Regañen a los que metieron la pata

Por Pedro Campos*

HAVANA TIMES, 21 abr — La reciente visita del Papa Benedicto XVI  se realizó cuando la sociedad cubana vive un momento crucial de su historia: el ocaso biológico de la figura de Fidel Castro, junto al declive del sistema económico y político centralizado de “socialismo de estado,” que lo sostuvo.

Tiene lugar cuando su hermano y sucesor, trata de desarrollar un conjunto de medidas económicas que ha dado en llamar “actualización” para intentar mantener el fracasado capitalismo monopolista de estado, que tradicionalmente ha encubierto el “socialismo real” del siglo XX a partir de la introducción paulatina de reformas económicas; pero sin movimientos concretos que evidencien la intención de avanzar en la democratización de la sociedad cubana, ampliamente demandada.

La situación se ve agravada por las perspectivas de lo que pueda ocurrir con Chávez y Venezuela.

La visita del Papa fue una oportunidad extraordinaria para que el gobierno mostrara tolerancia y vocación democrática. Lo expresé en artículo previo al evento.

Sin embargo, su proceder pareció mas una gran operación paramilitar para enfrentar un eventual levantamiento popular, que para recibir una singular visita amistosa.

Se realizó una amplia y silenciosa operación represiva montada para “guardar el orden,” en virtud de la cual cientos de personas fueron víctimas de represión en diverso grado, unas encarceladas, sin procedimiento legal alguno, otras obligadas a permanecer en sus casas y no pocos pacíficos ciudadanos fueron aleccionados, y de alguna manera amenazados, sobre el comportamiento que deberían tener durante esos días.

Igualmente, muchos teléfonos móviles y fijos dejaron de funcionar, al tiempo que Internet quedaba nulificada para quien no fuera parte del sistema informativo montado por el estado para la visita del Papa.

Algunos califican el operativo como un verdadero ensayo de un estado de sitio para “apagar” toda manifestación de oposición, en una situación política de emergencia.

Las dos misas papales fueron colmadas por militantes del partido comunista, militares vestidos de civil y movilizados por el gobierno que asistían a una ceremonia que no entendían, que no era para ellos, mientras muchos feligreses, católicos y simples creyente no pudieron acercarse.

En México la fiesta papal fue de los católicos, aquí se la cogió el gobierno.

Un infortunado espectáculo agresivo, estuvo a cargo de un camillero de la Cruz Roja, quien golpeó y le propinó un “camillazo” –sí, con la camilla- a un individuo ya reducido, que en acto deplorable e irrespetuoso, había interrumpido el silencio de  la misa, gritando alguna consigna desafecta. El hecho –impactante- fue visto en todo el mundo.

El aparato montado para la seguridad de la visita papal no pudo evitar el incidente, que junto al amplio operativo represivo para silenciar a la oposición, han quedado entre los saldos públicos más sobresalientes del evento, en Internet y en los medios internacionales de prensa.

¿Tanto “orden,” tanto control mostró la disciplina del pueblo o evidenció la mano dura con la que se gobierna Cuba?

En cualquier caso demostró la difícil tarea que enfrentamos los que aspiramos a que el partido-gobierno aprenda a  lidiar pacífica y democráticamente con la cada vez mas amplia oposición, necesitada de manifestar sus demandas abiertamente y dispuesta a hacerlo en forma pacífica.

La eventual interrupción de la misa papal por elementos extremistas de la oposición, solo hubiera servido para demostrar su falta de consideración y respeto al santo padre, a la religión católica y a todo el pueblo cubano interesado en mostrar su hospitalidad.

Pero el operativo gubernamental no les dio esa oportunidad y le impidió a la extrema derecha “portarse mal,” lo cual hubiera contado con un absoluto rechazo popular, de los propios católicos y probablemente hasta de la propia disidencia pacífica y democrática.

La oposición extremista fue impedida así, de quedar aún más aislada de lo que hoy esta; gracias a la actuación de la contra-inteligencia (así se autodenomina), que logró el efecto contrario. No oyen consejos y el que no oye consejos…

Un aparato que actúa de esta manera, solo demuestra su temor ante eventuales cambios, sin percatarse de que el torrente democrático represado en estos 50 años de “socialismo burocrático” fluiría con menos presión, mientras más y mayores sean las compuertas abiertas.

Y al contrario, mientras menor sea la rendija de escape, la presión puede ser tan grande que derribe todos los diques y el contenido se esparza a todos los predios.

Estas acciones, no facilitan “la unión de la nación ni una mayor democracia para la sociedad,” como ha reclamado el propio Presidente, ni alienta el dialogo necesario que demandan la situación  y buena parte de la población, que no sabemos, pues no hay medidores democráticos, hasta dónde pueda ser mayoría.

Coincidentemente, Marino Murillo, artífice de la “actualización del modelo económico,”  declaró a la prensa acreditada para la visita (ojo sobre lugar, tiempo y espacio), que en Cuba “no habrá reformas políticas,” algo que quedara en la historia como un “camillazo” antidemocrático, que en nada ayudara al gobierno, a su gestión económica y mucho menos a su futuro político.

Algunos dicen que ganó la Iglesia, otros dicen que el gobierno, otros que ambos, pocos se percatan de cuanto ganó la oposición con el camillazo y el  “apagón” que le impuso el operativo estatal que, probablemente, por tan “buenos resultados,”  fue premiado.

¿Alguien cree sinceramente que el Papa podría ser agredido físicamente por algún cubano?

¿Alguien se ha preguntado qué cantidad de efectivos y recursos de todo tipo, se gastó el gobierno para hacer esa demostración de control, imposible de ocultar y que tan significativos saldos dejó?

¿Existirá alguna relación real entre la fuerza de la oposición en Cuba, y tanto despliegue y  esfuerzo gubernamental?

¿Si no se le permite a la oposición demostrarse pública y pacíficamente cómo se sabrá si son 4 gatos o muchos más?

¿O fue otro disparate mas para demostrar la “necesidad” de otorgar más fondos a los burócratas de la represión, que hace rato no oyen explotar una bomba, no escuchan un disparo de la “contrarrevolución” y no descubren un nuevo atentado contra el Comandante, de parte de una oposición que ha asumido la vía pacífica?

¿No es esto un indicativo de que el gobierno debiera revisar la forma en que lidia con la oposición y darse cuenta de que es hora de comenzar un dialogo con todos, que la Iglesia y muchos otros defendemos e impulsamos?

La visita del Papa nos dejó muchas enseñanzas. Ojala todos saquemos  las adecuadas conclusiones.

Por favor, regañen a los que metieron la pata y no a mí por decirlo.
—–

Para contactar con Pedro Campos escribe a: perucho1949@yahoo.es

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