¿Dayron Robles no es cubano?

Por Ronal Quiñones

Dayron Robles. Foto: prensalatina.cu

HAVANA TIMES – El deporte cubano se ha visto como nunca reflejado en los últimos meses en la imagen de Cronos, el dios griego que según la mitología devoró a sus propios hijos.

Aunque en la leyenda el rey de los mares se comió a sus vástagos recién nacidos por miedo a que éstos en el futuro lo desplazaran del Olimpo, en el caso de las autoridades del deporte cubano, lo sucedido con el vallista corto Dayron Robles se trata ahora de una especie de castigo por respondón, por plantear las dificultades que enfrentaba en su preparación o su vida diaria.

Desde problemas con el calzado hasta deudas con respecto a premios en metálico ganados en competencias internacionales, pasando por la necesidad de contar con un sicólogo a mano casi a tiempo completo, estuvieron entre las demandas del campeón olímpico de Beijing 2008, a quien federativos cubanos le cierran las puertas en la actualidad. Pero vayamos a la génesis de los problemas.

EN LAS PISTAS

En el orden competitivo, los problemas de Robles empezaron en el Campeonato Mundial de Osaka 2007, cuando se quedó rezagado en la arrancada y no pudo aportar una medalla que muchos veían en su cuello pese a su juventud.

Tampoco lo logró en el Mundial bajo techo siguiente, en el cual no escuchó el disparo e arrancada y se quedó en la línea de inicio.

El resto del 2008 fue prácticamente brillante, con triunfos en casi todas sus salidas, tiempos recurrentes por debajo de los 13 segundos, y la cúspide con el récord mundial en Ostrava (12. 87 segundos), poco antes de coronarse en la capital china.

Parecía que todo terminaría, pero se trataba solamente de una escaramuza, porque el estigma de que Robles no ganaba las grandes competiciones tuvo solamente un impás.

El Mundial de Berlín 2009 lo despidió otra vez sin preseas, esta vez afectado por lesiones, pero en el certamen del orbe techado de 2010, en Doha, logró al fin coronarse a este nivel, y pareció resurgir su carrera.

Llegó entonces el 2011, y su gran lid, el Mundial de Daegu. Allí Robles protagonizó una polémica final, al agarrar del brazo al chino Liu Xiang, su gran rival en el cuatrienio anterior, y quien como él venía de recuperarse de serias lesiones.

El cubano comenzó muy bien y llevaba la delantera, pero cuando Xiang comenzó a aventajarle ligeramente le dio uno, dos y hasta tres manotazos que lo desequilibraron, y casi entró de bruces a la meta, detrás de Robles y el norteamericano Jason Richardson.

La delegación norteña reclamó y Robles fue desposeído del trono, que recayó en Richardson, y así el caribeño sumó otro revés en su carrera de altibajos, cuyo colofón fue la participación en los Juegos Olímpicos de Londres, donde solamente pudo acceder a semifinales y allí no terminó su heat aquejado de fuertes dolores en un muslo, no en el de la pierna de ataque, que había sido siempre el más problemático, sino el otro.

ENCONTRONAZOS VERBALES

Este es en síntesis su accionar sobre las pistas, pero fuera de ellas se libraron muchas batallas, más de las que cualquiera puede imaginar para un deportista en la Cuba de hoy, por disímiles motivos.

Dayron Robles. Foto: granma.cubaweb.cu

La necesidad de una casa en La Habana, donde vivía y entrenaba casi todo el tiempo, de un auto para moverse y de atención en sentido general estuvo entre las más recurrentes, así como también el reclamo de pagos atrasados por los premios obtenidos en diferentes torneos, de 2007 a 2009.

El hecho llegó a mayores cuando Robles llegó a contratar a un abogado para demandar al Instituto cubano de Deportes (INDER) en aras de obtener justicia, hecho que sin dudas terminó por derribar cualquier aprecio por parte de los directivos hacia su persona, como se demostró más tarde.

Concluida la justa multideportiva londinense, a la que Robles acudió casi de mala gana, porque venía diciendo que no tenía deseos de competir más desde meses atrás, el corredor pidió un tiempo fuera para recuperarse.

