Cooperativas de nombre: ¿Pero en la práctica qué son?

Por Rachel D. Rojas  (Progreso Semanal)

La cooperativa Varsovia

HAVANA TIMES — ¿Cómo se demuestra, sin acceso a la información adecuada, que ciertas cooperativas no agropecuarias (CNA) en realidad no funcionan como tales? ¿Cómo se prueba que muchas de ellas son actualmente fachadas para cubrir emprendimientos particulares si ninguno de sus presidentes –obvio– confesaría el fraude? ¿Cómo se señala, incluso, la crítica situación financiera de algunas sin poder revisar sus documentos? Sin más rodeos: lo que se dice probar, demostrar, no se puede.

Pero hay evidencias perfectamente visibles en algunas de estas CNA de su “mal estado”. La mayoría de estos casos han sido conformados a partir de entidades estatales, trabajadores incluidos, que el gobierno decidió dejar de gestionar. Concentrémonos en estas. Según el reporte de la National Cooperative Business Association luego de su visita a la Isla, el 77% de estas pequeñas empresas aprobadas corresponde a lo que se ha dado en conocer como “cooperativas inducidas”.

Concentrémonos además en la gastronomía ya que una gran parte de las CNA aprobadas operan en este sector (42,9% en mayo de 2014). Y también por este motivo: quizás no todo el mundo podría dar fe de la calidad de un ladrillo, o dictaminar si un servicio de contabilidad es mejor que otro. Son campos en los que solo los especialistas o los más experimentados se mueven con facilidad. Pero la mayoría de las personas puede diagnosticar el mal servicio, la poca higiene, la casi nula calidad de los productos en un local dedicado a los servicios gastronómicos. Las moscas y los estantes vacíos, los colores mustios de la comida no mienten.

La trampa

Comprar y vender una cooperativa no parece ser imposible, comenta una fuente luego de apelar al anonimato. De hecho, según sus explicaciones, hay varias formas. Pongamos que usted tiene mucho dinero, y usted quiere “hacer negocios”. Se entera, porque es de dominio público, que todos los establecimientos de gastronomía del municipio… Plaza de la Revolución, por ejemplo, van a dejar de ser gestionados por el Estado, y eso significa que van a convertirse, de una forma u otra, en CNA. Entonces usted, si puede, si conoce a alguien, si nombra la cantidad correcta –hay que tener algunas habilidades, es cierto–, va y compra la plaza de administrador antes de que comience el proceso. Casi con seguridad usted será elegido el presidente de esa futura cooperativa. Pero si se le hizo tarde, si alguien le tomó la delantera, tiene otra opción.

Cooperativa El Carmelo, practicamente vacío.

Como sabe que no todos tienen madera de “dueño” –que es lo que supuestamente son los cooperativistas– y que los trabajadores estatales de esos establecimientos no tienen muchas opciones laborales (CNA, reubicado o “disponible”), usted va a aprovechar la coyuntura. Les dice cuánto le va a pagar mensualmente; usted, dispuesto a encargarse de todo, los va a librar de tanto papeleo y responsabilidades. Entonces se reúne la asamblea, lo convierten en “socio” de la cooperativa, y a los dos días lo ascienden a presidente. Listo.

¿Qué es un restaurante con 30 cooperativistas que en la práctica se desempeñan como contratados? Una empresa privada no declarada.

Cuando cualquier cliente se acerca a cooperativas como El Recodo (cerca de malecón), Varsovia (17 y 12), El Potín (Línea y Paseo) o El Carmelo (Calzada y D), por lo general todo comienza con una muy mala atención. Aunque a veces la sorpresa por la llegada de un cliente va primero. El siguiente paso casi siempre es que uno no encuentra lo que va buscando, o el producto no es convincente, o los precios de un mismo plato de comida o bebida, incluso en el mismo establecimiento, son diferentes si usted está en una esquina del portal o en otra. Depende del día, de la hora, y hasta del clima.

Es cierto que los cooperativistas no tienen mercado mayorista o mejor manera de abastecerse que la red minorista de comercio, donde mismo accede el resto de los cubanos para comprar la comida de cada día. El problema del abastecimiento no es solo de las cooperativas, sino del país: también las empresas estatales y la población afrontan la escasez.

Pero en las mismas circunstancias (casi las mismas) hay negocios particulares y cooperativas que han salido adelante y otros que se han quedado atrás ¿Por qué ocurre eso entonces?

La cuestión que más puede estar afectando a las cooperativas en este momento es la capacitación. Una buena parte de los que han echado a andar empresas exitosas, amparados en cualquier forma de gestión económica, tienen un pasado con experiencia empresarial. Y aquellos que no han corrido con la misma suerte, los que no saben nada ni de cooperativas ni de negocios, cayeron de fly, o sencillamente no les interesa.

Quizás en este caldo de cultivo se nutre con más ansias esa diferencia vital: éxito o fracaso. Hay un sistema de oportunidades corriendo detrás de estas asociaciones que siempre pasa factura y reproduce desigualdades que ya existían. Los puntos de partida no han sido los mismos.

Poca oferta en La casa Potín

Hay quienes ya han mirado hacia ese obstáculo, incluso desde 2013, cuando se aprobaron las primeras CNA. También en el citado reporte de la NCBA aparece la capacitación como deficiencia. Si las personas que se integran a una cooperativa, especialmente a las “inducidas” por el Estado, no tienen herramientas ni entrenamiento en el mundo empresarial, no van a poder salir adelante, no de una manera legal y competitiva.

De hecho, si las personas que están conformando las CNA no tienen una cultura cooperativista (que no es solo de cooperación), tendremos únicamente empresas privadas individuales en lugar de emprendimientos empresariales colectivos.

Y después de la falta de capacitación está la burocracia, que continúa floreciendo. La línea que delimita las malas prácticas en ese sentido y lo que podría interpretarse como falta de voluntad política es en este caso bastante borrosa. Desde marzo del pasado año no se aprueba otro grupo grande de cooperativas, aun cuando las solicitudes y los proyectos presentados existen. De las 498 CNA ya aprobadas, las cifras más recientes de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) listan unas 351 en funcionamiento, solo 6 de ellas constituidas en los primeros meses del presente año.

Hasta ahora uno de los pocos avances que ha logrado el país con respecto a las CNA ha sido extender el tiempo de contratación de 3 meses a un año, como se informó en la última asamblea del Consejo de Ministros. Pero en realidad la cuota de socios por la que se calcula la cantidad de contratados que puede tener una cooperativa se mantuvo igual, de modo que esa prolongación de tiempo poco significa en la práctica.

También se habló de subir el término de tiempo de exención de impuestos de 3 a 6 meses. Pero de todos modos eso mantiene la desventaja ante las empresas extranjeras que llegan a la Zona de Desarrollo del Mariel con ocho años de exención de impuestos. (Casi) da risa el mínimo cambio que esa medida supondría para el desarrollo de las cooperativas nacionales.

El sector cooperativo cubano es hoy río revuelto… ¿De quién serán entonces las ganancias?

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