Cuba y a millonaria lucha contra el SIDA

Isbel Díaz Torres

Imagen: www.perlavision.icrt.cu

HAVANA TIMES – La lucha por encontrar una vacuna o una cura funcional al flagelo del SIDA no se ha detenido desde que el virus fuera diagnosticado por primera vez, hace poco más de treinta años. Esta batalla ha tenido a las empresas farmacéuticas en su epicentro, mientras países como Cuba luchan desde la periferia con sus escasos recursos.

La infección del VIH es la catástrofe sanitaria más grande que la humanidad haya conocido jamás, con millones de personas infectadas, sobre todo en el continente africano. Según datos de ONUSIDA, cada año hay en el mundo 3 millones de nuevas infecciones, y 1,7 millones de muertes.

A finales de 2011, 34 millones de personas vivían con el VIH en todo elmundo, la mayoría (69%) en África subsahariana, donde 1 de cada 20 adultos(un 4,9%) vive con la enfermedad, seguido del Caribe, Europa oriental y Asia central, donde en 2011 el 1% delos adultos vivía con el VIH.

Medicamentos contra el VIH en Cuba

El principal objetivo del tratamiento contra el VIH es prologar la vida del paciente, con la mejor calidad de vida posible, y para lograr tal cosa deben prevenirse, no sólo las infecciones y neoplasias llamadas “oportunistas”, sino también los efectos secundarios de los medicamentos, utilizando combinaciones de fármacos adecuadas para cada individuo.

Los médicos cubanos la tienen bien difícil en este campo, pues el bloqueo estadounidense contra la isla dificulta grandemente el acceso a determinadas medicinas y materias primas.

Según estimaciones oficiales que contabilizan esas afectaciones, entre mayo de 2012 y abril de 2013 las pérdidas causadas por el bloqueo a la salud pública cubana ascendieron a 39 millones de dólares, solo como resultado de la adquisición de medicamentos, instrumental y otros insumos en mercados lejanos, así como por el uso de intermediarios.

También la cooperación internacional se resiente debido a la persecución de Washington contra bancos, firmas y empresas que realizan transacciones con La Habana.

Por ejemplo, el Banco Cantonal de Zurich, decidió suspender sus operaciones con Cuba, lo cual afectó a proyectos médicos en la lucha contra el cáncer, pediatría, prevención del SIDA, entre otras enfermedades, que funcionaban a través de la organización MediCuba-Suisse.

También se supo que los cubanos VIH+ están actualmente imposibilitados de recibir las combinaciones de antirretrovirales que incluyan el Tenofovir de la firma Gilead, ni han podido contar con los medicamentos antivirales kaletra, nelfinavir, ritonavir y Lopi/Rito infantil 80/20 mg.

Quizás no sea tan casual que el senador Jesse Helms, uno de los promotores de la fatídica Ley Helms-Burton, que promueve represalias legales contra compañías no norteamericanas que tienen tratos con Cuba, sea a su vez un activo detractor de la comunidad LGBT y su lucha contra el VIH.

Una terapia triple estándar, para un cubano residente en la isla, está en el orden de los 77 CUC anuales, pero el sistema estatal de salud asume ese costo, y entrega los medicamentos gratuitamente a los pacientes de VIH.

El Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kouri” de La Habana.

Vale señalar, no obstante, que de manera global, los servicios de salud en la isla son pagados indirectamente por los trabajadores, quienes perciben salarios ínfimos para así poder recibir una serie de servicios sociales elementales, entre los que se destaca la salud pública.

Quedan exceptuados, por supuesto, los materiales que entran en forma de donación o cooperación internacional, los cuales son gratuitos tanto para los pacientes como para el estado.

Por otro lado, todos los análisis, pruebas y tests, a que son sometidos los pacientes en la isla, también poseen un alto costo por los insumos y equipamiento, pero los nacionales se benefician de ellos de manera gratuita.

Muchas veces los nacionales se han visto afectados por la carencia de determinados insumos, sobre todo para determinar la “Carga Viral”, herramienta indispensable como marcador de pronóstico, y para la orientación de la terapia.

Las farmacéuticas en el origen de la pandemia

Las interrogante sobre el origen del VIH no han sido esclarecidas del todo, pero está establecido que procede de la transmisión a humanos a partir de un reservorio animal, en este caso el Virus de Inmunodeficiencia de Simios (VIS).

Según la teoría del periodista independiente Tom Curtis, el VIS (SV40) se propagó a millones de personas a través de vacunas contra la poliomielitis, en una campaña llevada a cabo en el Congo Belga, Ruanda y Burundi, por el doctor Hilary Koprowski, en la segunda mitad de la década del 50.

Los resultados de Koprowski lo convirtieron en uno de los científicos con más patentes, las cuales lo hicieron rico y poderoso. Sus trabajos en África coinciden en tiempo y espacio con el surgimiento del SIDA: la ciudad de Leopoldville (actualmente Kinshasa), en 1959.

La Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE.UU supo de la presencia del virus en la vacuna, pero se negó a proceder. Las compañías farmacéuticas también estaban al tanto, y también se negaron a desmotar sus muchas y lucrativas instalaciones. Actualmente, se siguen utilizando riñones de mono para la producción de vacunas contra la poliomielitis.