Durante ese tiempo, de al menos seis meses de duración, el atleta no fue visitado ni llamado por ninguna autoridad deportiva, según sus palabras (no refutadas por ninguno de los encartados hasta el momento), y eso lo compulsó a pedir la baja del equipo nacional de Cuba a inicios de 2013.

Hasta ahí todo iba más o menos de manera normal, pero la tapa al pomo llegó cuando el deportista, junto a su entrenador Santiago Antúnez, quiso correr a título personal en un mitin organizado en Italia en el mes de junio.

Entonces se abrió la Caja de Pandora, y el vicepresidente del INDER, Alberto Juantorena, encabezó una cruzada contra Robles para impedirle volver a las pistas.

Primero lo desconocieron, luego le negaron el permiso para poder correr por Cuba, y finalmente comenzaron a negar lo que el atleta decía sobre deudas económicas y hasta por lesiones.

“Ahora resulta que a Robles no le duele nada”, decía visiblemente molesto Juantorena cuando se le tocaba el tema, y no de manera aislada, pues lo hizo en varias ocasiones.

De esta manera se puso en duda también la honestidad del guantanamero, defendida por los médicos, entre ellos el reconocido ortopédico Rodrigo Álvarez Cambras, quien en una conferencia magistral dictada a finales de noviembre dijo que Dayron tiene la barrera del dolor muy sensible, o sea, que una molestia quizás sobrellevable por otro corredor, para él era un impedimento, pero en ningún momento negó la existencia de lesiones.

LA NUEVA VÍA

Al negársele la autorización, Robles recibe la ayuda del club francés Mónaco, que le da el aval para correr bajo sus filas, pero siempre dejó clara su preferencia a hacerlo por Cuba. Así terminó la temporada, pero al regresar a su país se siguió viendo marcado, como apestado por haber tomado el único camino que tuvo abierto delante.

De regreso a casa comprobó que le habían quitado el estipendio por ser campeón olímpico (300 CUC mensuales) desde el mes de julio, porque supuestamente había abandonado el país.

Contratiempos aparte (lesiones, desconcentraciones o diferendos verbales) lo que es inconcebible es que a un ciudadano cubano se le niegue el derecho a utilizar las instalaciones deportivas del país, como se le prohibió en un inicio a Robles, y se le cierren las puertas para continuar su carrera cuando tiene 27 años, la mejor edad para brillar en su especialidad.

En septiembre salieron a la luz nuevas regulaciones sobre la actividad deportiva cubana, que incluían la posibilidad para cualquier miembro de las preselecciones cubanas en cualquier disciplina, de contratarse en un club foráneo, previo consentimiento de los dirigentes involucrados.

Sin embargo, en comparecencia televisiva en vivo para todo el país, otro vicepresidente del Inder, Jorge Polo, dijo así:

“Esto no es para que cualquier entrenador o atleta decida competir por la libre”, en alusión directa a Robles y Antúnez. Para entrar en este grupo hay que estar en la preselección nacional, y de allí el vallista había pedido la baja.

Todo esto lo vio el propio deportista con sus propios ojos, y a pesar de todo dijo en una entrevista que no le interesaba reclamar el dinero adeudado de hace más de cuatro años, sino que su único objetivo era seguir corriendo, y de ser posible por Cuba.

En ese momento se preguntó por qué si se estaba valorando darle una casa en La Habana a él nunca se lo dijeron y solamente se expuso ahora, para utilizarlo en su contra.

Los sitios digitales de la nación caribeña han sido recurrentes sobre el tema en los últimos meses, y la opinión de los internautas tiende a favorecer al corredor, aunque no de manera unánime.

Prácticamente todo el mundo reconoce que Robles tiene motivos para haber actuado como lo hizo, pero algunos lo comparan con otros deportistas cubanos, de igual o mayor rango, activos o retirados, y le critican su supuesto exceso de demandas.

Por las razones que fueran, el vallista no siempre dio la impresión de darlo todo sobre las pistas, pero eso no es motivo como para marginarlo de esa manera.

La gran interrogante es: ¿por qué a Robles se le niegan los derechos de cualquier cubano? ¿Es lícito hacer esto? ¿Se trata de un mensaje al resto de los deportistas para que “entren por el aro” y no sean protestones? Estas preguntas siguen rondando el caso, y dañan grandemente la imagen del deporte cubano.

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