“Conducta” o Romance del chico malo

Nuevo largometraje cubano

Irina Echarry

Conducta.  Foto: cubadebate.cu

HAVANA TIMES — Ernesto Daranas pone a consideración del público su último largometraje: Conducta. Si en Los Dioses Rotos se adentraba en el enmarañado laberinto de la prostitución y el proxenetismo, ahora vuelve a tocar un tema sensible, del que apenas se habla; y lo hace junto al mismo equipo de filmación, con los actores que siempre lo acompañan.

Una vieja maestra lucha por sacar a flote a sus alumnos, sumidos en la vorágine de la cruda realidad de un barrio capitalino. La escuela se encuentra en la Habana Vieja, pero no en la parte bonita remodelada por la Oficina del Historiador de la Ciudad, sino en la otra, la que no suele salir en la prensa.

Carmela no escatima recursos para lograr su objetivo: educa con afecto y rigor, rompe dogmas establecidos y aceptados por todos, reafirma su autoridad, se involucra sentimentalmente con los niños; su labor traspasa los límites de la escuela y alcanza el entorno familiar.

Mientras, otra angustia la corroe, la desgasta: ha visto posarse sobre esa misma aula donde imparte clases desde hace tantos años, la sombra que dejan la emigración, la muerte, la exclusión, la violencia; esa sombra le recuerda que no todo depende de su lucha.

El otro protagonista, Chala, es un dolor de cabeza para su maestra Carmela. Hijo de una adicta, el niño es quien lleva las riendas de la casa. ¿Cómo lo logra? Cuida perros de pelea, cría palomas para vender, está dispuesto a meterse de apuntador en la bolita; cualquier cosa que le dé la plata necesaria para sostener el hogar. Ese ambiente sórdido lo ha vuelto inquieto, belicoso; habituado a la confrontación con los otros, no conoce el miedo. Al final termina en una escuela de conducta.

Conducta. foto: cubacine.cult.cu

Desde hace un tiempo el cine cubano coquetea con lo marginal, aunque no siempre muestra buenos resultados. De todas las películas que he visto sobre el tema, Conducta me parece más sincera, pues evita —hasta donde le es posible— el melodrama, los estereotipos y el paternalismo.

En esta historia de vidas maltratadas predominan las buenas actuaciones, sobre todo en los niños, capaces de soportar continuamente primeros planos y alejarse del estilo encartonado de La Colmenita.

Una fotografía cálida hurga sin timidez hasta encontrar belleza junto al deterioro de la ciudad. La película roza algunos temas importantes; en unos profundiza más que en otros de acuerdo a la estructura dramática del guión.

Alerta sobre las deficiencias del sistema educativo en la atención de menores con problemas de conducta: es rígido, promueve la violencia y, además, estigmatiza a los niños.

Menciona la disidencia —el padre de un amigo de Chala está preso por cuestiones políticas—.

Trata la migración ilegal de los orientales hacia la Habana y las dificultades que se encuentran al llegar: no pueden matricular a sus hijos en las escuelas, si la policía los atrapa los extorsiona o los deporta.

El director Ernesto Daranas. Foto: wikipedia.org

Y lo mejor: intenta asumir el aula no como cárcel que vigila, restringe y controla, sino como lugar donde los menores son tratados con cariño, tienen voz y son respetados.

Veo innecesario —y creo que le resta credibilidad al filme— que el personaje de Chala haya sido construido con tantos y tan altos valores positivos: tierno, amoroso, preocupado, bondadoso, responsable, buen hijo, inteligente, buen amigo, chistoso. ¿Pensado para atrapar al espectador y ponerlo de su lado?

Por momentos recuerda el poema de Raúl Ferrer Romance de la niña mala, sobre aquella Dorita que la gente criticaba y sin embargo era la única preocupada por la salud del maestro, la que llevaba flores al busto de Martí o compartía su merienda. Lo que le daba fama de “mala” era su rebeldía. Y Chala ¿es “malo” o solo es hijo de sus circunstancias?

Carmela está mejor diseñada; sus sermones no son correctivos sino explicativos (aunque a veces en exceso), lo mismo grita que acaricia y, cuando deja que la pasión la ciegue, pide perdón por sus errores.

Lo más forzado es la relación amorosa entre Chala y la niña más inteligente del aula.

Los niños de hoy suelen ser mucho más prácticos, no usan estrategias de seducción tan elaboradas ni son tan románticos, es el reggaetón quien los inspira.

Múltiples lecturas puede tener Conducta; ya está en los cines de estrenos, no se la pierda. Es una película que no da conclusiones —así como en la vida misma los problemas continúan—, y sirve para percibir la escasa resonancia de la “actualización del modelo” en las esferas más humildes de la sociedad cubana.

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