, aceptó sin protestar la implantación de la doble moneda en 93 – lo que resulto nuestro Apartheid- y fue cómplice junto a los miembros de la UNEAC del fusilamiento de 3 jóvenes, luego de juicios sumarios, que intentaron secuestrar sin éxito un remolcador, así como del encarcelamiento de  75 opositores al Gobierno.

Lo anterior si no lo descalifica de manera absoluta a la hora de opinar sobre su destino, al menos lo vuelve un actor al que hay que escuchar con mucha prudencia, sobre todo cuando históricamente la lucidez no ha sido una facultad digna de admirar en los pueblos.

Una mirada a vuelo de pájaro  arrojaría un enorme desperdicio de oportunidades del Gobierno cubano que ayudarían a solventar muchas de las carencias de la población hoy en día.

Hoy mismo, y sin importar la existencia del bloqueo; se pudiera dejar invertir a los cubanos residentes en el extranjero, ayudando así a la economía nacional, como por consiguiente empleando a miles de obreros en empresas que, a no dudar, brindarían mejores salarios que los del Gobierno.

Se podría dejar regresar al país a los cubanos que residentes en el exterior y que por haber expresado públicamente su desacuerdo con el statu quo imperante no puedan hacerlo.

Se podría liberar a todos los presos por motivos políticos, ya que no representan ningún peligro para la seguridad nacional.

Se podrían dar tierras en propiedad a los campesinos exitosos, así como aumentar  la tierra dada en usufructo, la cual no ha resuelto en lo más mínimo el problema alimentario; también se podría dar libre e irrestricto acceso a Internet a la población.

Así como un largo etcétera de medidas que en nada el llevado y traído bloqueo de los EUA impide ejecutar, a no ser el miedo a perder el poder por los Castros. Cuestión que una situación posbloqueo, con las puertas de la primera economía mundial abiertas de par en par, se tornaran, a mi modo de ver, imposibles de acometer.

El pedido del incremento del bloqueo al Gobierno de  Sudáfrica por Mandela  fue visto por sus compatriotas – excepto los Bóers, claro está-, como un acto de consumación de la visión política de Mandela.

Hoy Berta Soler,  por pedir exactamente lo mismo, para un Gobierno que en la práctica ofrece un destino no muy diferente a los que no pertenecen a su “raza” política – el partido único, PCC-, tiene que enfrentar acusaciones de todas partes que llegan a poner en entredicho la legitimidad de su lucha, incluso que, al parecer, ignoran el calvario atravesado por las Damas de Blanco desde el 2003.

Luego de ver a estos dos luchadores por los Derechos Humanos pedir lo mismo con la intención de mejorar el destino de su país, obteniendo aceptaciones tan opuestas, no he dejado de preguntarme, si también no habrá que regañar a Mandela por pedir tales medidas para su pueblo.

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