Un negocio redondo

Son escandalosos los beneficios que obtienen las empresas farmacéuticas, actualmente uno de los sectores empresariales más rentables e influyentes del mundo, con invasivas políticas de marketing y poderosas campañas para influir en los gobiernos, con el fin de aumentar los precios, extender sus patentes y con ello sus beneficios empresariales.

Expertos independientes estiman que solo el 12% del financiamiento para la investigación corresponde a los laboratorios, pues entre los gobiernos y los consumidores financian hasta el 84% de la investigación en salud, y un 4% proviene de otras organizaciones sin fines de lucro.

En cuanto al costo, la industria farmacéutica asegura que cada nuevo fármaco que ponen en el mercado requiere más de $800 millones en investigación. Sin embargo, otras fuentes aseguran que el costo rondaría solamente entre 75 y 80 millones de dólares, en estudios que no se refiere exclusivamente a fármacos para el tratamiento del VIH. Lo cierto es que los costos de fabricación han disminuido de manera importante.

De acuerdo con Wikipedia, el mayor generador de costos en la industria farmacéutica actual no es la fabricación de medicamentos ni la investigación, sino los gastos derivados del marketing de sus productos, que implican millones en estudios de mercado, análisis de competidores, estrategias de posicionamiento, extensión de patentes, distribución, promoción, publicidad y ventas.

A todo ello se suman los gastos administrativos para mantener estructuras multinacionales, los que incluyen astronómicos salarios pagados a sus principales ejecutivos.

Sucede que los organismos gubernamentales que supuestamente deben ejercer la función de control, están financiados en porcentajes muy altos por la propia industria farmacéutica. La FDA estadounidense es financia por la industria en un 75%, mientras que la Agencia Europea de Evaluación de Medicamentos en un 80%, evidenciando un claro conflicto de intereses.

Como dijo Bill Hamilton, el biólogo evolucionista más grande después de Darwin, quien murió en África buscando evidencias del surgimiento del VIH, “la hegemonía de la industria farmacéutica se ha convertido en un obstáculo para la independencia de la investigación médica”.

Un ejemplo del mercado estadounidense

De acuerdo con el Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH de Barcelona (gTt), la FDA estadounidense acaba de autorizar la salida al mercado, a principios de agosto, de un nuevo medicamento: dolutegravir (TivicayTM), un nuevo inhibidor de la integrasa.

El precio fijado para la compra del fármaco por parte de los mayoristas (que implicaría un costo por persona superior a 14 mil dólares anuales) supera el de los inhibidores de la integrasa actualmente existentes, que sería doble para pacientes con resistencia.

El riesgo de este elevado costo es que un prometedor fármaco contra el VIH, que podría ser utilizado en el tratamiento de primera línea, acabe siendo relegado a la condición de tratamiento de segunda línea o de rescate.

Todavía la compañía productora no ha fijado el costo de dolutegravir para países con recursos limitados, como Cuba, donde importes superiores a 70 dólares anuales podrían hacer que el medicamento fuera inaccesible en primera línea de tratamiento.

Aunque, según datos de ONUSIDA, hay un considerable “avance” en la lucha contra la enfermedad debido a un mayor acceso a los medicamentos, y por un descenso considerable en su costo, casos como el de dolutegravir muestran lo mucho que falta.

Hace 20 años, el promedio del tratamiento anual para una persona con VIH era de 17 mil dólares, mientras que hoy es de unos 150 dólares anuales como promedio a nivel global, lo cual sigue siendo excesivo para países como Cuba.

Posibilidad para la autonomía social

La experiencia del grupo de acción directa Act Up (AIDS CoalitionToUnleashPower) en EE.UU. desde 1987, es un importante referente de iniciativas ciudadanas para intervenir en asuntos como el tratamiento antirretroviral y la producción de fármacos.

Act Up consiguió legislaciones favorables para las personas que vivían con VIH, además de promover la investigación científica y la asistencia a los enfermos. Para ello, no dudaron en presentarse ante la farmacéutica Burroughs Wellcome Co. y demandar que bajara el precio de la AZT (unos 10 mil dólares al año).

Los activistas de Act up también fueron a protestar ante la FDA pidiendo más medicinas, y menos tiempo de prueba, y lograron acudir a la TV y debatir públicamente con funcionarios de la agencia estatal.

Recientemente el gTt de Barcelona criticó el Decreto-ley español 14/2012, por constituir “un obstáculo a las personas inmigrantes en situación administrativa irregular para poder acceder al sistema sanitario”.

En tal sentido, han llamado a la solidaridad de todas las personas que puedan disponer de fármacos contra el VIH que ya no necesitan, y todavía podrían ser útiles para otros, a fin de evitar que los inmigrantes se vean obligados a interrumpir su tratamiento.

Muchas iniciativas pueden generarse, a fin de presionar a las industrias farmacéuticas, colaborar en la lucha contra el flagelo del SIDA, y lograr que las ayudas sanitarias lleguen a los países con menor desarrollo económico.

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