A usted no tiene que gustarle el rap

Yusimí Rodríguez

Los temas de “Los Aldeanos” reflejan nuestra realidad de manera bien cruda y directa.

HAVANA TIMES, 15 de Marzo — Se confirma que lo que alguien no quiere que veamos y escuchemos es precisamente lo que queremos ver y escuchar, y además encontramos la forma de hacerlo.

Si yo le contara a usted que el jueves 25 de febrero, en el marco de la Novena Muestra de Nuevos Realizadores, se estrenó de manera simultánea en dos cines el documental “Revolution”, del realizador Mayckel Pedrero,  sobre el grupo de rap “Los Aldeanos”, usted se asombraría (igual que yo) teniendo en cuenta que Los Aldeanos están censurados.

Si le dijera también que los dos cines estaban  repletos y que mucha gente se quedó fuera por falta de capacidad, tal vez usted pensaría que todas estas personas eran fanáticas de este grupo o por lo menos del rap.

Si le cuento además que tres días después el mismo grupo daría un concierto en San Nicolás, a dos horas de la capital, junto al grupo Escuadrón Patriota; que mucho antes de las 2:00 p.m., el parque de H y 21 en el Vedado, de dónde partiría una única guagua hacia el lugar, estaba lleno de gente; que el vehículo partió a las 3:00 p.m. con las personas apretujadas dentro como carne prensada, satisfechas de haber encontrado al menos un huequito para ubicarse y no quedar fuera como otros que no pudieron montarse en la guagua, y que además en ese grupo que quedó fuera estaba yo, usted pensaría que me encantan “Los Aldeanos”.  Pero hasta ese momento yo solo había escuchado el tema “Viva Cuba libre” de ellos.

A mucha de esa gente que tuvo la suerte de ver el documental y que además lo disfrutaron mucho, no les gusta el rap; es más, no lo soportan por más de media hora.  Muchas personas que se pasan los discos de “Los Aldeanos” de mano en mano, o de memoria flash en memoria flash, porque estos no son discos producidos por la EGREM ni por los Estudios Colibrí o cualquier otro de manera oficial en el país, ni vendidos en tiendas, ni siquiera saben lo que es la cultura hip hop.  Pero a “Los Aldeanos” hay que oírlos.

¿Por qué?

Los temas de “Los Aldeanos” reflejan nuestra realidad de manera bien cruda y directa.   Ahí está lo que sabe todo el mundo y nadie dice, esas cosas que solo decimos en un ambiente seguro: en nuestras casas, con las puertas cerradas a prueba de vecinos; entre amigas y amigos probados, mejor si no pertenecen al Partido, y aún así, hablamos con miedo.

Foto en La Habana por Caridad

A pesar de saber que no decimos nada que no sea cierto.  En algunos de estos temas hay más realidad que en nuestra prensa oficial.  Ahí está nuestra inconformidad, nuestra impotencia.  Escuchar a “Los Aldeanos” es una válvula de escape. Y esa válvula de escape la necesitamos casi todos, para eso no tiene que gustarnos el rap.

Sin embargo, aunque el grupo más visible sobre todo a nivel internacional son “Los Aldeanos”, ellos no son el único grupo de rap de nuestro país, ni los únicos que están haciendo una crítica muy fuerte de nuestra realidad; ni los únicos que reciben ninguna o casi ninguna promoción por la radio y la televisión; ni los únicos que tienen que producir sus discos en estudios como Real 70, de Papá Humbertico, porque de hecho ni aquellos que pertenecen a La Agencia Cubana del Rap tienen un disco producido por disqueras nacionales.  Decir la verdad tiene un precio.

En otro documental, “Hip hop respira”, de Producciones Raspadura, realizado por un equipo de realización en el que se incluye Aldo (uno de Los Aldeanos), una funcionaria de los Estudios de Grabaciones Musicales EGREM, comienza aclarando que la EGREM es una institución estatal y revolucionaria, luego afirma: “Aquí la gente trabaja y cobra en moneda nacional.  Si vienen a grabar la hora cuesta 60 CUCs.  ¿De dónde sacaron el dinero? ¿De la droga, de matar a alguien?”.

