Los dos Partidos Comunistas de Cuba

El del aparato burocrático y el verdadero, el de las bases que está mejor preparado para enfrentar los cambios que demanda el país.

Por Pedro Campos

Jugadores de domino. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — El sistemático intercambio directo con militantes del PCC en las bases que sostenemos los compañeros que nos vinculamos a través del boletín SPD (Socialismo Participativo y Democrático) nos ha llevado a varios a concluir que en Cuba hay dos Partidos Comunistas.

El burocrático, de Machado Ventura y su estructura designada de dirección que todavía sigue adscrita al arcaico ¨marxismo leninismo¨ con sus vetustas concepciones sobre la “dictadura del proletariado”, el papel dirigente del Partido, los sindicatos y organizaciones de masa como poleas de transmisión y control sobre las bases, la economía centralizada y planificada, las empresas estatales asalariadas y la lucha contra el “enemigo imperialista y todos sus aliados contrarrevolucionarios” como “caballito de batalla”.

Allí, todo es complacencia, nada se quiere en verdad cambiar y todo discurso está vacío de contenido revolucionario.

Y el de la bases, el otro, el verdadero partido comunista, compuesto por los núcleos en los centros de producción o servicios algunos en los mismos aparatos burocráticos y en los llamados núcleos zonales que agrupan a los jubilados, incluyendo, se manifiesta ampliamente la crítica del sistema burocrático impuesto en nombre del socialismo y sus trabas estatalistas y se hacen propuestas constantes, poco oídas y menos respondidas, sobre cómo enfrentar los problemas comunales, de la producción o los servicios con una visión renovadora.

Este fenómeno no es nuevo, se viene manifestando con mucha más fuerza desde las discusiones del IV Congreso del PCC en 1990-91, cuando en no pocos núcleos, a partir del proceso de descomposición de la URSS y el “campo socialista”, se hicieron análisis de las contradicciones y desviaciones de la concepción de socialismo que se aplicaba en Cuba como copia de aquel que había fracasado en todas partes y empezaron aparecer propuestas muy precisas sobre la necesidad de democratizar el partido y la sociedad y socializar la producción y la apropiación.

Estas manifestaciones se han incrementando a partir de las discusiones del VI Congreso que, con todo y su verticalismo y demás limitaciones, posibilitaron de nuevo que las bases del partido se proyectaran y aprendieran que se pueden tener y sostener públicamente criterios diferentes. Esto se ha ido convirtiendo en un ejercicio cotidiano que el PCC-Burocrático ni sus comisarios llamados instructores pueden controlar.

Pero ese destape crítico es mayor aún en las organizaciones de base de la Unión de Jóvenes Comunistas, manifiesto en las reuniones y foros de todo tipo donde participan. Sobre el tema de la Juventud Comunista me extenderé en otra ocasión.

Padre e hijo mirando un crucero en la bahia de La Habana. Foto: Juan Suárez

Ya hoy es evidente que la dirección burocrática del Partido Comunista de Cuba anda por un lado y buena parte de las bases anda por otro. Por eso hablamos de dos partidos comunistas.

Y es una suerte, porque mucho se dice que el país no está preparado para los cambios progresivos y progresistas inminentes en las nuevas tecnologías informáticas y en las relaciones de producción estatales asalariadas que débilmente facilita la llamada “actualización”, impulsada por el equipo militar de Raúl Castro, pero que, sobre todo, impone la realidad misma y las ansias de jóvenes, maduros y viejos por salir el esquemático atraso en que nos ha sumido el “socialismo de estado”.

Realmente, el pueblo cubano, los trabajadores, los jubilados y las amas de casa y especialmente las bases del Partido y la Juventud Comunistas, están mucho más preparados para asimilar y desarrollar los cambios de lo que proyectan el Granma, el NTV y la mesa redonda, informativos emblemáticos del añejo neoestalinismo incrustado en las estructuras burocrática del Partido.

Hoy cuando vemos la forma en que se presentan las noticias los medios oficiales, nos damos cuenta que esa estructura no está preparada para lidiar con la nueva política de acercamiento de EEUU.

Pero la situación es distinta en las bases del Partido, donde hay mucha más conciencia de la necesidad y la urgencia del cambio y donde el impacto de muchas de las medidas “democratizadoras” de Obama puede ser mejor asimilado y hasta acogido en función del empoderamiento ciudadano por el que hace tiempo se clama y demanda en los núcleos de base del PCC y de la UJC.

Los militantes del PCC que se relacionan con el SPD aseguran que han calado en las bases del partido las ideas de un socialismo más democrático, de la democratización del partido y la sociedad, la libertad de expresión y asociación y la aceptación del pluralismo político; Así como el avance a formas de la economía social relacionadas, -a través de la cooperación, los créditos y las relaciones monetarias y el mercado-, con formas tradicionales de la producción capitalista privada.

En la base se demanda la modernización de la economía y del amplio acceso popular a las nuevas tecnologías informáticas.

Tienda La Borla en Centro Habana.  Foto: Juan Suárez

El gobierno de EEUU está promoviendo elementos que coinciden con las demandas de las propias bases del PCC, de la UJC y de importantes sectores del pueblo cubano, algunos hasta contemplados en los Lineamiento de la “actualización” pero que la burocracia partidista se obstina en obstaculizar.

Raúl y los que en su entorno están interesados en un varadero progreso del país, pueden y deben apoyar los intereses que se manifiestan en los núcleos, si es que la estructura burocrática permite que les llegue esa información y aprovechar la creciente marea de críticas al viejo socialismo y el apoyo a una amplia apertura democrática y socializadora presentes en esos niveles del propio Partido y acabar de desprenderse del ala burocrática que lastra y retarda los avances necesarios.

Gorbachov cometió tres errores graves que dieron al traste con la Perestroika: 1-no desarrolló ampliamente las formas autogestionarias de producción y mantuvo muchos frenos estatales a las mismas; 2-no buscó la alianza con las clases medias y las fuerzas democráticas; y 3-no enfrentó ni derrotó a las fuerzas conservadoras del neoestalinismo en el PCUS que, a la postre, le dieron el golpe de estado. Esto será abordado en forma más amplia en escrito posterior.

Y se debe recordar que los golpes de estado no son solo militares, también pueden ser “institucionales” y que no fue el acercamiento a Occidente lo que acabó con la URSS, sino los serruchos internos.

La “revolución” que algunos entienden como el fenómeno de los 60 vinculado a un grupo de figuras históricas que trataron de imponer una visión neoestalinista de socialismo, ya fue rebasada por la historia y vive fundamentalmente en los recuerdos de las generaciones mayores y en los medios controlados por la burocracia partidista.

La otra, la verdadera, la revolución que implica un proceso de democratización de la vida política y socialización de la economía, tiene amplio apoyo y está muy viva en las bases del partido y la sociedad.
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pedrocampos@nauta.cu

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