Cuba se está quedando sin café

Progreso Semanal

Coffee tree.  Foto: epha

HAVANA TIMES — Los pronósticos de una menguada cosecha cafetalera para 2014 disminuyen las esperanzas de muchos cubanos de volver a tomar la infusión “pura” y no mezclada con chícharos, como se hace en el país desde hace años por las bajas producciones nacionales, el uso de gran parte de lo recolectado en captar divisas externas y los altos costos de importación del grano.

Aisladas notas periodísticas comienzan a configurar un panorama según el cual se espera la caída de la cantidad de granos recogidos a poco más de la mitad de lo recogido en la campaña anterior. Según Rafaela Díaz Velázquez, directora del Centro de Gestión del Grupo Empresarial de Agricultura de Montaña, el estimado de recogida de la actual temporada representa alrededor del 67 por ciento del total acopiado en la cosecha precedente.

Entre 2013 y 2014 se acopiaron en las montañas de Cuba 6105 toneladas, lo cual entonces fue considerado “un paso modesto” aunque quedó muy por debajo de la demanda nacional (24 mil toneladas). Ante la escasez de los cafetos habrá que importar más de diez mil toneladas a precios que oscilan en torno a los 4000 USD/ton, según el Banco Central del archipiélago caribeño.

Los especialistas apuntan al clima, con temperaturas sostenidas por encima de lo habitual, como uno de los culpables en los paupérrimos datos, al impedir la floración y presencia de frutos no solo en el café, sino en varios cultivos como el aguacate y el mango.

Mas, el “gran culpable” parece ser el alto grado de envejecimiento de las plantaciones.

“Cerca del 50 por ciento de nuestras matas tienen más de 25 años, entonces, al tener una buena cosecha en la edición anterior, muchas de esas plantas no rendirán de manera óptima en esta ocasión”, contaba al periódico Cinco de Septiembre el director de la Empresa Agroindustrial Eladio Machín, en Cumanayagua, provincia de Cienfuegos, Omar Bermúdez Sánchez, quien además confirmaba que “las dificultades con el arábica se extienden a toda Cuba”.

Desde años atrás se escucha describir una intensa campaña de renovación cafetalera; pero la realidad no acaba de satisfacer a los planificadores, pues en el propio caso de la Empresa cienfueguera de un propósito de 223 hectáreas solo han llegado este año a 156, “debido a dificultades con las campañas de vivero e ineficiencias del ser humano”.

Y es en las personas donde se deciden también parte de los recurrentes tropiezos del café cubano. No ha parado el éxodo de pobladores en las zonas montañosas (donde se concentra la producción) y los precios de compra fijados por el Estado carecen de incentivo suficiente para contener serranos o atraer a nuevos caficultores.

Los bajos rendimientos de los sembradíos, el poco empleo de fertilizantes, la obsolescencia de la industria despulpadora y de secaderos y la pérdida de habilidades y tradiciones en los agricultores, suman angustias a un cultivo que conecta directamente con las necesidades diarias de los cubanos, pues se estima que cerca del 89 % de la población lo consume de alguna forma.

Semejante perspectiva avizora entonces nuevos ciclos de desabastecimiento del grano molido en las Tiendas Recaudadoras de Divisa, de donde “se pierde” regularmente, a pesar de sus altos precios con respecto a los ingresos promedio de los ciudadanos.

Supone también que las arcas estatales deberán erogar millones de dólares para mantener (sin crecer) el consumo actual; y que seguirán tupiéndose las cafeteras de miles de hogares cubanos, donde se cuela el café que viene “por la bodega”, compuesto por un 40% de grano de baja calidad y 60% de semillas “sucedáneas”.

La baja cosecha mantiene en el aire aún la advertencia del presidente Raúl Castro, cuando en 2010 anunció el reinicio de la entrega “normada” de café mezclado, que había finalizado su antecesor, Fidel Castro, en 2005.

“Si queremos, seguir tomando café puro y sin racionamiento, la única solución es producirlo en Cuba, donde está probado que existen todas las condiciones para su cultivo, en cantidades suficientes que satisfagan la demanda y hasta exportarlo con la más alta calidad”, sentenciaba entonces.

La esperada “lluvia de café” en los campos cubanos (que llegaron a producir en la década de 1960 unas 62 mil toneladas anuales) no ocurrirá este año, y su espera mantendrá en alguna conversación la anécdota también hecha pública por el presidente cubano: de maestros de los vietnamitas en el cultivo del cerezo, los cubanos pasaron a compradores del segundo exportador del mundo: sus avezados aprendices indochinos.

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