Posiciones en el exilio respecto al embargo

Con el crecimiento de los emigrados no marcados por las circunstancias del llamado “exilio histórico”, aumentan también los simpatizantes de la flexibilización del “embargo-bloqueo*”.

Por Pedro Campos

Foto: Elio Delgado Valdes

HAVANA TIMES — El respaldo, antes casi unánime, entre los exiliados cubanos residentes en EEUU, a las medidas del embargo-bloqueo ha ido cediendo paso a un aumento de los partidarios de su flexibilización o eliminación en las últimas décadas. Así lo indican algunas encuestas realizadas en la Florida; pero sobre todo, la lógica de las dinámicas internas de las emigraciones cubanas hacia El Norte.

A tal punto, que la flexibilización o el levantamiento de las sanciones se ha convertido en un tema de campaña electoral en la Florida.

Este artículo trata de ayudar a explicar las causas de esas variaciones.

Las primeras oleadas de exiliados

Las primeras olas de emigrados, incluido el éxodo masivo de Camarioca en 1965, tuvieron como estimulación principal la conmoción social que significó el triunfo de la insurrección popular en 1959 y los enfrentamiento generados por las medidas económicas y políticas del nuevo gobierno.

Abarcaban los grupos ligados a la tiranía de Batista, incluidos sus más connotados represores; otros que combatieron la combatieron y que en el mismo 59 decidieron enfrentarse al gobierno de Fidel Castro por considerarlo traidor a los ideales democráticos que los unieron en la lucha antibatistiana, así como los segmentos de la mediana y alta burguesía, expropiados por el gobierno de facto, quiénes también lo enfrentaron políticamente y no pocos en forma violenta.

Las figuras de origen cubano-americano que han llegado a posiciones importantes en el gobierno de EEUU provienen de las primeras oleadas y han sido claves para las políticas norteamericanas más drásticas contra Cuba.

La mayoría de los exiliados de estas oleadas iniciales se fue casi toda junto a su núcleo familiar fundamental o lo fueron completando en los años siguientes.

Lógicamente, y no podía esperarse otra cosa, estos primeros grupos se han caracterizado por su beligerancia y siempre han aspirado al derrocamiento del gobierno, por cualquier vía, debido a los enfrentamientos sangrientos de antes y después de 1959 y a las expropiaciones forzosas de sus bienes, realizadas en nombre de un “socialismo” que nunca ha existido.

Todo lo que se hizo en los primeros años, -sin restablecer primero las normas democráticas que que habían sido el objetivo primario de aquellas luchas contra Batista-, se impuso por medio de violencia, lo que terminó generando más violencia.

Las primeras generaciones de emigrados afectadas y violentadas por esas medidas impuestas en forma no democrática, fueron y siguen siendo el principal soporte en la emigración del bloqueo-embargo y del reforzamiento posterior de sus leyes (Torricelli y Helms-Burton). Son las mismas generaciones que más han tributado a las políticas más extremas de los gobiernos norteamericanos en el enfrentamiento al “comunismo” en Cuba y a su expansión regional.

Las figuras de origen cubano-americano que han llegado a posiciones importantes en el gobierno de EEUU provienen de esas primeras oleadas y han sido claves para las políticas norteamericanas más drásticas contra Cuba, las cuales han perjudicado más al pueblo que al gobierno.

Las oleadas posteriores de emigrados

Precisamente a causa del crecimiento de ese otro tipo de exiliado, en las últimas oleadas, no comprometido ni marcado por las mismas circunstancias del llamado “exilio histórico” y más interesado en ayudar a la familia dejada atrás, hoy, cada vez son más los emigrados cubanos simpatizantes de flexibilizar y eliminar las medidas que quedan del embargo-bloqueo.

En cambio, las oleadas posteriores no se relacionan con aquellos enfrentamientos armados, ni con las expropiaciones de los primeros años. Fueron las del Mariel (1980) y las que tuvieron su cenit en 1994 con el éxodo masivo de balseros, así como las que están teniendo lugar en el último año por todas las vías tradicionales y las facilitadas por la reciente reforma migratoria.

Éstas otras son el resultado del agravamiento de la situación económica en Cuba a consecuencia del fracaso del “socialismo de estado”, más evidenciado desde la caída de su principal sustento externo, la URSS y el campo “socialista” y de las frustraciones populares ante los resultados de las limitadas reformas de fines de los 90 y de las no menos limitadas medidas de la “actualización” que, desplegadas libremente, hubieran podido tener otros significados.

Por eso mismo, estas últimas oleadas no son motivadas solo por insatisfacciones económicas. Responden también a diferencias políticas crecientes en el seno de la sociedad cubana, desde antes de la caída del socialismo real, sobre las formas centralizadas y no democráticas de conducir la política y la economía del país.

Pero estos grupos no tenían grandes propiedades ni riquezas que perder.

Aquí encontramos principalmente trabajadores y profesionales asalariados del estado y emprendedores independientes inconformes con el estancamiento político y económico de la nación y deseosos de mejorar sus niveles de vida y el de sus familiares dejados en Cuba.

De manera que estas últimas oleadas se diferencian claramente de las primeras en que no están relacionadas con expropiaciones de bienes y aunque no han compartido o se han opuesto a las políticas del mismo gobierno de siempre, no lo han hecho desde posiciones violentas, por lo general, que implicaran choques sangrientos, en tanto que sus núcleos familiares han permanecido en Cuba y su mantenimiento ha sido parte de las motivaciones para salir del país.

La mayoría de los cubanos salidos los últimos tiempos lo han hecho con la intención de regresar, ver a sus familiares, ayudarlos y “si las cosas cambian” hasta regresar definitivamente a establecer negocios propios. Desde luego, no podrían favorecer las medidas del bloqueo-embargo.

Los que se fueron al principio, también han añorado regresar a su patria, como la mayoría de los exiliados del mundo entero; pero una buena parte, a la Cuba en que conocieron y vivieron, lo cual ya no sería posible porque en medio siglo Cuba y el mundo han cambiado.

También entre aquellos primeros han aparecido quienes piensan que la mejor forma de influir en la Cuba actual a favor de sus visiones políticas-económicas y sociales y compensar sus nostalgias, está en la tolerancia, el diálogo y algunos hasta en la cooperación con el gobierno con vistas a fomentar negocios “no estatales” en Cuba, por lo cual favorecen una mayor flexibilización del bloqueo-embargo, a la espera de que otras circunstancias permitan transformaciones políticos.

A manera de breves conclusiones

Precisamente a causa del crecimiento de ese otro tipo de exiliado, en las últimas oleadas, no comprometido ni marcado por las mismas circunstancias del el llamado “exilio histórico” y más interesado en ayudar a la familia dejada atrás, hoy, cada vez son más los emigrados cubanos simpatizantes de flexibilizar y eliminar las medidas que quedan del embargo-bloqueo.

Esas son realidades de los tiempos cambiantes. Se puede estar de acuerdo, parcial o totalmente, o en contra. Solo aspiro, con respeto a todas las posiciones, a poner un granito de arena en el análisis de esta problemática.
—–
*Le denomino bloqueo-embargo o al revés, para ahorrarme la discusión semántica de ese fenómeno que todos conocemos, aunque le llamemos distinto.

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