La prensa cubana en el banquillo

Fernando Ravsberg

Prácticamente todos los medios de prensa se limitan a repetir la versión oficial de los hechos. Foto: Raquel Pérez

HAVANA TIMES, Nov. 6 — “Los partidarios del secretismo han tratado de hacer creer que a una revolución (…) no le hace bien airear las imágenes de lo negativo (…) pero esto jamás podrá esgrimirse como un principio legítimo.  Los males deben conocerse para poder combatirlos y eliminarlos”, así el poeta y académico cubano Guillermo Rodríguez* se suma a las críticas lanzadas desde todos los sectores contra quienes dirigen la prensa en su país.

El artículo fue inmediatamente republicado por el Cantautor Silvio Rodríguez, en su blog Segunda Cita. La sociedad es consciente de que la prensa muestra un país que no existe, tanto que el trovador Carlos Varela canta que ahora todos quieren vivir en el noticiero, donde hay de todo y no cuesta dinero. Los periódicos inflan los más pequeños logros y ocultan cualquier fracaso mientras esperan la “señal” de arriba para publicar la versión oficial de los hechos.

Guillermo Rodríguez, un intelectual sin ningún antecedente opositor, continúa afirmando que en la prensa no pueden circular únicamente aquellos criterios que se consideren como “política oficial”.  Tienen que circular valoraciones que enriquezcan el pensamiento, e incluso contribuyan a modificar lo que es hoy la “política oficial”: ese es un acervo del que la sociedad no puede prescindir porque la nutre y la desarrolla”.

A pesar de que existen 3 periódicos nacionales, uno más por cada provincia, varios canales de TV e innumerables estaciones de radio, todos dicen prácticamente lo mismo y nunca un medio contradice la versión oficial.  Como por arte de magia, los periodistas pasan de atacar a los trabajadores autónomos a elogiarlos apenas Raúl Castro anuncia que cambió la política laboral del país.  El periódico Granma es la voz del Partido Comunista pero lo cierto es que el resto de la prensa se comporta de la misma manera.

La corrupción en Cubana de Aviación pasó desapercibida en la prensa a pesar de que ocasionó la destitución del General Rogelio Acevedo. Foto: Raquel Pérez

Las críticas al funcionamiento de los medios no solo vienen desde la disidencia, también muchos intelectuales y no pocos comunistas creen que las cosas deberían cambiar.  El propio Raúl Castro, durante el Congreso del Partido Comunista descalificó a la prensa cubana afirmando que es triunfalista, estridente, formal, aburrida y superficial.  Sin embargo, los llamados a jugar un papel más crítico no han producido prácticamente ningún efecto.

Mientras el país se aboca a la mayor reforma desde el triunfo revolucionario de 1959, los medios de difusión se mantienen al margen.  El gobierno ataca la corrupción, encarcela dirigentes y destituye generales, declara la guerra a la burocracia, desarma las granjas del Estado y reparte las tierras entre los campesinos, despide a miles de personas de las empresas estatales, autoriza el trabajo autónomo y la pequeña empresa, reforma radicalmente el sistema educativo, levanta la prohibición de hospedarse en los hoteles y los cubanos se convierten en el segundo grupo de turistas tras los canadienses, permite comprar y vender automóviles, anuncia una ley de migración que elimina restricciones, libera a los presos políticos y conmuta la pena de muerte a todos los condenados.  Un verdadero huracán de cambios que ningún periodista se atreve a calificar de “reformas” porque les orientaron a decir que es un simple “ajuste del modelo”.

No es menos cierto que desde el poder los periodistas reciben señales contradictorias.  El pasado año un importante intelectual, Esteban Morales, fue expulsado del Partido Comunista por escribir un artículo sobre la corrupción en las altas esferas, donde solicitaba que se informara las razones por las que fue destituido el General Rogelio Acevedo, ex director de la aviación civil.  Unos meses más tarde Morales fue reincorporado a la militancia pero no volvió a aparecer en los medios a pesar de ser un destacado especialista en política estadounidense.

Cuando murieron de hambre más de 30 pacientes del psiquiátrico ni un solo medio de prensa cubano investigó lo ocurrido. Foto: Raquel Pérez

Tras el control de la prensa no solo hay intereses políticos, también es un mecanismo de autoprotección de la burocracia que controla el aparato económico nacional.  Guillermo Rodriguez sostiene que no se debe “invocar la defensa de la unidad del país para ocultar el mal manejo de una administración” y afirma que hacerlo es devaluar un “principio sagrado” usándolo para ocultar lo mal hecho.  El desarrollo en los medios de un periodismo de investigación independiente que destape la corrupción y la ineptitud es la peor pesadilla de algunos burócratas.

Cuando murieron de hambre más de 30 pacientes del psiquiátrico ni un solo medio de prensa cubano investigó lo ocurrido

Cuando murieron de hambre más de 30 pacientes del psiquiátrico ni un solo medio de prensa cubano investigó lo ocurrido. Foto: Raquel Pérez

El intelectual cubano cuestiona también a “la prensa del mundo capitalista (porque) responde a los intereses de sus propietarios” pero inmediatamente vuelve a Cuba afirmando que “la prensa socialista ha sido manejada por un partido único” y que los funcionarios que dirigen utilizan esto para protegerse entre sí.

Guillermo Rodríguez Rivera. foto: centroloynaz.cult.cu

Muchos son los que han criticado durante los últimos años el periodismo cubano pero Guillermo Rodríguez presenta además una propuesta, crear “un cuerpo colegiado integrado por dirigentes partidarios e institucionales pero también por trabajadores y personalidades de suficiente y probada autoridad como para no disponer algo que vaya contra su conciencia y su prestigio.

Este órgano debía proponer los directores de los periódicos, las revistas y los espacios noticiosos radiales y televisivos de alcance nacional, que serían electos por período de tres años, prorrogables a otros tres”.

Rodríguez plantea además que el aparato ideológico del Partido Comunista –que hasta ahora ejerció un férreo control sobre los medios- deje de dirigirlos y entregue el poder a los directores electos, quienes deberán tener “plena autoridad para disponer lo que se publica y sólo serían impugnables por tres razones: 1) porque publicaran información falsa bien por mala intención y/o por probada negligencia en la indagación 2) por ocultar informaciones que deben ser divulgadas; y 3) porque publicaran información que atentara contra la seguridad de la nación”.

(*) Guillermo Rodríguez Rivera, nacido en 1943 en Santiago de Cuba, es poeta, ensayista y profesor universitario. Publicó varios libros, El cuarto circulo, Canta, Cambio de impresiones, En carne propia y Nosotros los cubanos. Obtuvo el premio cubano de La Crítica.

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