Proxenetas improvisados ​​de La Habana

Por Karim Arnous

HAVANA TIMES – Cualquier hombre que haya visitado La Habana alguna vez estará familiarizado con una práctica que es muy común y es el ofrecimiento de chicas por parte de muchos hombres locales. Como joven extranjero que vive solo aquí, ninguna noche escapa a la práctica corriente.

Si bien debe decirse que la mayoría de los cubanos son lo suficientemente educados como para no continuar con el tema después de uno haber dicho que no inicialmente, hay algunos hombres más desesperados que son excepciones a la regla. Pasé algún tiempo investigando esa práctica: quién es quién, los riesgos involucrados, cuánto dinero se puede ganar y qué beneficios hay para la gran cantidad de varones aparentemente normales que adoptan el título de “proxenetas temporales” cada vez que se pone el sol caribeño en La Habana.

De manera sorprendente, no muchas personas están dispuestas a hablar abiertamente sobre ello –sumado a que es una práctica altamente ilegal- por lo que reunir información no iba a ser tan simple como realizar algunas preguntas a las personas adecuadas. Ese fue un trabajo sucio.

Para empezar, tenía que encontrar a mi ‘chulo temporal’. Paseando por el Malecón -el destino que escogí para mi experimento- se me acercaron varios hombres que me ofrecieron sus “amigas”, por lo que encontrar a alguien que participara, sin saberlo, en mi investigación, no fue difícil. Incluso, un leve asentimiento con la cabeza a la primera interrogación que hacen esos hombres te calificará para que te hagan la segunda pregunta, casi de manera universal: ¿blanca o negra?

Ignorando cualquier moral racial que puedas poseer y responder a esa segunda interrogante te llevará a la etapa más gráfica, en la que se te anima a describir los atributos físicos que más buscas en una mujer. Casi todos los hombres que inicialmente ofrecen ‘chicas’ recomiendan ese tipo de proceso de selección. Entonces te surge la incertidumbre: ¿cuántas chicas trabajan para este tipo? ¿Cómo puede tener un ‘inventario’ tan variable?

La respuesta llega inmediatamente después de que hayas respondido todas sus preguntas, cuando te manda a esperar en un bar y se pone en marcha para reclutar prostitutas que él conoce. Las chicas no trabajan para él, él simplemente las conoce o sabe dónde encontrarlas.

Ya ve, mientras la prostitución es bastante común en La Habana, también lo es la presencia policial durante las noches de fin de semana. Eso asegura que un turista que camina por la calle, solo, no podrá identificar a una prostituta en servicio. Se esconden entre la multitud y en los callejones para no ser vistas por la policía de guardia. Por supuesto, hay algunas que ofrecen sus servicios de forma más abierta, pero la mayoría ahora son muy difíciles de encontrar.

Sin embargo, esos hombres locales saben dónde buscar. Aunque los proxenetas que funcionan de manera más tradicional todavía existen en la capital cubana, rara vez tienen más de una o dos muchachas trabajando para ellos. La mayoría de los varones cubanos que ofrecen el servicio de alguna muchacha, en realidad no tienen ni una sola mujer que trabaje para ellos. Ellos son, lo que yo denominaría proxenetas “temporales” o “improvisados”.

Por lo tanto, una triste ironía se hace evidente: al tratar de disminuir la gran dimensión de la industria de la prostitución, la policía habanera no ha tenido más éxito que ampliarla, añadiendo una nueva posición previamente redundante a la mezcolanza y acomodando la explotación de miles de prostitutas por parte de hombres cubanos. Hombres que participan y se benefician de la industria ilegal sin correr el riesgo de ser atrapados, algo que no se puede decir de las miles de féminas que dependen de sus propios cuerpos para sobrevivir.

Aunque es muy difícil obtener una cifra exacta, se estima que hay más de 20 mil chicas en la industria en toda la Isla, mientras que existen unos 10 mil hombres que también aprovechan el dinero fácil de este negocio para alquilar sus propios cuerpos. Si bien no voy a negar que eso también es un problema, los varones generalmente administran sus propios clientes y precios, por lo que son menos propensos a ser aprovechados que las mujeres.

Después de decir  esto, mientras esperaba pacientemente en el bar que me habían asignado, todavía no sabía cómo funcionaba el proceso. ¿Cómo el proxeneta obtuvo dinero de la transacción completa? Las chicas resultaron ser, después de todo, simplemente conocidas, no empleadas.

