Francisco, su iglesia y Cuba

Por Fernando Ravsberg*  Photos: Raquel Pérez Díaz

HAVANA TIMES — Según la cadena de televisión Fox, por estos días tenemos en Cuba la visita de “El hombre más peligroso del planeta”. Para ellos, Francisco es un Papa incendiario que anda por el mundo acusando al capitalismo por su inequidad, su injusticia y su consumismo.

“Somos capaces de reconocer que esas realidades destructoras responden a un sistema que se ha hecho global. ¿Reconocemos que ese sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza?”, dijo en Bolivia.

Para los conservadores de todo el mundo el Pontífice argentino empezó a despertar sospechas desde que cambió el lujoso estilo de vida de sus predecesores por uno mucho más modesto. Dicen que los jesuitas apuestan más por los gestos que por las palabras.

Pero cuando Francisco habla no tienen pelos en la lengua: “Queremos un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los Pueblos… Y tampoco lo aguanta la hermana Madre Tierra”.

El Nuevo Herald, principal periódico del anticastrismo de Miami, pretende descalificarlo publicando que si Francisco “tiene vocación de revolucionario, ¿no debería ser en lugar de Papa un jefe sindical, un primer ministro o un líder guerrillero?”.

Muchos se preguntan por qué este Papa es tan “político” cuando en realidad la palabra que lo definiría mejor es “terrenal”. Es un Vicario de Cristo que no ve contradicción entre salvar almas, mientras promueve un reparto más justo de los panes y los peces de este mundo.

Evidentemente Francisco no es un comunista infiltrado en el Vaticano. En realidad defiende la credibilidad de su Iglesia cuando les dice a los pobres que la miseria, la injusticia y la destrucción del planeta no forman parte de un plan divino ni tienen el aval de Dios.

Llega a Cuba después de intervenir en la reconciliación entre Washington y La Habana, un gesto que los dos gobiernos han agradecido públicamente. No es casual que siga su viaje a EEUU, donde sin dudas continuará eliminando piedras en el camino de la paz.

En Cuba la Iglesia Católica es minoritaria respecto a la Santería, a pesar de lo cual, durante los últimos años ha alcanzado una influencia política enorme. La clave está en el cambio de estrategia, del enfrentamiento abierto al diálogo con las autoridades.

La Iglesia se desligó de los disidentes laicos más destacados, como Oswaldo Payá; cerró la revista católica opositora “Vitral” y entabló un diálogo con el gobierno. Con la llegada de Raúl Castro al poder se plasmó en hechos tan concretos como la liberación de todos los presos de conciencia.

La Iglesia Católica tuvo acceso a los hospitales y las prisiones para atender a sus fieles, se eliminaron las restricciones para el ingreso de religiosos extranjeros y se permitió la creación de escuelas en los templos para enseñar idiomas, computación o a llevar una empresa privada.

Algunos intentan “acusar” al Cardenal Jaime Ortega por el acercamiento con el gobierno pero tras la visita de 3 Papas a la isla y su permanencia en el cargo pasada la edad de retiro, nadie puede pensar seriamente que no cuenta con el respaldo del Vaticano.

Para el gobierno la visita de Francisco, un sacerdote latinoamericano y jesuita, será mucho más fácil de llevar que la de los Papas anteriores, ambos europeos conservadores y uno de ellos formado en el enfrentamiento contra el gobierno comunista de Polonia.

Fidel y Raúl Castro se educaron en colegios jesuitas y “tienen una especial actitud hacia nosotros”, dice el Padre Alberto, un jesuita cubano. Agrega que “tuvimos un sacerdote de nuestra orden en el hospital y Fidel llamaba cada día preguntando a los médicos ¿Cómo está mi muchacho?”.

Cuba ya liberó 3500 presos comunes como gesto humanitario por su visita y algunos, como el Padre Alberto, creen que el Papa Francisco puede conseguir un espacio permanente en la radio o en la TV, un acceso que hasta ahora la Iglesia solo ha logrado en momentos muy señalados.

Es difícil pronosticar la ruta de la relación Iglesia-Estado pero todo indica que consolidarán la alianza que comenzó a forjarse a fines de los años 90. La iglesia Católica tiene en Cuba muy pocos fieles y décadas de enfrentamiento con el gobierno solo contribuyeron a un mayor aislamiento.

El Vaticano publica que el 60% de los cubanos son católicos pero la cifra es de un optimismo desmesurado. Orlando Márquez, Jefe de Comunicación de la Iglesia Católica Cubana reconoció que “somos una minoría, eso está clarísimo, siempre lo fuimos y tal vez lo seguiremos siendo”.

En tanto el historiador católico Enrique López Oliva, afirma que en la actualidad los templos están vacíos, solo el 1% de los cubanos son católicos practicantes y recuerda que, tanto hoy como antes de la Revolución, la mayoría de los sacerdotes y monjas son extranjeros.

La muerte del principal opositor a la revolución dentro del clero cubano, Monseñor Pedro Meurice, y la llegada al Vaticano del Papa Francisco, consolidan la posición de quienes creen que el principal objetivo de la Iglesia debe ser crear un ambiente propicio que le permita crecer.
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