Cuba debe legalizar las reformas

“Seamos esclavos de las leyes para poder ser libres” *

Fernando Ravsberg

Foto: Raquel Pérez Díaz

HAVANA TIMES — “Las leyes son, antes bien, las normas positivas, luminosas, universales, merced a las cuales la libertad ha ganado una existencia impersonal, teórica, independiente del capricho del individuo” (**). Esta idea no fue expresada por un filósofo “burgués”, sino por Karl Marx.

Viene del padre del socialismo, cuya teoría sustenta el sistema social, político y económico de Cuba. A pesar de lo cual, la sociedad cubana no se rige siempre por leyes, en parte, porque tiene pocas y las que existen son, muchas veces, anuladas por “circulares” y “resoluciones”.

Durante décadas, las leyes cubanas se “adaptaban” a las necesidades políticas coyunturales. Así, se prohibió el hospedaje de cubanos en hoteles turísticos, sin tomar en cuenta que ese veto violaba literalmente un artículo de la Constitución de la República.

Con las reformas emprendidas por el equipo de gobierno de Raúl Castro  la situación se ha agravado en la medida en que los cambios no son acompañados por un respaldo legal que garantice normas, procedimientos, límites, deberes, derechos y seguridad jurídica.

Eso sí, sobran “resoluciones” que determinan hasta el número exacto de sillas de los restaurantes y prohíben utilizar la palabra “hostal” en los carteles de los hostales. Confirman así la sentencia de Montesquieu cuando afirmó que “las leyes inútiles debilitan a las necesarias”.

Los productores independientes y los cineastas reclaman desde hace años leyes que el Gobierno no termina de aprobar. Foto: Raquel Pérez Díaz

Y ciertamente no hay ese nivel de detalle “legal” en las cosas que realmente importan. Se autorizó a los cuentapropistas la contratación de personal, a sabiendas de que la Constitución lo prohíbe de forma expresa, calificando ese mecanismo como explotación del hombre por el hombre.

Se han abierto miles de pequeñas empresas privadas sin amparo legal. Funcionan bajo el manto del trabajo por cuenta propia, metiendo en el mismo saco a los empresarios y a sus empleados. Incluso quisieron innovar con una “fusión clasista”, sumando propietarios y proletarios en un único sindicato.

Los trabajadores de estas empresas privadas están totalmente desprotegidos, no hay una legislación que obligue a sus patronos a respetar los contratos, que regle el despido, determine las horas de la jornada laboral, garantice vacaciones o la licencia por maternidad.

La cantidad de cambios que están ocurriendo en Cuba necesitarían una legión de juristas trabajando en la creación de su marco legal. Empezando por la Constitución y siguiendo por las leyes complementarias, que son las que garantizan la aplicación a la realidad.

La reforma puede ser imprescindible y justa, pero no viene acompañada de una legislación acorde. No existe, por ejemplo, una ley de cine que norma el trabajo de los independientes, a pesar de que son ellos los que realizan la mitad de la producción cinematográfica.

Crece el número de medios de comunicación “alternativos” en el ciberespacio, pero seguimos sin una ley de prensa que regule la actividad, marcando deberes y derechos. Los medios se manejan con órdenes verbales y, cuando no basta, utilizan el despido o la policía.

Marx asegura que si no hay Ley de Prensa no puede haber libertad de prensa. “La ausencia de una legislación sobre la prensa excluye a la libertad de prensa de la esfera de la libertad jurídica, pues la libertad jurídicamente reconocida existe en el estado como ley y solo como ley” (**), explicaba.

Las leyes no se respetan como demuestran estas guaracheras vestidas con la bandera cubana, lo cual está expresamente prohibido. Foto: Raquel Pérez Díaz

El uso de la bandera como vestimenta está legalmente prohibido (1),a pesar de lo cual el primer crucero de los EE.UU. fue recibido por guaracheras envueltas en la enseña cubana y ese fue también el uniforme de los deportistas a las Olimpiadas de Río de Janeiro.

La existencia, la vigencia y el respeto de las leyes convierten a todos los ciudadanos en iguales, sin importar el cargo, la riqueza o la capacidad intelectual de cada uno. Por supuesto que siempre habrá unos más iguales que otros, pero sin las leyes esa tendencia se agudiza.

Las reformas cubanas necesitan de ese respaldo legal, el cual no debería ser problema, dado que la mayoría de la población aprobó los cambios. Sin embargo, pasan los años y aumentan las transformaciones sin que estas se reflejen en la Constitución o en las leyes.

El padre del socialismo comprendió que la ley es el único respaldo del ciudadano para limitar la autoridad de los funcionarios públicos, la influencia de los ricos o el poder de los poderosos, por eso aseguró que “un código de leyes es la biblia de la libertad de un pueblo”.
——
Notas:
*Cicerón (106 AC-43 AC) Escritor, orador y político romano.

** (MARX,K. “DebattenüberPreßfreiheit und Publikation der LandständischenVerhandlungen”, RhenischeZeitung, 12 mai 1842 [MEW, Vol. I].) .entry-content

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