Maestra: un viaje a 1961 y la campaña de alfabetización en Cuba

Cierre de la Campaña de Alfabetización el 21 de diciembre de 1961. Foto: Liborio Noval

 

Por YUSIMÍ RODRÍGUEZ 

HAVANA TIMES — A menudo escucho personas nacidas antes de 1959, recordar con nostalgia cosas que entonces parecían tan simples, tan a su alcance a pesar de su condición humilde, y ahora constituyen lujos. Miran con frustración un presente y sobre todo un porvenir incompatible con todos sus años de trabajo y sacrificio por un futuro mejor, por todo aquello en que creyeron.

“¿En qué?”, suelo preguntarme. Un amigo, cuyo padre atraviesa ahora ese último tramo de la vida y también mira el pasado con perplejidad y el presente con frustración, me respondía hace poco: “Creyeron en la verdad de las palabras escritas”. Más bien, en la verdad de las palabras gritadas desde una tribuna, justo las que se lleva el viento, pensé. Pero entonces me pregunto: ¿Sólo en eso creyeron, sólo eso hubo de una sociedad mejor y más justa: palabras?

Norma y Daysi Guillard como brigadistas en 1961.

Pienso que, quizás sin proponérselo, la socióloga norteamericana Catherine Murphy, nos ofrece una respuesta, con su documental “Maestra” (33 min.). O al menos nos obliga a tener en cuenta, a la hora de armar el complejo rompecabezas que ha sido y es la realidad cubana durante los últimos cincuenta y cinco años, un componente ineludible: la campaña de alfabetización, planificada en 1960 y realizada durante el año 1961, que benefició a más de 700 000 cubanos y fue llevada a cabo por 250 000 personas, de ellas 100 000 tenían menos de 18 años.

Aunque en la campaña de alfabetización se involucraron personas de ambos sexos, Catherine Murphy se centra en la participación de mujeres que en aquel momento eran adolescentes, algunas sobre los doce años. Las mujeres representaron más del 50% en la campaña, en una sociedad patriarcal y machista, que hasta el momento las confinaba a los roles de esposas, madres, amas de casa. Difícil esperar otro enfoque de una mujer nacida en el seno de una familia feminista, cuya madre estudió medicina en la Universidad de Stanford en los años 70.

Quizás, por tratarse de una mirada extranjera, “Maestra” puede centrarse en el aspecto humano, la experiencia de quienes se vieron envueltos en esta epopeya. No se trata de enaltecer la obra de la Revolución y a sus líderes, pero, como obra que se propone narrar la verdad de manera objetiva, “Maestra” nos ubica en el contexto social y político, el momento histórico: la efervescencia de la revolución naciente, el inicio de la epopeya.

Fue dentro de la Revolución que se llevó a cabo esta campaña y fue Fidel Castro el autor de la iniciativa. Las excelentes imágenes y fotografías de archivos, que tienen en el filme tanto protagonismo como las alfabetizadoras, muestran un país lleno de esperanza, movilizado por una tarea noble, quizás de las más nobles realizadas por este pueblo desde 1959.

Catherine Murphy parece decirnos simplemente “miren, esto fue lo que pasó, de esta forma; aquí están quienes lo vivieron”. Las protagonistas, muy jóvenes en aquel entonces, ahora mujeres que entran en la tercera edad, en su mayoría, hablan de sus motivos para involucrarse en la campaña, de los obstáculos que enfrentaron, no solo por parte de sus propias familias, sino de aquellos a quienes debían alfabetizar, debido al machismo y de la época; la dura prueba de la invasión por Playa Girón en medio de la campaña, y finalmente lo que significó alfabetizar a otro ser humano, cómo esta experiencia cambió sus vidas para siempre.

Adria y Ivonne Santana como brigadistas en 1961.

Sorprende, y conmueve, de forma especial esa niña que con solo siete años pide alfabetizar, y resulta apta para hacerlo. Los testimonios de varios alfabetizados en el filme dan idea de la dimensión de esta obra llevada a cabo en condiciones muy difíciles, aunque no todos hayan aprendido totalmente a leer y a escribir.

Muchos cubanos tenemos un alfabetizador o alfabetizadora en la familia. O más de uno. Alguien que escapó de casa para alfabetizar, como Adria Santana (reconocida actriz, lamentablemente fallecida, que participó en la campaña), y como mi tío. O alguien que, como mi madre, no recibió el permiso materno para incorporarse y aún hoy lo lamenta.

Miro estas imágenes desde el presente, escucho a estas mujeres, a los beneficiarios de la campaña, y encuentro inevitable conmoverme, contagiarme de ese entusiasmo juvenil. Siento que habría hecho lo mismo que las jóvenes y adolescentes de aquel entonces.

Resulta fácil comprender, incluso antes de que hayan transcurrido los 33 minutos del filme, por qué sus vidas no volverían a ser las mismas. Mientras experimento todo esto me pregunto cuántas y cuántos estaríamos ahora mismo dispuestos a llevar a cabo esa obra, de manera totalmente voluntaria, sacrificar un año de nuestras vidas sin siquiera el aliciente económico que espera a quienes cumplen misión internacionalista en el extranjero.

En la actualidad, aunque hay más profesores que en 1960, y no necesitan trasladarse tan lejos ni estar un año fuera de sus hogares para impartir clases, la carencia de personal docente ha hecho necesario recurrir a soluciones de emergencia como los Maestros Emergentes, los Profesores Generales Integrales PGI), y las Teleclases, todas soluciones que ya han demostrado su ineficacia.

Son muchos los profesores que han desertado de las aulas, yo incluida. Aunque son muchos los que aún permanecen frente al aula, el país está muy lejos de aquel que respondió al llamado del líder y llevó a cabo la campaña de alfabetización.

He conversado con algunas personas que, aunque reconocen la importancia de la campaña, consideran que al hablar de ella se obvia el hecho de que ya Cuba era el país con mayor índice de alfabetización en el continente, y que la enseñanza de los aún analfabetos pudo haberse realizado de forma más racional, más eficiente y más discreta, con menos campaña mediática.

Catherine Murphy, directora y productra de Maestra.

Es un punto de vista interesante, que quizás merecería la pena explorar, pero que no demeritaría lo que hicieron las mujeres entrevistadas en el filme y todas aquellas personas que dejaron sus hogares para alfabetizar.

En la misma medida que, como dice Adria Santana en el filme, ellas ignoraban en aquel momento que la campaña de alfabetización sería un hecho tan importante en la historia de Cuba, Catherine Murphy, quien al principio solo pensaba contar las historias de tres amigas suyas alfabetizadoras, no sospechaba el impacto que tendría esta película, justamente su ópera prima, no solo desde el punto de vista cinematográfico, sino también histórico.

Tras su estreno en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana en el 2011, Maestra ha participado en más de treinta eventos, además de su exhibición en universidades y centros de investigación en Cuba, Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico, entre otros países.

Sin embargo, en una entrevista concedida por Murphy al sitio Cuba Ahora, afirma que “Maestra” no es un proyecto terminado, sino que seguirá ampliándose con más entrevistas. Como muchos, supongo, aspiro a ver el progreso de esta obra y tener la oportunidad de escuchar el testimonio de otras y otros involucrados en esta campaña, vivan dentro o fuera de este país.

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