Por Guillermo Nova (dpa)
El resultado es la exposición “Cuba brava, el toreo en la memoria histórica de Cuba” que rememora la historia de la tauromaquia en la isla y que se puede ver hasta finales de agosto en la Casa Benito Juárez del casco histórico de La Habana.
“La idea principal es mostrar una parte de la historia de Cuba que se tiene algo olvidada y despertar también el interés por la tauromaquia”, afirmó a dpa Javier Villaseñor, agregado cultural de la embajada mexicana en Cuba, que organiza el evento.
La primera corrida de toros del “Nuevo Mundo” se celebró en Cuba en 1514 según relata Fray Bartolomé de las Casas en su “Historia General de Indias”, aunque el escritor José María de Cossío en su obra “Los Toros”, considerada como la mejor enciclopedia taurina, asegura que los primeros festejos se realizaron en 1538.
Al principio los festejos se celebraban en cualquier plaza de pueblo, hasta que en 1769 se construyó el primer coso taurino en La Habana, una ciudad que llegó a tener hasta cuatro ruedos.
Durante la época colonial española, los toros competían con las peleas de gallo en seguidores, pero el arraigo de la tauromaquia se refleja en las 20 plazas que se construyeron en todo el país, y de las que ya no quedan rastros en la isla.
La plaza de Carlos III en La Habana, con capacidad para 10.000 personas, fue la más importante y por ella pasaron todas las primeras figuras del momento que, como ocurre en la actualidad, se iban a “hacer las Américas”.
Durante el siglo XIX hicieron el paseíllo por las arenas cubanas, toreros como Francisco Sánchez “Frascuelo”, Luis Mazzantini, Rafael Guerra “Guerrita”, Fernando Gómez “El Gallo”, o el picador Rafael Alonso “El Chato”.
La muestra también recuerda la figura del matador cubano José Marrero “Cheché de La Habana”, quien con 18 años debutó en el coso habanero de Regla y falleció con 39 años en la plaza mexicana de Chihuahua a causa de una cornada en el pecho.
La historia taurina cubana llegó hasta el 10 de octubre de 1899 cuando una orden militar del Gobierno interventor norteamericano las prohibió.
Durante muchos años hubo intentos de restablecer las corridas de toros, aunque fueron infructuosos y las pocas que se realizaron tenían prohibido lidiar a muerte a los toros o clavarles las banderillas.
Vestido con su uniforme verde olivo y su característica boina negra, coronada con la estrella de Comandante, el “Ché” Guevara aparece caminando por la arena de la plaza de Vistalegre, propiedad de Domingo Dominguín, el hermano comunista del diestro Luis Miguel Dominguín, el favorito del dictador Francisco Franco.
En un segundo viaje, también se puede ver una instantánea que muestra al guerrillero viendo una corrida en primera línea, desde la barrera de la Plaza de las Ventas de Madrid.
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