Me pregunto si se le cuestiona lo mismo a cantantes de otros géneros que van a grabar a los Estudios.  Pero más adelante la funcionaria es más explícita al decir que allí no quiere planteamientos que afecten los principios de nuestros dirigentes, del Comandante en Jefe, ni de la vida que estamos viviendo, pero pueden protestar sobre otras cosas.

O sea, la libertad de expresión en el arte también está racionalizada, existe una cuota establecida,  una línea que no puede cruzarse.  El hip hop cubano está hace mucho tiempo del otro lado de esa línea.  Algunos podrían reprocharle  la agresividad constante, la violencia implícita, las malas palabras innecesarias (me uno); los especialistas en música podrían también criticarles cierta pobreza en los ritmos.

No decimos nada que no sea cierto. Foto: Caridad

Yo podría creer que están hablando del reggaetón. Pero este, a diferencia del rap, está en la radio y la televisión a toda hora.  Y no requiere de malas palabras para dejar al rap chiquito en materia de vulgaridad.  Pero a  nadie se le ha ocurrido censurarlo  Y si se le ha ocurrido a alguien, no ha sido escuchado.

El reggaetón está presente incluso en las fiestas infantiles.  Los adultos encuentran gracioso que sus niñas y niños bailen este ritmo con movimientos que más que aludir al sexo, son sexo explícito.  Las mujeres se menean al escuchar canciones que las tratan como objetos sexuales, trozos de carne para ser disfrutados.  Pero eso está bien mientras las canciones no se metan con la realidad del país y, sobre todo, con nuestros líderes.

¿Pero a qué se debe el boom de Los Aldeanos, que sobresalgan de forma tan marcada dentro del movimiento de hip hop cubano actual?  Para algunos se trata de un fenómeno que va mucho más allá de lo cultural y que no tiene que ver con su calidad artística.  Sin embargo, en el documental “Revolution”, reconocidas figuras de nuestra música como Pablo Milanés y X Alfonso, se declaran admiradores de su trabajo.

Lo cierto es que si los raperos y raperas cubanos han demostrado, con la producción de sus discos de manera independiente, que es posible independizarse de las instituciones y hacer música, darla a conocer incluso, al margen de estas; Los Aldeanos han ido incluso más allá, y han demostrado que es posible ser conocido y que su música se comercialice a nivel internacional, al margen de las instituciones.

Zapatos deportivas en divisas. Foto: Caridad

De hecho, Melisa Riviere, norteamericana muy ligada al movimiento de hip hop underground cubano desde hace años, entrevistada también en el documental “Hip hop respira”, se cuestiona en “Revolution” si Los Aldeanos continúan siendo underground.

No cabe duda de que esa censura, que pretendía silenciarlos, haya terminado por jugar un papel importante en su carrera; tanto que he llegado a preguntarme en estos días qué sería de Los Aldeanos sin censura.  Es difícil especular al respecto.

El primer resultado lo hemos visto con la proyección del documental en dos cines a la vez, algo que sorprendió a muchos (y me incluyo).  Algunas personas piensan que fue una acción estratégica por parte de los usuales censores; otros, que no tuvieron más remedio que proyectar el documental, porque lo contrario hubiera sido peor.

Tal vez, si el público tuviera la oportunidad de escuchar todos los temas de Los Aldeanos en la radio y la televisión, y de comprar sus discos en tiendas, no solo los suyos sino los de todo el hip hop underground cubano, podría ser más exigente en cuanto a las letras.

Una vez perdido el encanto de lo prohibido, quizás se detectarían ciertas contradicciones en lo que se dice.  Puede ser que en realidad necesiten más inteligencia y madurez en la crítica que hacen.  Un mayor nivel de exigencia por parte del público solo puede tener un resultado positivo para el hip hop cubano.

Pero esta es solo una de las cosas que podría pasar.  Como dije antes, es difícil especular sobre lo que pasaría con Los Aldeanos sin la censura.  Y es difícil, porque esperar que esa censura desaparezca es demasiado optimista, aunque me gustaría equivocarme.

De todas formas, este documental sobre Los Aldeanos, “Revolution”, recibió tres premios en la Novena Muestra de Nuevos Realizadores: Mejor Edición, Mejor Dirección y Mejor Documental.  No sé si los cines del país lo exhibirán nuevamente, pero, por si acaso, ya circula en la calle de memoria flash en memoria flash y de disco en disco.

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