Tan pronto como la chica que me asignaron entró en la puerta y se dirigió a mi mesa, comencé a hacerle algunas preguntas. Obviamente, eso fue una sorpresa para ella y me sentí mal por emplear su tiempo un viernes por la noche. Entiendo que esa no es, de ninguna manera, una opción de carrera voluntaria para la mayoría y que la tragedia de la economía cubana, incluso para las personas calificadas o que estudian, ha dejado a muchas jóvenes con pocas opciones. Con eso en mente, le dije que le pagaría por su tiempo y que luego podría irse de allí a buscar clientes reales. Soy un periodista, no un buscador de sexo.

Debido, probablemente, a su evidente desconcierto ante el hecho de que se le hicieran tales indagaciones, sobre lo que ella supuso previamente que sería una transacción normal con el cliente, esa no fue la manera más fácil de conseguir información.

Después de eso, ella fue muy educada y me dijo pasado un rato que la forma en que funciona, de manera general, era la siguiente: un hombre de la ciudad, que conoce los ‘lugares frecuentados’ por prostitutas las recluta y las instruye sobre dónde encontrar a los posibles clientes. Si todo va bien y ella recibe su pago, ella se encuentra con esa persona al día siguiente, en el mismo lugar, y le daría una pequeña parte de su ganancia. Una forma improvisada de proxenetismo, supongo. Luego le pregunté qué pasaría si ella simplemente no aparecía para pagarle, ya que no había ningún tipo de ‘depósito avanzado’ que la vinculara a la transacción.

“Habría problemas”, respondió en un tono incómodamente humorístico. No le pregunté más sobre ese tema.

También conversé con uno de los hombres que ofrecen chicas, para obtener un poco de información de ambos lados. Lo que él me contó estaba en bastante consonancia con lo que había escuchado anteriormente de la propia prostituta, pero él sí agregó que en muchas ocasiones, en lugar de una parte del pago en efectivo de sus ganancias, el hombre simplemente exigía servicios gratuitos o con descuento.

Me explicó que, si bien los hombres en general no conocen bien a esas mujeres ni las tenían trabajando permanentemente para ellos, los muchachos que han estado en el negocio por un  tiempo suelen conocer a la mayoría de las chicas de manera no personal. Eso era todo lo que se requería para formar el enlace necesario.

Le pregunté a Orlando, un habanero que no está involucrado en el negocio, qué pensaba de ese asunto.

“Mira, no creo que esté bien, pero si fuera una mujer joven y bella, también lo haría. Ellas ganan mi salario mensual en solo unas pocas horas. Sí, estoy de acuerdo en que los hombres que las usan son un gran problema, pero a la policía les gusta atrapar turistas, especialmente en las zonas más turísticas como el parque Central y el Malecón, por lo que estos hombres son más necesarios ahora”.

Le pregunté a otra lugareña, Gianna, qué pensaba que se podía hacer con respecto a este asunto.

“Creo que es un desastre, hasta que no arreglen la economía, eso no se puede resolver. Las prostitutas ganan más dinero que los médicos. Actualmente son pocas las jóvenes que quieren estudiar, porque saben que no tiene sentido. Y la situación está  empeorando, pues desde que Trump llegó a la presidencia ya no vienen tantos turistas estadounidenses ricos, por lo que las chicas cobran menos para competir entre ellas. La policía es la causante de que los hombres realicen este negocio; si se legalizara, las chicas tendrían  más control. Pero ellos no lo van a hacer. Bienvenido a Cuba“.

Si bien los matices de este sistema son exclusivos de La Habana, pueden notar que esto no es algo tan extraño. Los proxenetas y las prostitutas trabajan juntos en todo el mundo. Lo que creo que es único para Cuba es el alcance del asunto.

Estos proxenetas improvisados ​​no tienen límites geográficos. No existe un “área” como tal en la que a ti, definitivamente, no te ofrecerán muchachas y parece que no hay profesión (taxistas, guías turísticos, barrenderos, camareros) cuya fuerza de trabajo no intente ocasionalmente sacar provecho de la inusual complaciente industria.

No sé qué hay en juego para el futuro de la prostitución en La Habana, pero su importancia hoy en día no se puede negar. Cuando es común que los empleos del Gobierno paguen alrededor de 10 a 20 CUC al mes, es difícil criticar a las mujeres por optar por trabajar en una industria que, aunque ilegal, les proporcionará regularmente alrededor de 80 CUC cada fin de semana. Incluso, una me dijo que un sábado hizo 200 CUC con cuatro hombres a lo largo de todo el día.

No podemos negar el atractivo de un dinero en efectivo tan fácil en una economía en decadencia. La tragedia reside en que casi todas deben compartir sus ganancias con hombres que no arriesgan absolutamente nada en el proceso.

Fotos: Karim Arnous

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