‘No’ en Cuba

Yusimi Rodriguez

HAVANA TIMES — El filmeNo, del chileno Pablo Larraín circula por La Habana en estos días de memoria flash en memoria flash, y se exhibe en espacios alternativos.

Pero no es un filme censurado, sino uno proyectado durante el pasado Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, ganador del Primer Premio Coral a la mejor película de ficción.

Su tema: la consulta popular que extirpó al dictador Augusto Pinochet del poder en Chile.

Tras leer La nueva clase, de Miroslav Djilás, decidí que el objetivo no valida los medios. Demasiadas violaciones de derechos y libertades han quedado justificadas bajo la frase “el fin justifica los medios”. “Nada demuestra tanto la justeza de un fin como el medio empleado para alcanzarlo”, afirma Djilás.

“No” parece demostrar lo contrario. No bastaba que los chilenos supieran de los desaparecidos y torturados bajo el gobierno de Pinochet, para que  dijesen “no” a su continuidad en el poder.

La verdad es como la comida. Nadie se la come cruda, ni basta que esté bien elaborada; debe ser atractiva a la vista. No hay diferencia entre una marca de refresco, un microwave y la democracia. Votar es comprar.

Usted vota por el producto que mejor le vendan. La victoria del “no” se definió por los quince minutos de propaganda en las pantallas chilenas, empleando mecanismos publicitarios.

Lecciones de “No”:

No hay dictador sin seguidores, buen número en el caso de Pinochet. El “no” solo ganó por poco más del cincuenta por ciento. Recuerdo a una mujer chilena que vi en nuestra televisión cuando tenía once o doce años, quizás durante el periodo de la consulta. Gritó: “Pinochet es bueno, porque nos ha salvado del comunismo”.

Segunda: incluso las dictaduras traen beneficios. Chile alcanzó un índice elevado de prosperidad económica, bajo el gobierno de Pinochet. Fue el argumento principal del “sí” durante la consulta. El comunismo asociado a la miseria.

Pinochet los salvó, ¿pero a qué precio? ¿Qué precio estaba dispuesto a pagar aquella mujer para que la salvaran del comunismo; o más bien, qué precio estaba dispuesto a que pagaran los otros?

¿A qué precio queremos ser salvados del “capitalismo brutal”?

No hablo entre líneas, ni intento establecer analogías entre la dictadura de Pinochet y el régimen cubano.

En Cuba, hasta donde sé (según las fuentes oficiales de información), no hay desparecidos, ni torturados, ni… prosperidad económica.

Si hay similitudes entre la dictadura de Pinochet y el régimen cubano, son pequeñeces como la ausencia de libertades de prensa, de expresión, de asociación. O sea, de democracia.

Tercera: No basta derrocar una dictadura, ni establecer la democracia (si la democracia existe) para que florezca la justicia social para todos. Los chilenos aún tienen motivos para protestar; ahora pueden hacerlo… sin que los desaparezcan.

Cuarta, la más importante: Se puede derrocar una dictadura sin violencia.

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